lunes, 13 de abril de 2015

STROESSNER, UN FARO DE LIBERTAD

Ante el empuje de la política exterior demócrata entre los años 1977 y 1981, las dictaduras latinoamericanas fueron fuertemente interpeladas y presionadas a moderar sus prácticas de terrorismo de estado. No existió empero, ninguna acción de búsqueda de cambios de gobierno, sólo su contención y adecuación a estándares fijados por los demócratas. Eran aliados, no enemigos, por tanto, para estas dictaduras amigas, no fue utilizada la fuerza ni la búsqueda del cambio de gobierno y sistema.
Las dictaduras latinoamericanas, entre ellas el stronismo, consideraron a la administración Carter como un enemigo, que había caído bajo la órbita del comunismo. Por ello, desde el GAA y la WACL, acuñaron el neologismo “cartercomunismo”, para caracterizar la administración norteamericana. Paralelamente, salieron a buscar apoyos posibles en los lobbies republicanos y aquellos demócratas ultraconservadores.
El Viejo senador ultraconservador de Arizona, cercano al racista KKK, Barry Goldwater, respondió el 30 de octubre de 1978, a un pedido del embajador de la dictadura ante Estados Unidos, Mario López Escobar, para frenar la campaña por los derechos humanos emprendida por la administración demócrata de James Carter, a través de su enviado Terence Todman, un año atrás, de la siguiente forma.
Señor Embajador. “…quiero que entiendan que yo estoy completamente de acuerdo con sus sentimientos … Es mi sentimiento más bien antiguo de que lo que un país hace, es más o menos su propio negocio. Y no me gusta, por ejemplo, que mi país se meta en los asuntos de los países de todo el mundo … Tengo una gran confianza en el futuro de los países al sur de nosotros”. Eran palabras brindadas a la representación de una dictadura amiga, proveniente del Senado de un país que no escatimó jamás esfuerzos legales e ilegales en invadir, guerrear, tumbar, subvertir el orden de cualquier país democrático que no haya coincidido con sus intereses. Caso el gobierno de Allende en Chile, donde el presidente republicano Nixon se tomó el trabajo de tumbarlo, como una cuestión de estado y una cuestión hasta personal.
Atrás quedaron los días de alta empatía como cuando el senador ultraconservador eterno de carolina del Norte, Jesse Helms, dirigía prácticamente la política exterior norteamericana, bajo los ejes del más cerril anticomunismo y el apoyo cerrado a las dictaduras amigas del sur del continente, stronismo incluido.
Por ejemplo, el 20 de agosto de 1975, el mismo senador Helms, declinó a una invitación para visitar a Stroessner en esos días, a través del embajador del régimen, Miguel Solano López, en términos muy elogiosos. Y a sólo tres meses del inicio formal de la Operación Cóndor (Operación terrorista de estado, ilegal, encubierta y transnacional, investigada y cosa juzgada en varios países del sur americano).
“Me ruego haga llegar mis expresiones de pesar a su Presidente y mis agradecimientos personales por su atenta invitación. Si bien, me siento decepcionado por no poder reunirme con él personalmente, anticipo con placer tal reunión con creciente expectativa. Así como espero conocer al gran pueblo del Paraguay. Su coraje en su batalla contra el comunismo es un faro para todos los que desean ser y permanecer libres”. Aunque Usted no lo crea.
Aún el movimiento de derechos humanos sudamericano y mundial, inundó de cartas a todos los congresistas norteamericanos alertando el carácter dictatorial de los regímenes que habían apoyado. Y los congresistas que más cartas y campañas recibieron, para su "sensibilización", fueron los senadores y representantes más conservadores y auspiciantes durante tantos años, de las peores dictaduras de nuestra región, stronista incluida.

Federico Tatter.
9 de abril de 2015. Asunción, Paraguay.

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