sábado, 29 de noviembre de 2008

BASE GUANTANAMO: OFENSA A LA HUMANIDAD


Por Jim Lobe. WASHINGTON, 11 nov (IPS) - El cierre de la cárcel de prisioneros de la "guerra contra el terrorismo", instalado por Estados Unidos en su base naval en Guantánamo, Cuba, debe ser prioridad del presidente electo Barack Obama, reclamaron organizaciones de derechos humanos. Los activistas exigieron también la abolición de los tribunales castrenses que juzgan a reclusos en esa prisión, y que se transfieran esos procesos a magistrados civiles para asegurar que se cumpla con las garantías del debido proceso.

"No hay margen para la paciencia o la demora", afirmó Anthony Romero, director ejecutivo de la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), una de las organizaciones que presentaron demandas judiciales en defensa de los detenidos en Guantánamo. "Esperamos que Obama, tan pronto como asuma la presidencia, ordene por decreto el cierre de Guantánamo y el fin de los tribunales militares. Ya es hora de restaurar los valores estadounidenses de justicia, debido proceso y respeto de los derechos humanos", agregó.

Otras cinco organizaciones urgen a los gobiernos europeos a recibir a los presos de Guantánamo. No se formulará ninguna acusación al menos contra 50, que no pueden ser devueltos a sus países, en general árabes o musulmanes, por temor a que se los arreste y se los torture allí. "Obama se ha comprometido a cerrar Guantánamo, pero necesitará ayuda de Europa", dijo Joanne Mariner, directora de la división de Terrorismo y Contraterrorismo de la organización de derechos humanos Human Rights Watch, con sede en Nueva York. Mariner habló en representación de su institución y de otras cuatro: Amnistía Internacional, el Centro para los Derechos Constitucionales, Reprieve y la Federación Internacional para los Derechos Humanos (FIDH), con sede en París.

"Los gobiernos europeos pueden ofrecer una asistencia muy necesaria, aceptando recibir a algunos de los detenidos que no pueden ser entregados a sus países de origen", afirmó. Desde que llegaron a Guantánamo desde Afganistán los primeros sospechosos de "terrorismo", enviados allí el 11 de enero de 2002, han estado presas en el lugar 775 personas de entre 13 y 98 años de edad, según ACLU. Ahora parece claro que en su gran mayoría no estaban involucradas en actividades terroristas y que fueron arrestadas por milicias tribales y "cazadores de recompensas" en Afganistán y Pakistán.

A pesar de su inocencia, fueron sometidas a "técnicas agresivas de interrogatorio" calificados de tortura lisa y llana por activistas de derechos humanos. Esas prácticas convirtieron a Guantánamo, junto con la prisión de Abu Ghraib en Iraq, en símbolo de los excesos de la "guerra contra el terrorismo" declarada por el presidente estadounidense saliente George W. Bush, y la pérdida de valores morales que Washington decía defender.

Al menos cuatro prisioneros se suicidaron en Guantánamo. Centenares realizaron numerosas huelgas de hambre para protestar por las condiciones de reclusión. Hasta el momento, más de 500 presos han sido liberados. La gran mayoría fue enviada a sus países de origen, algunos a condición de que las autoridades locales los arrestaran o mantuvieran vigilados.

El Departamento (ministerio) de Defensa estadounidense, que tiene jurisdicción sobre la base naval de Guantánamo, donde se encuentra la prisión, informó que hasta la semana pasada había "alrededor" de 255 detenidos. Más de 60 estaban en condiciones de ser liberados o transferidos, pero permanecían en un "limbo" por las dificultades para negociar acuerdos satisfactorios con sus naciones de origen, según una investigación del diario The New York Times.

El periódico agregó que 34 de los presos habían sido arrestados en Pakistán, entre los que figuraban tres importantes miembros de la red extremista Al Qaeda. Veinte fueron identificados como guardaespaldas del líder de la organización, Osama Bin Laden, y 16 están acusados de ataques contra blancos estadounidenses previos a los operativos del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington. Las cortes marciales creadas para juzgar a los sospechosos fueron cuestionadas por diversos tribunales federales de Estados Unidos e incluso por la Corte Suprema de Justicia.

En esos fallos se advirtió que estas comisiones militares especiales no cumplían con las garantías del debido proceso consagradas en la Constitución y por las convenciones de Ginebra, base del derecho internacional humanitario que protege a la población civil envuelta en conflictos armados y a los prisioneros de guerra. Los defensores de los procesados, e incluso algunos fiscales, también criticaron severamente el accionar de los jueces militares, por ejemplo por aceptar testimonios obtenidos bajo tortura. A seis años de su creación, esos tribunales apenas lograron producir dos condenas, la última de ellas la semana pasada.

Durante la campaña presidencial, Obama señaló repetidamente que la imagen de Estados Unidos como líder en materia de derechos humanos y de vigencia del estado de derecho había sufrido a causa de Guantánamo, al que consideró "un triste capítulo de nuestra historia" que es preciso cerrar, prometió. El presidente electo y sus asesores también cuestionaron los tribunales militares. Sugirieron que en caso de evidencia creíble de actividad terrorista los detenidos deben ser juzgados por magistrados civiles, que en ciertos casos podría adoptar reglas especiales para evitar que información "sensible" tome estado público.

La asociación de abogados en defensa de los derechos humanos Human Rights First (HRF) difundió en mayo el análisis de 120 casos y concluyó que los tribunales federales están bien equipados para llevar adelante complejos casos de terrorismo. "Aunque es encomiable que el presidente electo señale su voluntad de responder a estos desafíos, cómo y dónde son juzgados los sospechosos es de vital importancia para restaurar el compromiso de Estados Unidos con los derechos humanos y el estado de derecho", dijo la directora de HRF, Elisa Massimino.

En cuanto a los detenidos que pueden ser liberados pero estarían en riesgo si son enviados a sus países, Cori Crider, abogada miembro de Reprieve, señaló que "esta es una oportunidad única para que, a ambos lados del océano Atlántico, nos movamos más allá de las erróneas prácticas de la 'guerra contra el terror', como las detenciones secretas, las 'entregas extraordinarias' y la tortura".

"Europa puede enviar un poderoso mensaje, al ayudar a Obama proveyéndole una alternativa segura para esas personas", agregó. "Como socio estratégico de Estados Unidos, la Unión Europea debe ayudar al gobierno de Obama a reubicar a esos detenidos", afirmó el presidente de la FIDH, Souhayr Belhassen, quien recordó que el comisario europeo de Derechos Humanos, Thomas Hammerberg, formuló un pedido similar. La secretaria general de Amnistía Internacional, Irene Kahn, declaró la semana pasada, entrevistada por la corresponsal de IPS en Santiago, Daniela Estrada: "Tenemos grandes expectativas puestas en el presidente Obama. Su lema de campaña estuvo basado en el cambio y nos gustaría que efectivamente haya un cambio en las políticas de derechos humanos de Estados Unidos."

Kahn mencionó "el cierre del centro de detención de Guantánamo, declaraciones públicas que confirmen la prohibición de torturas y otras formas de malos tratos y la garantía de una investigación independiente sobre las violaciones a los derechos humanos" cometidas bajo el gobierno de Bush en el marco de la "guerra contra el terrorismo". "También esperamos que muestre un liderazgo basado en principios en temas de derechos humanos en el plano internacional, que ratifique tratados como el (Estatuto de Roma, que creó) la Corte Penal Internacional y que juegue un papel constructivo en el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas", afirmó Kahn. Enviado por Eladio González para Museo Ernesto Che Guevara Primer Museo Suramericano.

jueves, 27 de noviembre de 2008

PARAGUAY Y EE.UU.: HISTORIA DE DOS ALIADOS DISTANTES (II)


SEGUNDA Y ULTIMA PARTE

Andrew Nickson (*) CORREO SEMANAL. Sábado, 22 de Noviembre de 2008.

La represión de los años 70


En la medida en que los autores dirigen su análisis de las relaciones entre los dos países desde los años 70 en adelante, cuando aumentó la oposición al régimen, su confusión acerca del nivel del compromiso estadounidense a la democratización llega a ser más evidente. Al referirse a la represión, a mediados de los 70, que culminó en abril-mayo de 1976 con el arresto de más de 2.000 disidentes, nos informan que "Ni Washington ni la Embajada de los EEUU expresaron ni un poco de inquietud acerca de la tortura y la detención de líderes campesinos y religiosos" (p. 192). Pero dos páginas después leemos que, para 1976, "la importancia de los derechos humanos en la política de EEUU hacia América Latina ya fue firme y innegable" (p. 194). Sin embargo, cuando el presidente Jimmy Carter se encontró con Stroessner en Washington, en septiembre de 1977, durante la firma de los tratados del Canal de Panamá, ellos notan que "el presidente Carter no tocó el tema de la misión de la OEA y las violaciones de derechos humanos con el hombre fuerte de Paraguay" (p. 199).

En su análisis de las últimas décadas del régimen de Stroessner, los autores demuestran su ingenuidad al pintar a los oficiales del Gobierno estadounidense como si ellos estuvieran liderando la lucha a favor de los derechos humanos en Paraguay. Perfilan a Robert White, embajador del presidente Carter (1977-1979), como un príncipe azul. Por ejemplo: "Gracias a los esfuerzos decididos de White, Stroessner liberó a cientos de presos políticos, muchos de los cuales pudieran haber muerto si no fuera por el embajador". Esto es una tremenda exageración. Para ese entonces la mayoría de los presos liberados en 1977 y 1978 estaban detenidos en la cárcel de Emboscada, donde el acceso por parte de la Cruz Roja Internacional y el Comité de Iglesias hacía imposible la posibilidad de matanzas extrajudiciales. En realidad, las desapariciones habían ocurrido durante tres anteriores y separadas olas de represión: en noviembre de 1974, en noviembre de 1975 y en abril-mayo de 1976. Los autores llevan su obsesión a niveles muy extremos al querer otorgar el mérito a los EEUU por promocionar la democracia en Paraguay. Refiriéndose a los miembros de la misión militar estadounidense, dicen que "Fue común, hacia finales de los 70, que muchos de estos oficiales ayudaran a la causa de los derechos humanos en Paraguay, al servir como facilitadores o enlaces para activistas paraguayos de derechos humanos" (p. 201). No ofrecen ninguna evidencia para respaldar esta extraordinaria afirmación. Hasta atribuyen la publicación, en 1977, de dos informes de Amnistía Internacional detallando los abusos de los derechos humanos en Paraguay a un estímulo de parte del Departamento de Estado de los EEUU (p. 202). Otra vez no dan evidencias para esta extraordinaria afirmación. Su opinión de que para 1980 los EEUU habían "... agotado la mayor parte de sus posibilidades de influencia en tratar de obligar al régimen de Stroessner a respetar los derechos políticos básicos de los paraguayos" (p. 204), no concuerda con la realidad de su capacidad, en esa misma época, de realizar una directa injerencia militar en América Central en la búsqueda de cambios de régimen.

Poca documentación avaladora

En la medida en que el fin de la dictadura se acercaba, los autores nos cuentan que "la admiración por la Embajada norteamericana y el pueblo y la sociedad norteamericanos, producto de décadas de asistencia económica y técnica a nivel comunitario, estaba difundida por toda la sociedad paraguaya, desde las calles y universidades asuncenas hasta el campo" (p. 218). El tenor de semejante afirmación no sería fuera de lugar en una declaración de prensa de la Embajada de la República Popular de China en cualquier país africano, pero, sin apoyo alguno de evidencia que lo respalde, es completamente inapropiado en un texto académico. Continúan notando que "En el periodo 1984-1987 los medios de comunicación norteamericanos emprendieron un esfuerzo masivo y casi concertado para desenmascarar al Gobierno paraguayo, con todas sus imperfecciones" (p. 211). Aunque exageran enormemente el impacto político de este "esfuerzo masivo", es interesante notar que el involucramiento del general Andrés Rodríguez -el brazo derecho de Stroessner- en el tráfico de drogas figuraba prominentemente en estas revelaciones de los medios norteamericanos, lo cual llevó a que se le fuera negada la visa para entrar en los EEUU.

Sin embargo, en noviembre de 1988, la negativa de contacto con Rodríguez terminó en forma abrupta cuando el general Fred Woerner, comandante en Jefe de Southcom, viajó a Paraguay, expresamente para encontrarse con él. Menos de dos meses más tarde, en la noche del 2-3 de febrero de 1989, Rodríguez dirigió el putsch que derrocó a Stroessner. En forma veloz el Gobierno de los EEUU dejó su antipatía hacia Rodríguez y le dio su aprobación como el nuevo Presidente del país (1989-2003). Aquí quizás vaya a pensar el lector: "Si los autores tienen razón en su afirmación de que su preocupación por la democratización y los derechos humanos fueron los factores primordiales para explicar la promoción del cambio de régimen en Paraguay, entonces ¿por qué habrán aprobado a alguien cuya participación en el narcotráfico fue tan obvia?"

La omisión de los autores para ofrecer alguna explicación de esta tremenda contradicción, pone en jaque la base de su propio argumento fundamental con respecto a los objetivos que subyacían en la política exterior de EUUU con respecto a Paraguay. De hecho, gracias a su apoyo a Rodríguez, los EEUU lograron castrar el proceso de democratización -al prolongar el mando corrupto del Partido Colorado durante veinte años más, hasta que el presidente Fernando Lugo asumió la presidencia, el 15 de agosto de 2008. Esta "castración democrática", por parte de los EEUU, empeoró su actitud hacia la sucesión del mismo Rodríguez. En la medida en que se acercaba el fin de su mandato, se realizaron elecciones primarias del Partido Colorado, en diciembre de 1992, para seleccionar a su candidato para las elecciones presidenciales en 1993. Las encuestas de salida indicaban claramente que Luis María Argaña había ganado con 48 por ciento de la votación, en contra del 42 por ciento de los votos por el millonario empresario Juan Carlos Wasmosy, uno de los "barones de Itaipú", quien fue el candidato preferido de la rosca, el conglomerado de élite formado por altos oficiales del Partido Colorado, militares y empresarios, quienes habían amasado fortunas ilícitas bajo la dictadura. Los resultados de la elección fueron pospuestos durante semanas, mientras que los talones fueron adulterados, después de lo cual se declaró ganador a Wasmosy.

En conclusión, a los autores "los árboles no les dejan ver el bosque". Su preocupación es delinear los cambios en la política exterior hacia Paraguay, de una presidencia a otra. Al realizar esta tarea, producen mucha información interesante. Sin embargo, aun cuando algunos de estos recambios fueron sin duda significantes, ellos dejan de resaltar la continuidad subyacente del apoyo estadounidense para Gobiernos derechistas en Paraguay -tal como en el resto de América Latina- durante el periodo pos-1945. Llámase "imperialismo", si uno quiere, pero la realidad es que por décadas este gran desequilibrio, en cuanto a poder, ha determinado en forma fundamental las relaciones entre estos dos "aliados distantes", poniendo en duda el nivel de compromiso real de los EEUU a favor de la democratización. Si los autores hubieran agregado una conclusión a su libro, sería aconsejable que confrontaran esta cuestión incómoda.


Andrew Nickson: r.a.nickson@bham.ac.uk

Profesor de Gestión Pública y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Birmingham, Inglaterra.

PARAGUAY Y EE.UU.: HISTORIA DE DOS ALIADOS DISTANTES (I)


PRIMERA PARTE

Andrew Nickson (*) CORREO SEMANAL. Sábado, 22 de Noviembre de 2008.

Los investigadores estadounidenses Frank Mora y Jerry Cooney publicaron, el año pasado, el libro Paraguay and the United States: Distant Allies. El mismo aporta datos interesantes sobre las relaciones históricas del Paraguay con los EEUU, pero también ignora facetas conflictivas.

Los dos autores de este libro son miembros de un grupo cada vez más numeroso de académicos norteamericanos que se especializan en Paraguay. Su texto ofrece una reseña histórica de las relaciones entre Paraguay y Estados Unidos, desde la Independencia hasta el inicio del gobierno de Nicanor Duarte Frutos, en 2003. Demuestra cómo Paraguay estuvo mayormente "fuera del radar" de los EEUU hasta la Segunda Guerra Mundial, y la manera en que la guerra fría introdujo un "matrimonio de conveniencia" mediante el cual el apoyo económico de EEUU a la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-89) se canjeó por un feroz anticomunismo en la política doméstica y exterior de Paraguay.

A diferencia de las potencias europeas, el Gobierno de los EEUU demostró un notable desinterés en la Guerra de la Triple Alianza (1864-70), a tal extremo que al terminar la guerra su Gobierno tardó hasta 1888 en nombrar un cónsul en Paraguay y fue solo en 1914 cuando se acreditó un embajador norteamericano con residencia en Asunción. Después del fracaso de la "Comisión de los Neutrales" -liderada por los EEUU- en evitar las hostilidades entre Paraguay y Bolivia, Washington tuvo poca incidencia en la diplomacia durante la Guerra del Chaco (1932-35). Sin embargo, la aseveración de que "El objetivo principal de los EEUU era la búsqueda de una paz duradera" (p. 90) hace caso omiso de otras consideraciones tanto geopolíticas como económicas, en un momento en que la exploración en el norte del Chaco había revelado la existencia de grandes depósitos de petróleo y gas. Los autores reconocen que después de su nombramiento como ministro en Washington, a principios de 1938, José Félix Estigarribia, el héroe máximo durante la guerra, forjó una estrecha amistad con el secretario de Estado, Cordell Hull. Fue solo cuando Estigarribia llegó en forma imprevista a Buenos Aires, el 2 de julio, que se pudo evitar el peligro de un fracaso total en las negociaciones de paz y, como los mismos autores relatan, "sin ninguna autorización desde Asunción, él tomó el liderazgo de la delegación paraguaya" (p. 90). En vista de estos hechos extraordinarios, no es de sorprender que muchos estudiosos crean que el Gobierno de los EEUU tuvo injerencia en la demarcación fronteriza definitiva en el Tratado de Paz. Sean estas intenciones más estratégicas, la mediación de los EEUU señaló efectivamente un punto de inflexión en el fortalecimiento de los vínculos entre los dos países. La creciente presencia económica estadounidense y el inicio de un programa de ayuda externa, durante la Segunda Guerra Mundial, gradualmente desmamó a Paraguay de la órbita de los poderes Axis, con su desenlace final en la declaración de guerra en contra de Alemania, en febrero de 1945. Hasta ese momento histórico los autores presentan un relato sensato e informativo de las relaciones entre los dos países

Democratización: Opinión cuestionable

Al contrario, su opinión de que la democratización fue un objetivo principal de la política exterior de EEUU hacia Paraguay durante gran parte del periodo posguerra es muy cuestionable. Ellos atribuyen la breve "primavera democrática", desde mediados de 1946, casi exclusivamente a la presión al régimen de Morínigo por parte del embajador norteamericano, Willard Beaulac, aún cuando ésta "... desató sin intenciones una guerra civil destructiva que produjo un apoyo discreto de Washington a Morínigo en contra de fuerzas políticas que consideraba 'sospechosas y probablemente peligrosas'" (p. 118). La apertura democrática y la libertad de expresión duraron menos de seis meses. Con la aprobación tácita de los EEUU, el Partido Colorado tomó el control político el 13 de enero de 1947, en coalición con las Fuerzas Armadas, bajo el liderazgo de Morínigo. Este acontecimiento marcó un hito en la historia política de Paraguay. En forma inmediata desencadenó una sangrienta guerra civil, de la cual el Partido Colorado salió ganando, tomando una terrible venganza contra sus adversarios vencidos y estableciendo la base de mando autoritario sobre el país, que ejercería durante los siguientes 61 años, siete meses y dos días, hasta que finalmente terminó su dominio el 15 de agosto de 2008, siendo para esa fecha el partido político de mayor duración en el poder en el mundo.

Los autores ignoran esta complicidad de los EEUU en el génesis del largo mandato colorado y subestiman su papel crucial en mantener el régimen dictatorial de Alfredo Stroessner, que se extendió desde 1954 hasta 1989. Al referirse al periodo inmediatamente previo al golpe de Estado liderado por Stroessner, en mayo de 1954, los autores dicen simplemente que "... los oficiales norteamericanos mantuvieron su apoyo a los colorados, mayormente porque temían que la alternativa no fuera ni viable ni preferible" (p. 122). Pero esta opinión contradice su anterior afirmación de que el Gobierno de los EEUU fue crucial en la presión a favor de la democratización en 1946. Como los autores mismos nos informan, los militares norteamericanos habían empezado a cultivar una amistad con Stroessner desde principios de los años 50. Después de graduarse del curso para oficiales mayores en Fort Leavenworth, el secretario del Ejército, Robert Stevens, invitó a Stroessner a realizar una gira por varias unidades militares en los Estados Unidos, entre mayo y junio de 1953. Cuando visitó la sede del Primer Cuerpo del Ejército en Governor's Island, recibió un tratamiento 'de gala'. También visitó la Zona del Canal de Panamá y hasta se reunió con la plana mayor del Comando Sur de Defensa. En vista del estrecho contacto establecido con él y la presencia de una Misión Militar estadounidense y oficiales de Inteligencia in situ, la afirmación de que en mayo de 1954 Stroessner "... realizó un golpe de Estado sin el conocimiento de los EEUU" (p. 125) es increíble. Menos de un año después del golpe, el mayor general Robert Douglas, jefe de la delegación norteamericana para el Comité de Defensa Interamericana, visitó a Stroessner, y para mayo de 1956, cuando reestructuró su propio Gabinete, Stroessner "... hasta presentó una lista de candidatos a la Embajada para que le den su visto bueno antes de anunciarlo públicamente" (p. 136).

Apoyo norteamericano a Stroessner

Los autores sí reconocen el papel central del apoyo norteamericano en la sobrevivencia y consolidación del régimen durante sus primeros años (1954-1960). Nos informan que Paraguay estaba entre los tres principales recipientes de ayuda norteamericana en América Latina entre 1954 y 1961 (p. 141), y que el embajador Walter Ploeser (1957-59) "funcionó como 'lobbyist' sin pago para el Gobierno paraguayo" (p. 140). Sin embargo, llama la atención que ellos hayan ignorado la evidencia de la complicidad de EEUU en el establecimiento y montaje del Departamento de Policía responsable de la tortura sistemática y de la desaparición de detenidos políticos durante la época stronista. Esta evidencia se encontraba en el Archivo del Terror -el conjunto de detallados informes históricos de la Policía Política-, que fue descubierto en diciembre de 1992 y que desde mediados de los 90 se encuentra en una biblioteca pública en el Palacio de Justicia. Varios documentos en este Archivo hacen referencia a la misión a Paraguay del coronel de Ejército norteamericano Robert K. Thierry (nacido en el Estado de Ohio el 17 de enero de 1909), entre mayo de 1956 a marzo de 1958, con el propósito de establecer la Dirección Nacional de Asuntos Técnicos (DNAT), dentro de la sede central de la Policía en Asunción. La Técnica, tal como se la conocía, muy pronto se convirtió en el centro neurálgico para la tortura de miles de disidentes durante la época stronista. Aún cuando se sabe que al menos treinta presos políticos fueron matados en la misma Técnica, el número real es probablemente muy superior. Bajo el sistema de clasificación de la asistencia técnica extranjera de USAID de entonces, la misión Thierry fue encubierta como... ¡"capacitación en Administración Pública"!

Alianza para el Progreso

Paraguay fue el primer país latinoamericano en solicitar ayuda económica a través de la Alianza para el Progreso (AP), pero a cambio de esta ayuda de parte de los EEUU durante los años 60 se efectuaron solamente reformas simbólicas. Se despilfarró una proporción mucho mayor de esta ayuda de lo que nos hacen creer los autores. Ellos alaban la construcción de carreteras como el gran éxito de la AP en Paraguay, pero sus propias cifras revelan que el kilometraje total de rutas pavimentadas en el país aumentó solamente de 91 km en 1954 a 261 km en 1968, ¡un promedio de menos de 12 km por año! La aseveración de que la AP "contribuyó a la modernización de la infraestructura y el crecimiento económico, creando la base (mediante la red carretera) de la cual surgió el boom económico en los años 70" (p. 168), es cuestionable por dos razones: primero, el aumento en la extensión de la red carretera fue muy limitado; segundo, y más importante, el boom de los 70 fue casi totalmente producto de un factor exógeno -o sea, la construcción de la represa de Itaipú, la planta hidroeléctrica más grande del mundo-.

La "liberalización parcial" (p. 170), a mediados de los 60, fue orquestada solamente para otorgar legitimidad a la preparación de la "nueva Constitución de 1967" (p. 171), cuyo solo propósito fue permitirle a Stroessner mantenerse en la presidencia durante dos mandatos más, cada uno de cinco años. Por esta razón, se equivocan los autores en su opinión, al referirse al opositor Partido Liberal de entonces, de que fue solamente "el ala izquierdista del Partido que seguía rechazando la legitimidad del régimen de Stroessner" (171). De hecho, la gran mayoría de los liberales no dejaron de considerar al régimen como ilegítimo. Por ende, la aseveración de que "Quizás en ningún momento, desde que llegó al poder en 1954, Stroessner se sintió tan seguro y con tanto apoyo popular como a finales de los 60" (p. 177) es fuera de serie. Sin duda se sintió más seguro -solo entre 1964 y 1967 otros 300 oficiales de las Fuerzas Armadas habían recibido entrenamiento en el Canal de Panamá y los EEUU-, pero los autores ofrecen poca evidencia para apoyar su hipótesis de una mayor "popularidad". Al contrario, en un marcado contraste al "silencio popular" durante la visita del vicepresidente Richard Nixon, en mayo de 1958, la visita del enviado presidencial Nelson Rockefeller, en junio de 1969, provocó las primeras protestas estudiantiles en contra del apoyo de EEUU al régimen. La torcida visión de los autores con respecto a este periodo lo resalta la extraordinaria afirmación de que "los paraguayos alaban a John F. Kennedy en agradecimiento por la prosperidad, paz y modernidad que Paraguay había disfrutado durante la década" (p. 173). Poniendo a un lado el desafortunado uso de una fase que se asemeja mucho al ubicuo eslogan del régimen: "Paz y Progreso", en realidad la admiración por Kennedy fue mayor justamente entre la juventud urbana, educada pero opositora, quienes, con razón o sin ella, pensaban que si no fuera asesinado, Kennedy hubiera ejercido mayor presión sobre Stroessner que la ejercida por la Administración de Lyndon Johnson, para introducir un genuino proceso de democratización.


Andrew Nickson: r.a.nickson@bham.ac.uk

Profesor de Gestión Pública y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Birmingham, Inglaterra.

lunes, 24 de noviembre de 2008

25 DE NOVIEMBRE: DIA INTERNACIONAL POR LA ELIMINACION DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER


Va como regalo, como homenaje, a las compañeras y compañeros luchadoras y luchadores por la igualdad y la solidaridad, y para nunca perder la memoria del por qué de las fechas conmemorativas. Para nuestras compañeras, en la seguridad que la recuperación de nuestra memoria de lucha, es la mejor y más efectiva herramienta para el cambio de verdad, en Paraguay, Latinoamerica y el mundo. Cambio Te'ete que le dicen.

En Paraguay, se llevarán a cabo varias actividades, para recordar a quienes dieron sus vidas por la liberación de un pueblo oprimido, como el dominicano durante la dictadura de Trujillo. Un acto para recordar a quienes se han convertido en símbolo de redención, justicia y honestidad. Un acto para decir que aún viven en sus ideales como ejemplo para luchar por la justicia social, pues inspiran la lucha de las mujeres y hombres paraguayas y paraguayos por una sociedad más justa y solidaria. En la nacional por nuestras heroínas de todos los días, recordamos también a las "mariposas", las Hermanas Mirabal, cruelmente asesinadas por el dictador dominicano Trujillo, un 25 de noviembre, fecha, que ha quedado marcada como DIA INTERNACIONAL POR LA ELIMINACION DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER.
Fuente: http://www.mirabalcenter.org/
Link y Más información: info@mirabalcenter.org

domingo, 23 de noviembre de 2008

25 DE NOVIEMBRE: DIA INTERNACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES

LA ECONOMIA DE EE.UU. ES INSOSTENIBLE


Comparto esta nota al economista Gérard Dumenil, de nacionalidad francesa, realizada recientemente en el suplemento económico de un periódico argentino, referente a la actual crisis económica global y su epicentro en la mayor economía del mundo. Las perspectivas de superación y las diversas salidas a la misma.

Por Natalia Aruguete. Cash. Página 12. Con una creciente ola de despidos en las empresas más importantes del planeta como telón de fondo, los integrantes del G-20 elaboraron un plan de acción para superar la debacle global. Aunque criticada por empeñarse en evitar decisiones concretas, la declaración emitida la semana pasada apunta a limitar los efectos de la recesión de las economías centrales y emergentes mediante una reforma del sistema financiero mundial –en términos de regulación y transparencia–, un fuerte estímulo de las economías nacionales con políticas fiscales y monetarias, y una mayor participación de los países emergentes en la toma de decisiones políticas. En este contexto, Cash dialogó con el economista marxista Gérard Dumenil durante su visita a Buenos Aires, donde participó del IV Coloquio del Sepla. El investigador del Centre National de la Recherche Scientifique, que viene advirtiendo desde hace años sobre la “inminencia” de la actual crisis, opinó que sus causas centrales son los desequilibrios de la trayectoria económica de Estados Unidos, la aceleración de mecanismos financieros basados en un endeudamiento “insostenible” y el “financiamiento de los desequilibrios de la primera potencia por parte del resto del mundo”.

Desde hace años, usted viene planteando la posibilidad de una gran crisis financiera. ¿Analiza diferencias entre lo que pensaba que sucedería y la forma en que finalmente se desencadenó?

–En la crisis actual hay dos aspectos. El primero es la situación económica de Estados Unidos. Este aspecto lo preveía desde hace unos años. El crecimiento de ese país se caracteriza por un déficit creciente del comercio exterior: compra más en el mundo de lo que vende al resto del mundo. Como consecuencia, el mundo financia cada año más la economía estadounidense.

¿Cómo lo financia?

–Con inversiones financieras. Compra bonos del Tesoro y acciones. Ya en 2006 veíamos que esa trayectoria era insostenible, pero ahora es mucho más. Al desequilibrio exterior se agregan los desequilibrios internos, en particular, el crecimiento de la deuda de los hogares.

¿Cuál es el segundo de los dos aspectos de la actual crisis?

–La innovación financiera. Es el más evidente. Entre 2001 y 2006 se aceleraron nuevos mecanismos financieros, en particular los créditos subprime –que significó prestar dinero a hogares que no pueden pagar–, con mecanismos de titularización. Detrás de los subprime hay seguros. Si el tomador del crédito no paga, otra empresa pagará en su lugar. Es un sistema. Pero hay otros mecanismos complejos: lo que hacen los mercados.

¿A qué se refiere con “lo que hacen los mercados”?

–El hecho de comprar acciones a un cierto plazo o vender protección. Por ejemplo, una empresa va a usar cobre en una nueva fábrica. Hacen la inversión. Saben que en los diez próximos años van a necesitar y el precio del cobre es muy importante para ellos. Van a hablar con un fondo de cobertura cuyo trabajo es vender cobre a un cierto precio en uno, dos, diez años. Esta contratación significa protección, ya que esta empresa tendrá el cobre a ese precio cuando tal vez en el mercado sea más alto o más bajo. Es un mecanismo especulativo donde se trabaja con una incertidumbre enorme. Pero los mercados representan un montón de otros mecanismos.

¿Por ejemplo?

–Hay tasas de interés a corto y a largo plazo, pero los niveles son diferentes. Por ejemplo, en Brasil la tasa de interés es muy elevada. Los bancos piden prestado en un país con tasa de interés baja y prestan en uno con tasa de interés elevada. El riesgo es cambiario, porque la tasa de cambio del real puede bajar y tener pérdidas de un 30 por ciento del valor de la inversión. Es muy difícil controlar estos mecanismos financieros y saber exactamente lo que sucede. No hay sistema de control, ni seguimiento estadístico que pueda informar lo que pasará. Pero ésta es la base del sistema financiero actual.

Entre estos mecanismos, ¿qué rol jugó la “innovación financiera” en esta crisis?

–El carácter insostenible de la trayectoria de la economía de Estados Unidos tenía que aparecer de cierta manera y lo hizo a través de una crisis financiera, porque utilizaron el boom inmobiliario para prolongar el crecimiento económico durante 4 o 5 años. La recesión de 2001 fue el ensayo general de la actual. Fue muy difícil para los norteamericanos salir de esa situación, que significó contracción de la actividad y crisis bursátil.

¿Y cómo consiguieron salir?

–A través de una baja enorme de la tasa de interés de la Reserva Federal (FED) y de la nueva ola de inversiones de los hogares en viviendas a través de la titularización. Pero esa manera de prolongar su trayectoria positiva de la economía también se hizo insostenible porque es imposible basar el crecimiento de un país sobre el endeudamiento de hogares que no pueden pagar. Con una particularidad: en 2006, más de la mitad de los créditos “malos” se vendieron en el resto del mundo. Alan Greenspan, cuando era presidente de la FED, decía: “La titularización está muy bien porque diluye el riesgo. Los bancos no conservan los créditos malos, los venden. En particular exportan el riesgo en Japón, en Europa”. Así exportaron su crisis.

El consumo de los hogares es una parte significativa de los ingresos de Estados Unidos. ¿Cree que se podrían haber ensayado políticas que apuntaran a este sector para salir de esta crisis?

–El problema no es de falta de demanda. Entre 2001 y 2007, el problema fue de exceso de demanda. En conjunto, los hogares de ese país gastan en forma desenfrenada, aunque es un esquema heterogéneo, ya que el poder de compra del 95 por ciento de la población está estancado desde los años ’70. Pero considerando el conjunto de los hogares, consumen más de lo que ganan. Así, su tasa de ahorro es negativa.

Se calcula que el costo de la crisis hasta octubre ha sido de aproximadamente 4,5 billones de dólares, contando Estados Unidos, Europa, Japón y Canadá. ¿Es posible estimar cuál será el monto de esta crisis?

–Es difícil de calcular. Cuando hablamos del “costo”, hablamos de factores heterogéneos: prestar dinero no es lo mismo que comprar una empresa que se nacionaliza o comprar una deuda mala. Nacionalizar significa que el Tesoro puede comprar las acciones de un banco a un valor muy bajo. Es difícil saber cuánto costará solventar el sistema porque con los créditos se puede tratar de comprar, pero también la modalidad del Plan Paulson (secretario del Tesoro) era comprar a los bancos los “créditos malos”.

Aproximadamente 10 millones de familias perderán su vivienda. ¿Qué sucedería si se tomaran medidas de ayuda a esas personas en lugar de salvar a los bancos?

–Esa decisión tendrían que haberla tomado más temprano. Ahora estamos en una situación de extrema urgencia. Evitar una crisis como la del subprime era muy simple. Se necesitaba una decisión de la Casa Blanca, pero no lo hicieron. En Francia, el subprime no puede existir. Una persona no puede pedir un crédito por el que tenga que pagar más de un 30 por ciento de su ingreso mensual. En Estados Unidos, una familia paga hasta un 80 por ciento de su ingreso para reembolsar y pagar los intereses.

¿Por qué cree no se tomó esa decisión?

–Porque así ganaron un dinero increíble entre 2001 y 2006. La tasa de ganancia de los bancos en ese período se disparó completamente. La otra razón es que necesitaban esa suba de los créditos de los hogares para salir de la crisis de 2001. Greenspan se preocupó mucho al ver cómo aumentaba el monto de los créditos. Cuando la economía salió de la recesión, se aumentó la tasa de interés de la FED, pero las tasas de los créditos hipotecarios no subieron. Era la primera vez que esto ocurría. La explicación de Greenspan fue: “Yo aumento el costo del crédito a los bancos y éstos no aumentan”. Porque pueden pedir dinero prestado al resto del mundo y el resto del mundo está disponible a prestar con una tasa de interés menos elevada. Y Greenspan descubrió que no podía controlar la tasa de interés de los créditos hipotecarios.

Hay cierta preocupación por la posibilidad de que esta crisis derive en proteccionismo comercial. ¿Cree que algunos países recurrirán a políticas de este tipo?

–Después de esta crisis, Estados Unidos necesita corregir su trayectoria económica. Eso significa salir de muchos aspectos del neoliberalismo. El proteccionismo es una cuestión, pero el problema es que el poder económico norteamericano se basa en sus empresas transnacionales, que necesitan el libre comercio, la libre movilidad del capital, mientras que la trayectoria de la economía es incompatible con la libre movilidad del capital.

¿Y cómo resuelven esa incompatibilidad?

–Haciendo trampas. Por ejemplo, el ejército norteamericano decide comprar aviones europeos, el gobierno dice que no. O si antes de la crisis China quería comprar una empresa de petróleo, el gobierno decía: “No. Seguridad nacional”. Todo esto antes de la crisis. Ahora es diferente porque están en una situación terrible y son más flexibles.

“El resto del mundo financia a EE.UU.”

Se habla de la importante deuda externa de Estados Unidos. Sin embargo, usted ha dicho que no se trata exactamente de una deuda. ¿Por qué?

–No es una deuda. La expresión correcta es que el resto del mundo financia la economía norteamericana. Financiar significa tener acciones, bonos del Tesoro. Esos títulos son una deuda. Pero una acción no es una deuda. Aunque esto no cambia el hecho de que el resto del mundo tiene un comportamiento más o menos rentista.

¿En qué sentido?

–Por ejemplo, una banca central como la de China compraba bonos del Tesoro a una tasa de interés del 5 por ciento anual. Pero cuando Estados Unidos hace inversiones directas en otros países logran tasas de rendimiento del 15 o 20 por ciento. El resto del mundo financiaba la economía norteamericana de forma bastante barata en términos comparativos. Pero ahora estamos entrando en una nueva fase porque el resto del mundo quiere entrar en el corazón del animal y beneficiarse también de rendimientos elevados. China, por ejemplo, va a usar sus dólares para hacer inversiones activas, no rentistas, entrando en las grandes entidades estadounidenses y con el mismo tipo de rendimiento en el mundo. Eso es una situación nueva.

Se dice que China financiará la crisis de Wall Street por la cantidad de bonos del Tesoro que posee. ¿Cree que China puede desplazar a Estados Unidos de su rol de primera potencia mundial?

–No estamos en esa situación, de ninguna forma. China desempeña un papel muy importante ahora porque tiene enormes reservas de divisas (dólares y euros) por su superávit comercial, que no es otra cosa que el déficit comercial norteamericano.

El problema es que muchos países emergentes tienen problemas de divisas. ¿Quién los podrá ayudar?

–El Fondo Monetario, pero sus recursos son muy limitados. Se dice que China debe prestar dinero al Fondo. China responde: “De acuerdo, pero necesitamos un nuevo sistema financiero internacional”, en el cual otras monedas, no sólo el dólar, jueguen un papel importante.

“América latina es una región de resistencia”

Antes de esta crisis, usted afirmó que América latina era la oportunidad para el cambio. ¿Lo sigue pensando?

–Sí, porque probablemente después de la crisis tengamos un proceso de diferenciación a escala mundial. El mundo no es uniforme. Estados Unidos se va a arreglar de alguna manera, Europa tal vez de otra y China de una completamente diferente. América latina fue históricamente una región de resistencia y eligió gobiernos de izquierda. El problema es lo que ocurre con gobiernos de izquierda. Por ejemplo, el caso de Brasil.

¿Por qué alude al caso de Brasil?

–Porque la política de Brasil es ciento por ciento neoliberal. El caso de la Argentina es particular porque, después de una década de locura neoliberal, tuvo esta crisis terrible de 2001 y salió de forma bastante hábil. En Francia, una persona de izquierda bastante radical considera que los tres países andinos –Venezuela, Ecuador y Bolivia– representan una esperanza, porque eligieron gobiernos de izquierda que piensan en la conformación de un bloque. Probablemente el caso más simple es el de Ecuador, porque es un gobierno muy serio con una voluntad nacional de recuperación de los recursos del país, de alcanzar un cambio social. Y tienen, en cierta manera, un grado de armonía social.

¿Y el caso de Bolivia?

–Es muy difícil. Mucha gente en Francia piensa que Bolivia está construyendo el socialismo. Hay un gobierno comprometido con un cambio social, con recuperar sus recursos, desarrollar el país, aunque con una alta tensión social. Y en Venezuela, el pueblo básicamente apoya a Chávez, pero también hay una burguesía con una relación muy difícil con el gobierno.

¿Eso dificulta el cambio?

–Es un país con una burocracia muy grande. El mismo Chávez tiene muchas dificultades para controlar esa burocracia.

¿La situación en la región es hoy más compleja que hace dos años?

–Exactamente. Y la Argentina estaba en situación de salir de la crisis y lo hizo de forma formidable. No salir del neoliberalismo, pero acabar realmente con esta variedad loca del neoliberalismo. Para mí, América latina sigue representando una esperanza. Es un continente de tradición de lucha. Fuente: Suplemento Cash. Página 12.