viernes, 2 de enero de 2015

MISTERIOS TRAS EL ATAQUE A YHÚ (I)

La Colonia Buena Vista de Yhú, Departamento de Caaguazú, entre el 4 y el 5 de abril de 1975 recibió un ataque militar a cargo de efectivos de la II División de Infantería con asiento en Villarrica, departamento de Guairá, quemando y destruyendo alrededor de 57 viviendas. El predio tenía unos 1.300 pequeños lotes para familias campesinas en gestión de compra a través del Instituto de Bienestar Rural (IBR), a la firma internacional de capital español Compañía Forestal Hispano Paraguaya SRL. La empresa loteó. Subió el precio de la tierra. Y aparecieron otros compradores con más plata en mano. ¿Qué militares y qué jueces estuvieron detrás?
A partir del 10 de mayo de 1975, se realizaron más detenciones arbitrarias de familias campesinas que fueron trasladadas a un campamento militar de infantería en Caaguazú. Luego vueltas a trasladar a la II División de Infantería, y a la Comisaría de la ciudad de Caaguazú, cabecera del departamento de Caaguazú.
Doroteo Grandel, habitante de la colonia, viajó a Asunción para denunciar ante la prensa los atropellos, quemas y persecuciones. La respuesta fue su secuestro y desaparición durante más de dos años. Este secuestro pudo haber sido interminable o haber terminado en muerte en ese momento, si no fuera porque casualmente fue localizado por un periodista británico, que también había caído detenido en el mismo regimiento de Infantería, hasta que la embajada británica exigió su inmediata liberación.
Por obvia presión nacional e internacional, el secuestrado Doroteo Grandel, apareció y fue liberado. Pero se la tenían jurada. Fue ejecutado extrajudicialmente en Carrera-í, Departamento de Caaguazú a manos de “sicarios” unos meses después, en 1978.
A raíz de las denuncias de Grandel al diario El Radical, el Doctor Miguel Ángel Martínez Yaryes, fue detenido en Asunción. Llevado a una comisaría, e inmediatamente remitido a la Penitenciaría de Tacumbú, para ser velozmente procesado y condenado. Del mismo caso, se desprendieron las posibles ejecuciones extrajudiciales nunca investigadas, de familiares de Doroteo Grandel (su suegro Zacarías, y sus cuñados Mario y Sixto Gamarra), el 15 de agosto de 1981, en Yuquyry, Caaguazú.
Hambre de tierra y sangre. No pasaron quince días de la denuncia periodística, para que el General de Brigada Otello Carpinelli Yegros querelle por difamación y calumnias al entonces director de El Radical, el doctor Miguel Ángel Martínez Yaryes. El poder judicial lo mandó a Tacumbú durante una semana, quedó en libertad ambulatoria pero con un proceso encima.
En primera instancia el proceso interminable fue llevado por el Juez Diógenes Martínez, y luego por el Juez Carlos Báez Renhfetd, quien había sido juez en Villarrica, de conocida amistad y afinidad con el querellante militar Otello Carpinelli Yegros. Finalmente, en julio de 1977, el Juez Báez Renhfeldt condenó a dos años y medio de prisión al Doctor Miguel Ángel Martínez Yaryes, sentencia confirmada en apelación. La víctima interpuso una acción de inconstitucionalidad.
El propio director de El Radical, relató tiempo después, que le llamó la atención, pues los ataques eran realizados generalmente por la policía del régimen, en el caso Yhú, fué una acción militar directa. También destacó que el propio doctor Luís María Argaña, quien fuera Presidente de la Corte Suprema de Justicia, y a quien le unía una amistad de cuando eran más jóvenes, le dijo en una entrevista para consultarle sobre su expediente que “mientras él estuviera en la corte suprema, ese expediente iría a quedar encajonado y no permitiría que se cumpliera la sentencia”.
Federico Tatter.
Enero de 2015. Asunción, Paraguay.

EL AFFAIRE AZOD (I)

La República del Paraguay, en su noche más oscura, para muchos, y sólo para algunos, fue un paraíso principesco. Tan es así, que se dio el lujo de contar con un Príncipe persa, de sangre azul y todo. He aquí la peculiar historia. La relataré en partes, pues esta alfombra voladora tiene mayor extensión. Va la primera.
El príncipe iraní Abounasrd Azod, no hablaba castellano, mucho menos el dulce guaraní. Tal vez, hablaba persa, pero casi con seguridad, el francés, lengua que la manejaba a la perfección, y con la que se comunicaba con las autoridades paraguayas, obligadas a pelearse con el diccionario.
El noble persa, perteneció a la corte del Sha de Irán, quien fuera derrocado el 16 de enero de 1979 por una revolución popular que tuvo como líder político y espiritual al Ayatollah Jomeini. El príncipe, por tanto, con todo y su sangre azul, se vio forzado a marchar raudo y cauto a un dorado exilio en la República francesa (dicho sea de paso, toda una colonialista hipócrita, habituada en dar el aguante a decenas de sus dictadores, siempre y cuando compartieran sus fortunas mal habidas). Y fijó domicilio en una mansión en la Costa Azul, que terminó siendo la envidia de la diplomacia paraguaya de esos días.
El Príncipe Azod, de rancio abolengo y fina formación europea, no podía compararse con un áspero campesino pynandí, ni mucho menos con un militante republicano “hasta las últimas consecuencias”. No obstante, se las ingenió para ser uno de los principales beneficiarios de la anti reforma agraria del General Alfredo Stroessner. Y terminó siendo un gran amigo del gallardo y varonil único líder nacionalista y anti comunista de este lado del mundo. El uniforme militar y los títulos nobiliarios marea a más de uno, y el tosco artillero germanófilo, le encontró el gusto. El hambre y las ganas de comer se dieron un abrazo.
El príncipe vivió rodeado de fortunas desde su cuna. No obstante, dedicó su vida a agigantarla desarrollando habilidades exquisitas que eran la delicia de cuanto dictadorzuelo se cruzara frente a sus ambiciones. Que siempre eran más grandes que sus activos.
Pero a tal grado llegaron las relaciones carnales, que a través de un decreto presidencial del 30 de agosto de 1982, el noble Príncipe persa fue nombrado Adicto Comercial a la Embajada de la República del Paraguay en la República de Francia, cargo que ostentó, con las turbulencias propias de su estirpe, hasta que por otro decreto presidencial del 26 de febrero de 1993, el presidente constitucional del Paraguay, también un general, se vio obligado por un cúmulo de vergonzantes malos tragos, a dar por terminadas sus funciones.
Pero, la fortuna de Azod siempre pedía más fortuna. A tal punto, que sin residir jamás en el Paraguay y sin moverse de Cannes, desde el 8 de marzo de 1982 hasta el 29 de abril de 1983, fue beneficiario exclusivo de la anti reforma agraria del stronismo, con nada más y nada menos que, 75 mil hectáreas de tierra paraguaya. La misma que fuera defendida con la sangre de miles valerosos combatientes paraguayos en los confines polvorientos y sofocantes de la región occidental. La misma que sirviera de escenario para que el general de acero pudiera sacarse fotos con su mortero reluciente. El latifundio del noble persa, estaría ubicado en el corazón del idílico departamento de Nueva Asunción, con capital en General Eugenio A. Garay, hoy inexistente e integrado al departamento de Boquerón, según el libro “La tierra en Paraguay. 1947-2007”, de Efraín Alegre y Aníbal Orué.
El Príncipe Abounasrd Azod por tan alta función diplomática para un estado que jamás tocó, poseía un pasaporte diplomático paraguayo que le brindaba todas las inmunidades y garantías. Quedan aún por relatar qué se hizo de este aventajado ilusionista con un pasaporte diplomático, como empleado de lujo del estado paraguayo stronista, y con por lo menos un latifundio de dimensiones novelescas en el corazón del chaco paraguayo.
Federico Tatter.
Diciembre de 2014. Asunción, Paraguay.

SONADO CASO DE LOS 38

Mientras el Príncipe Persa Azod, obtenía casi 75 mil hectáreas de tierra del Chaco paraguayo, “sin sudar una gota”, sin haber vivido nunca en el Paraguay, el campesinado paraguayo vivió un real Vía Crucis.
El 23 de febrero de 1982, el Departamento de Investigaciones de la Policía de la Capital, informó a sus superiores de un espeluznante hallazgo. Habían desbaratado una misteriosa célula comunista de orientación maoísta, que filtró a la prensa, como el “Caso Pro Chino” o “Caso de los 38”. He aquí el relato.
Todos los ataques policiales del caso, fueron en realidad secuestros, donde mantuvieron a los detenidos arbitrarios largo tiempo incomunicados, y a disposición de torturadores profesionales que les hicieron decir lo que querían que se dijese. Como un guion para los medios o para el cine. Todo estaba listo. ¡Luz, cámara, acción!
Antes que a algún Juez o Fiscal, el Departamento de Investigaciones cortó por lo sano, y fue a lo suyo, “armar casos”. Con gran despliegue mediático, dio aviso público en rutilante conferencia de prensa, el 15 de marzo de 1982, un mes después de los secuestros, de la existencia de un terrible plan subversivo, con la presentación para las fotos, para los grandes titulares y portadas, a los supuestos responsables “en fila, identificados y uniformados con pijamas”. Todo ya estaba escrito y firmado. ¡A rodar!
Desde la oficina de Pastor Coronel, incluso abundaron en detalles para facilitar la historia, para ayudar por dónde “venderla” al público. Dijeron que habría más detenciones, que habría mayores hallazgos, presentes y futuros. Pero las víctimas fueron finalmente 38, en su mayoría varones, habiendo también mujeres, que permanecieron cautivos, por casi cinco años.
Los secuestrados, luego de semanas de torturas y exposición mediática (deberíamos decir correctamente, después de un buen “fusilamiento mediático”, después de haber sido “descuartizados en la prensa”, más que culpables, sin haber tocado un estrado judicial), fueron trasladados de Investigaciones a la Agrupación Especializada, y recién en junio de 1982, cuatro meses después, fueron derivados a la justicia ordinaria de la dictadura para un tratamiento “Fast track”, para darle firma a la condena previa policial y mediática. La misma se comportó adicta y contestes al deseo represivo: forma rápida, barata, contundente y sin chistar, resolvió el traslado de los detenidos arbitrarios al Penal de Tacumbú y la Casa del Buen Pastor, para varones y mujeres respectivamente. Fueron procesados y condenados velozmente y “de taquito” con una única herramienta: la indagatoria policial extraída en las cámaras de tortura de Investigaciones.
En la Casa del Buen Pastor, antes de cumplir toda su condena, falleció Leónidas Bogado Viuda de González, una de las secuestradas, por las torturas recibidas en Investigaciones y por las extremas condiciones de cautiverio, así como por la falta de auxilio médico del Policlínico Rigoberto Caballero, estando sus hijos igualmente detenidos en esas mazmorras.
Todo era extraordinariamente fácil y a pedir de boca. Todo estaba bien armado. Todo estaba bien vendido y manipulado a través de la prensa, como un éxito más de la taquilla represiva. Era la paz de Stroessner. Era la única verdad revelada. No se pregunte más. Ni se pregunte tan siquiera.
A nivel judicial, las víctimas fueron sentenciadas por los Jueces Orlando Luraghi y Anselmo Aveiro por violación de la Ley 209/70 y otros delitos. Sentencia confirmada luego en segunda instancia por otros jueces, todos, a pies puntillas contestes con los informes y deseos de Pastor Coronel, quien siquiera citada delito alguno, más allá de hacer referencias difusas, donde todo se podía resumir en delito de organizarse, editar, imprimir y leer un volante entre sus adherentes, amigos y vecinos.
Una vez caída la dictadura, una de las víctimas, Herminio Ramírez Aquino, presentó una denuncia ante la Fiscalía General del estado, el 14 de noviembre de 1995, contra los principales responsables del armado del “Caso de los 38”, hasta que el 21 de febrero de 1997, a través de A.I. 59, el Juez Hugo R. López instruyó sumario a Alfredo Stroessner, Sabino Augusto Montanaro y otros, por los supuestos delitos contra la vida, la integridad orgánica, las garantías constitucionales, y la administración pública (torturas físicas y psicológicas). Así pasó.
Federico Tatter.
Diciembre de 2014. Asunción, Paraguay.

LA WACL (I)

La Liga Mundial Anticomunista, World Anticommunist League, (WACL), por sus siglas en inglés, fue creada por partidos de derechas de Taiwán y Corea del Sur, y llegó a incluir a lo más granado del fascismo y neofascismo a nivel mundial. Instalaron de entrada al dictador Chiang Kai Shek como presidente honorario y vitalicio de la organización. Fue financiada desde sus inicios por el gobierno de Taiwán, aunque ello no impidió otros aportes bajo cuerda, como por ejemplo, del gobierno de Pieter Willem Botha de Sudáfrica.
La WACL, tuvo una relación de alta empatía con la dictadura de Alfredo Stroessner en todo sentido, con sus fuerzas armadas, con su partido político hegemónico, con quienes compartían muchos intereses y visiones del mundo. Fue un amor a primera vista. Y esa zarza ardiente, aún perdura.
Esta relación, se tornó histórica y estratégica, a tal punto, que ha sobrevivido guerras, golpes de estado, cambios de gobiernos, cambios de eras. La historia de la WACL, atraviesa toda la guerra fría a nivel mundial, de punta a pértigo, y sobrevive a su propio fin. Es la historia de la internacional vergonzante de las dictaduras antidemocráticas necesarias del occidente, para la guerra sucia no convencional en un escenario de guerra fría, tampoco convencional.
En este primer acercamiento, nos referimos sólo a algunas controversias a propósito de la XII Conferencia realizada entre el 23 y el 27 de abril de 1979 en Asunción del Paraguay, en plena dictadura. Años en el que el Cóndor no sólo desapareció a miles de latinoamericanos, sino que extendió el terrorismo peligrosamente a países amigos de occidente, como los casos Letelier o Leighton. Esto de los atentados terroristas del Cóndor en los países centrales de occidente ya no les gustó. Años en que el gobierno demócrata de James Carter, dio señales a sus dictaduras amigas, que debían moderarse o reinventarse. Alguien debía decirles que se habían pasado de rosca. Quién mejor que el hermano mayor.
Desde la WACL, cuestionaban con dureza a gobiernos amigos que pertenecían al mundo libre, por acusar a asociados a la WACL, más amigos aún, “utilizando como excusas los derechos humanos”. Vaya novedad. Y el foco era la defensa de la dictadura de Pinochet (organizadora de la Operación Cóndor), considerado un verdadero ejemplo de cómo aplastar comunistas (gobierno constitucional de Allende), incluso estando éstos en el poder. Se beneficiaron y ahora cuestionan el cómo.
La Conferencia en Paraguay, fue planeada como un acto de reafirmación del dictador Stroessner, pero sólo asistieron enviados de otros dictadores, organizaciones políticas y religiosas de la ultraderecha. Nada presentable estaba allí. Nada del mundo libre estaba allí. Todo lo contrario. Todo olía tan feo, que hasta senadores norteamericanos conservadores, invitados de honor habituales, finalmente recibieron la orden de no asistir.
A tal punto, eso era una mala junta, que el propio embajador de los Estados Unidos, Robert White, recibió instrucciones de interpelar y bajarle el perfil a la reunión. Para ello, utilizó medios de prensa amigos de la embajada para enviar sus mensajes. Desde allí, aunque expresaba plena coincidencia con la alta misión de la WACL, la lucha contra el comunismo, puso en entredicho las credenciales poco democráticas de los asistentes al evento (nada nuevo), terciando que la única respuesta positiva contra el comunismo, era la democracia (a la que la WACL, aunque la citaba en sus textos, era en realidad, su más ferviente antagonista).

Federico Tatter.
Diciembre de 2014. Asunción, Paraguay.

LA INVENCION DEL CADETE BENITEZ (I)

Bastante se ha escrito sobre el “Caso del Cadete Benítez”. Pero, mucho aún falta desentrañar. Para acceder a algo parecido a la verdad, más que hurgar, es preciso, desmalezar.
El Cadete del Liceo Acosta Ñú, Alberto Anastasio Benítez, asesinado el 7 de diciembre de 1962, en efecto existió. El estado, aprovechó. Redactó un guion represivo de tamaño colosal. Se emitió una radionovela. Se erigió un santuario. Se creó una leyenda.
La verdad oculta. Una posible lucha sorda por el liderazgo en la poderosa Caballería del naciente régimen dictatorial.En el año 2007, me toco entrevistar varias veces al Capitán de Caballería Hilario Ortellado Jiménez, quien demasiado joven, ya fue Jefe de Personal de la 1ª región Militar con asiento en Asunción. Fue detenido en su despacho el 20 de diciembre de 1962. Fue torturado, rápidamente condenado y secuestrado a manos del estado stronista, por casi ocho años. Fue dado de baja del Ejército Nacional el 2 de marzo de 1970, hasta que el 15 de agosto de 1970 se escapó de sus custodios en el confinamiento de Yaguarón y pidió asilo en la Embajada del Brasil. Viajó al Brasil. Los brazos del régimen hasta allá lo amenazaron. El 19 de setiembre de 1970, se refugió en la República Oriental del Uruguay, para sólo retornar a su país, luego de los sucesos de 1989.Cuenta el Capitán. Pertenecí a la remesa de 1951, la primera de oficiales del ejército enteramente colorados. Siendo muy joven como casi todos los jóvenes recibidos, estuvimos al mando de más tropa de la que correspondería a nuestro rango y formación. Siendo Capitán yo realicé funciones de un Coronel. Luego de 1947, las fuerzas armadas se quedaron sin oficiales profesionales y todo se cubrió con la reserva, sin formación, sin preparación.Llenamos horas tratando de desentrañar el caso, las denuncias, las mentiras y las reales posibles conspiraciones.Retoma el Capitán, quien hojeaba su diario personal para no olvidar ningún dato, y para ahondar en cada pista. Éramos todos profesionales, institucionalistas. Pero los de reserva como el general Patricio Colmán, de actuación bestial, tenían mucho poder. Una noche de 1960, nos trasladó a su puesto comando en Caazapá y en medio de mucho whisky, durante toda la noche, nos relató sus métodos para matar, sus relatos no parecían enseñanzas, parecían en realidad amenazas, cuando el general acariciaba un collar formado por las orejas de las personas que asesinó con sus propias manos.De otros testimonios y el análisis grupal surgen más hipótesis. Todo lo de 1962 fue armado. Ya había internas y pujas. Despuntaban los liderazgos de Andrés Rodríguez y Carlos Jorge Fretes Dávalos. Sólo los más rápidos sobrevivirían. Y el Capitán de Caballería Napoleón Ortigoza podía haber sido un obstáculo en la lucha sorda por el liderazgo. Casi con seguridad, el Cadete Benítez, fue asesinado en torturas por el propio investigador del caso, el comisario Raúl Riveros Taponier de Trinidad, y endilgado a Ortigoza, para desatar una caza de brujas sobre un grupo de oficiales a purgar, bajo el aleve argumento de que estarían tramando un alzamiento militar para tumbar al presidente y restituir a Epifanio Méndez Fleitas en el poder político y militar perdido pocos años atrás. Allí entró en escena el Ministerio del Interior, con Edgar Lineo Insfrán y montó una verdadera guerra de propaganda a través de los medios. El supuesto gran complot contra el presidente, nunca existió.Continúa el Capitán. Los ascensos se daban muy rápido y la lucha por subir generó fricciones, enconos, rivalidades y nuevas lealtades. Todo fue una mentira tramada por el grupo liderado por Andrés Rodríguez, el ministro del Interior Edgar Lineo Insfrán, y su jefe de Policía Duarte Vera. Esa camada fue la que nos armó una trampa, y todo, porque Rodríguez no quería que ascendiera Ortigoza, para éste no alcanzase su silla en la Caballería.
Federico Tatter.Nochevieja de 2014. Asunción, Paraguay.