viernes, 26 de diciembre de 2008

BRASIL: POR LA SUPREMACIA CONTINENTAL


Comparto esta nota de Raúl Zibechi, analista oriental, que aunque ponga con signos de interrogación su artículo de divulgación, es amplio conocedor de la política estratégica e histórica de Itamaraty, como es conocida la política de control y expansión sudamericana de los Estados Unidos del Brasil. La misma es de vieja data, y cumple una agenda con gobiernos militares o civiles, de derecha o progresistas, incluso bajo el mandato de Ignacio Da Silva, que pareció iluminar una vía, con la combinación de política social "hambre cero", y una economía neoliberal que llegó incluso a asociarse a la administración Bush en la búsqueda de un nuevo milagro energético a través de los "biocombustibles", aún al costo de terminar por destrozar la biósfera.

El gran Brasil histórico y bandeirante, mantuvo, apoyó y colaboró con todos los regímenes militares de ultraderecha del continente cuando debía hacerlo, mientras mantenía una política encuadrada y alineada a los Estados Unidos en la guerra fría intercontinental, incluso como uno de los más profesionales apoyos de la Operación Cóndor en términos de inteligencia, logística, entrenamiento y actuación en el terreno. La base miliitar de Manaos y la Escuela Militar de las Fuerzas Armadas del Brasil son prueba irrefutable de ello, y corroborada por sus propios protagonistas y estrategas que reclaman para sí el mérito.

Desde los años noventas, a partir del consenso de Washington, inmerso el propio Brasil en un proceso de mayor apertura democrática, si bien mantiene en términos internacionales una contradictoria política de apoyo y sostenimiento de sistemas más abiertos que en la década de los ochentas, éstos se mantienen siempre funcionales a la búsqueda estratégica y por tanto sistemática de la supremacia y liderazgo en el sub-contiente americano, tanto en dictadura, en democracia, y así también en la democracia de Da Silva. Y parte de la desgracia particular de los paraguayos ha sido la buena ubicación del dictador Stroessner primero, y los presidentes colorados de la transición después, como el ingeniero Juan Carlos Wasmosy, conocido como el jefe entre los jefes de los llamados "barones de Itaipú", casta de nuevos ricos que surgieron alrededor del gran negocio de la represa, su construcción y beneficios conexos.

El estado paraguayo se mantuvo siempre como uno de los mejores aliados de los intereses tanto de los Estados Unidos de América, como de los Estados Unidos del Brasil, tanto en dictadura como en transición. Y este status quo parece querer cambiar el 20 abril de 2008 por deseo de las urnas, aunque deberemos ver que las nuevas autoridades lean exactamente el mandato popular de ese día y la sostengan en el tiempo. Y hasta este diciembre, según mi opinión, el estado paraguayo mantiene una posición favorable a honrar este compromiso de cambio.

Esto quiere decir más o menos, que el mundo está cambiando, estamos "mudando" de sistemas dictatoriales, autoritarios en el subcontinente, pero las relaciones de fuerza al interior del subcontinente y de nuestros países, que antes que cambiar en lo esencial, mantienen e intentan mantener las viejas coordenadas y lógicas de la fuerza del mayor sobre el menor, de la extracción de materias primas del menor para alimentar y sostener la industria del mayor.

Podrá el nuevo estado paraguayo recuperar la soberanía entregada por el dictador Stroessner en los tratados de 1973, y revisables sólo en el 2023? Están a la altura de tales compromisos algunos de sus más encumbrados responsables, muchos de ellos afectados específicamente a esa tarea?

En la foto, el ex presidente Juan Carlos Wasmosy, quien tuvo gran fortuna en la construcción de Itaipú, y quien calificó de patriota al dictador Alfredo Stroessner por firmar el Tratado que permitió la construcción de la represa de Itaipú. Sus empresas fueron las grandes contratistas, pero él se definió como “apenas un albañil”, según periódico capitalino. Finalmente un albañil multimillonario, que accedió a la presidencia del país de la mano del Partido Colorado, y luego instalado como senador vitalicio, gran elector y mecenas.


Federico Tatter.


BRASIL: ¿Está construyendo Brasil su propio "patio trasero"?


Raúl Zibechi. 24/12/2008. Los vacíos que va dejando la decadencia estadounidense en la región sudamericana están siendo ocupados por nuevas potencias globales y una potencia regional con ambiciones de global player. Ya en la década de 1990 fue el capital europeo-español y francés-el que mayor dinamismo mostró en Sudamérica, adquiriendo empresas estatales privatizadas. Más recientemente, China aspira a ocupar un lugar como importador de hidrocarburos e inversor en minería.

Hace tiempo que Brasil busca expandirse, tomando la región como punto de apoyo, cuestión que ha merecido varios análisis y estudios. Lo novedoso es que esa expansión genera ahora conflictos graves como el que está sucediendo entre los gobiernos de Rafael Correa y Luiz Inacio Lula da Silva y, sobre todo, que en algunos de esos conflictos la potencia regional moviliza tropas para defender sus intereses, como viene sucediendo en la frontera con Paraguay.

El creciente rechazo a las empresas brasileñas es tal vez el precio a pagar por ese país por su expansión comercial y económica. Comienzan a escucharse denuncias sobre el papel "imperialista" de Brasil. A partir de 2004 Brasil dio un salto espectacular en sus inversiones directas en el exterior: ese año las empresas brasileñas invirtieron 10 mil millones de dólares en el exterior, frente a sólo 250 millones el año anterior.

Para 2005, el total de la inversión directa brasileña en el exterior llegó a 71 mil millones de dólares, frente a sólo 28 mil millones de México, el segundo país inversor de la región. Una porción sustancial de esa expansión empresarial, se registra en los países limítrofes con Brasil.

Uruguay colonizado

El pequeño país agrícola ganadero tiene una superficie 45 veces menor que la de su enorme vecino y un PIB 50 veces más pequeño. En los últimos diez años la expansión de grandes empresas brasileñas ha modificado el mapa económico de Uruguay, de modo muy particular desde la última crisis de 2002. Se calcula que más del 20% de la tierra ha sido vendida a brasileños y argentinos desde ese año, aunque no hay datos exactos que permitan saber quiénes son los nuevos propietarios.

De las diez primeras empresas exportadoras, cinco son brasileñas. De los 1.511 millones de dólares que exportaron esa decena de empresas entre julio de 2007 y junio de 2008, el 43% pertenece a una arrocera y cuatro frigoríficos comprados por capitales de Brasil. En segundo lugar, aparecen dos empresas uruguayas, una de ellas la petrolera estatal, que suman el 29% de las exportaciones de las diez mayores. Estados Unidos apenas figura con una empresa, subsidiaria de Cargill, con el 10%.

Ernesto Correa, empresario de la carne de Sao Paulo, compró 100 mil hectáreas en Uruguay con el objetivo de abastecer de ganado al frigorífico PUL, del que es propietario del 75% de las acciones. Los frigoríficos brasileños concentran casi la mitad de las exportaciones de carne, el principal producto que vende el país.

Según el informe del periodista Samuel Blixen "el interés brasileño por los frigoríficos uruguayos radica en las posibilidades de acceso a determinados mercados", aprovechando la calificación sanitaria de las carnes uruguayas, que pueden ingresar a mercados vedados para Brasil.

El arroz es la segunda gran inversión de capitales brasileños. El 90% de las exportaciones de arroz van a Brasil. La empresa Saman, que exporta el 45% del arroz uruguayo, fue comprada este año por la brasileña Camil. Finalmente, la producción de cerveza también ha sido monopolizada por empresarios brasileños, a través de la multinacional Inbev, donde la brasileña Ambev juega un papel determinante. Inbev, propietaria entre otras de la estadounidense Budweiser, tiene el monopolio de la cadena de la cerveza en Uruguay a través de Fábricas Nacionales de Cerveza y de las principales malterías (procesadoras de cebada).

Este proceso de extranjerización y concentración de la tierra, de las industrias frigorífica, arrocera y cervecera, y de las exportaciones, coloca al Uruguay en una posición muy vulnerable frente a Brasil. Aunque no se han registrado conflictos con empresas brasileñas, las autoridades uruguayas manifiestan su preocupación por el control monopólico que les puede permitir fijar precios que perjudiquen a los productores uruguayos.

Bolivia, gas y represas

Por diferentes vías, Brasil controla alrededor del 20% del PIB de Bolivia (a través del gas y la soja), que en los próximos años se deberá incrementar con inversiones estratégicas en infraestructura, energía y minería. Pero estas inversiones generan conflictos. Uno de ellos gira en torno a la construcción de las represas hidroeléctricas Santo Antonio y Jirau, sobre el transfronterizo río Madera, que afecta a Bolivia pero que Brasil considera de suma importancia para su desarrollo nacional.

Las represas, cuya construcción está a cargo del consorcio brasileño Furnas-Odebrecht, inundarán territorio boliviano, afectarán la pesca, harán proliferar la malaria y pondrán en riesgo a las comunidades campesinas extractivistas e indígenas de los pueblos Chacobo, Tacana, Cavineño, Esse Ejja y Yaminahuas en los departamentos de Beni y Pando.

Organizaciones campesinas e indígenas de Bolivia, con el apoyo del Movimiento de Afectados por Represas de Brasil (MAB), interpusieron el 7 de diciembre de 2007 una solicitud de medidas cautelares ante la Comisión Intreramericana de Derechos Humanos, debido al "atentado inminente" del gobierno de Lula contra los derechos humanos y las libertades de los pueblos.

Por otro lado, en la reciente crisis política que sufrió Bolivia a raíz de las acciones subversivas de las oligarquías de la llamada Media Luna, el gobierno de Lula sugirió sin matices a Evo Morales que negociara con la oposición. Los intereses de Brasil en Bolivia no se encuentran desperdigados en todo el país sino concentrados en esos departamentos autonomistas que rechazan al gobierno indígena. Tanto los hidrocarburos como los monocultivos de soja (los primeros abastecen de gas a la industria de Sao Paulo y los segundos son propiedad de hacendados brasileños) están en departamentos como Tarija y Santa Cruz, cuna de la rebelión contra Morales.

Ecuador contra las empresas brasileñas

Los problemas entre empresas brasileñas y el gobierno de Ecuador no son nuevas y se iniciaron con la petrolera Petrobras, que explota un parque nacional en litigio con pueblos indígenas y debió abandonar, a mediados de septiembre de 2008, el bloque petrolero 21 que pasó a manos de Petroecuador. La participación de grandes empresas brasileñas en megaproyectos vinculados a la IIRSA (Iniciativa para la Infraestructura Sudamericana), generó conflictos de diversos calibres.

El más reciente se registró el 23 de septiembre con la expulsión de la constructora brasileña Odebrecht y el embargo de sus bienes en Ecuador, responsable por los desperfectos en la hidroeléctrica San Francisco, en la Amazonia, inaugurada en junio de 2007 pero que debió suspender su actividad un año después por fallas graves en la construcción de una obra considerada estratégica para el país. Desde el primer momento el gobierno Lula defendió a la empresa que construye buena parte de las obras del pasillo Manaos-Manta, que forma parte de la IIRSA, y conecta el Amazonas con el Pacífico, por donde salen las mercancías brasileñas rumbo a Asia.

No terminaron ahí los problemas. La represa se construyó con un préstamo del BNDES (Banco Estatal de Desarrollo Brasileño) por 243 millones de dólares, que Ecuador ahora no quiere pagar porque asegura que el contrato se firmó "al margen de las leyes nacionales". El hecho pone al descubierto que el BNDES financia obras a varios países para que contraten empresas brasileñas, una forma de operar que utilizaron siempre las grandes potencias.

En noviembre el presidente Correa anunció que su país recurrirá a la Corte Internacional de Arbitrajes de la Cámara Internacional de Comercio en París, para suspender el pago de su deuda al BNDES. El 21 de noviembre, "por primera vez desde la guerra de Triple Alianza (que destruyó a Paraguay entre 1865-1870) el gobierno de Brasil 'llamó a consultas' a un embajador". La medida es el paso previo al congelamiento de las relaciones y el canciller Amorim fue claro al decir que "no hay plazo para el regreso del embajador a Quito".

Aunque Odebrecht aceptó la existencia de fallas graves en la construcción, al gobierno de Brasil le molestó la forma como se hizo público el reclamo ante el tribunal internacional, ya que no hubo una comunicación previa y se comunicó en un acto público. Según la revista Defesanet, "al llamar al embajador en Quito a Brasilia para consultas, Lula está avisando que está pronto también para radicalizar, contrariando el estilo 'paz y amor' que adoptó para ganar las elecciones de 2002 y que trasladó a las relaciones internacionales".

Odebrecht es la principal constructora de América Latina, está entre las 25 más importantes del mundo y es la tercera empresa de Brasil. Fundada por Norberto Odebrecht en 1944, opera en 20 países, entre ellos todos los sudamericanos. En 2007 facturó 17 mil millones de dólares, más que el PIB de Bolivia y Paraguay. En Brasil, facturó 11.500 millones, en América del Sur 3.100 millones y en Estados Unidos apenas 1.600 millones, lo que revela la importancia del subcontinente en la expansión de la empresa. Tiene 59 mil empleados. Norberto Odebrecht es uno de los principales donantes a las campañas electorales del PT de Lula.

Paraguay, el vecino más frágil

Apenas dos meses después de que el ex obispo Fernando Lugo se instalara en la casa de gobierno, el 15 de agosto de 2008, miles de campesinos comenzaron a ocupar tierras de sojeros brasileños, sobre todo en los departamentos fronterizos de Itapúa, Alto Paraná, San Pedro, Concepción, Amambay y Canindeyú. Esas ricas praderas tapizadas de soja fueron reductos de la agricultura familiar y de la potente tradición campesina paraguaya, de la que se nutrió la exitosa candidatura de Lugo. Pero esas tierras son hoy propiedad de brasileños.

Por otro lado, está pendiente la re-negociación del Tratado de Itaipú, firmado en 1973 por las dictaduras de Brasil y Paraguay, que puede ayudar a consolidar al gobierno de Lugo. La represa binacional de Itaipú (la segunda del mundo) tiene una potencia instalada de 8.250 MW, de los cuales Paraguay consume apenas el 5% y debe exportar el 95% a su vecino a precio de costo. Itaipú abastace el 20% de la energía que consume Brasil, por la que Paraguay recibe apenas 300 millones de dólares al año, muy por debajo del precio internacional y del costo de reposición de la energía vendida.

Ricardo Canese, ingeniero especializado en energía, estima que los 53.000 GW que se venden anualmente a Brasil tienen un precio de mercado no inferior a los 4.000 millones de dólares, algo así como la mitad del PIB de Paraguay. Lugo no pretende llegar tan lejos, pero sostiene que su país debe recibir entre 1,5 y 2 mil millones de dólares, o sea entre cinco y siete veces el valor actual.

Las negociaciones no van bien. Luego de dos encuentros, Brasil no afloja ni en el precio ni en la "libre disponiblidad", o sea que Paraguay pueda venderle su excedente a cualquier país. En el gobierno Lugo, estiman que si lograran ingresar mil o dos mil millones de dólares podrían invertirlo en escuelas, hospitales, carreteras y las mil y una necesidades de un país pobre y esquilmado por 61 años de corrupción colorada.

Los paraguayos se sienten explotados por sus vecinos. Meses atrás, un grupo de campesinos quemó la bandera de Brasil, una escena que los medios no se cansan de reproducir. Pero la crisis estalló cuando los campesinos comenzaron a ocupar haciendas de brasiguayos, sobre todo en el departamento de San Pedro, la región más pobre del país donde Lugo fue ordenado obispo en 1994. El gobierno reaccionó con cautela y se mostró dispuesto a dialogar, mientras el Instituto de Desarrollo Rural y de la Tierra (INDERT) viene anunciando la compra de tierras para la reforma agraria, para lo cual necesita imperiosamente fondos de Itaipú.

Donde faltó cautela, y hasta el buen humor norteño, fue en el gobierno de Lula. El 17 de octubre diez mil soldados comenzaron la megaoperación Frontera Sur II, utilizando aviones, tanques, barcos y munición real. La prensa de Asunción informó que la operación incluye ejercicios como la ocupación de la represa de Itaipú y el rescate de ciudadanos brasileños. El gobierno Lugo puso el grito en el cielo y aseguró que Brasil quiere negociar paz para los sojeros por algún beneficio por Itaipú.

Las declaraciones del general José Elito Carvalho Siqueira, jefe del Comando Militar del Sur, empeoraron las cosas. "Ya pasó la fase en que teníamos que esconder las cosas. Hoy nosotros tenemos que demostrar que somos una potencia, y es importante que nuestros vecinos lo sepan. No podemos dejar de ejercitar y mostrar que somos fuertes, que estamos presentes y tenemos capacidad de enfrentar cualquier amenaza", dijo al diario Ultima Hora el 18 de octubre. Sobre la seguridad de Itaipú, dijo que se trata de una cuestión militar, incluso en el caso de que sea ocupada por movimientos sociales.

El canciller Amorim le pidió al gobierno paraguayo, sin rodeos, que controlara los "excesos" contra los brasiguayos. Lugo llevó el tema a la Asamblea Permanente de la OEA, donde dijo que las actitudes de Brasil alejan el diálogo fraterno entre vecinos. Insinuó que el operativo militar fue un "mensaje sobre Itaipú". "Ningún tratado es sostenible cuando consagra la inequidad ni es éticamente valorable cuando genera asimetrías resultantes de un esfuerzo compartido", dijo en Washington.

En el mes de octubre, unos cuatro mil campesinos se movilizaron frente a una de las fincas de Tranquilo Favero, quizá el brasiguayo más emblemático, derribaron las cercas y amenazaron con quemar uno de sus 30 silos. Sólo en los departamentos de Canindeyú y Alto Paraná, fronterizos con Paraná y Mato Groso, los brasiguayos poseen 1,2 millones de hectáreas, el 40% de la superficie de ambos departamentos, y el 80% de los cultivos de soja.

Aunque no hay datos oficiales, se estima que son medio millón los brasileños que se instalaron en las zonas fronterizas desde los años 60, un 10% de la población del país. Suelen ser medianos productores, con unas 500 hectáreas en promedio, y trabajan con peones traidos de Brasil. En algunas zonas se escucha hablar portugués y la moneda más habitual es el real.

Tranquilo Favero fue bautizado como el "rey de la soja", ya que cultiva 55 mil hectáreas de las cuales 35 mil son de su propiedad. Se instaló en Paraguay hace 40 años y luce documento de identidad del país. En un larga entrevista concedida al diario Ultima Hora el domingo 2 de noviembre, enseña una curiosa conciencia social: "No hay duda de que los campesinos protegen las plantaciones de marihuana", dijo. Agregó que los asentamientos de campesinos sin tierra "son un nido de delincuentes".

Palabras más o menos, se suma al concepto de "narcoguerrilla" creado por los estrategas militares estadounidenses, aunque aclimatado en versión brasiguaya. Por su parte, Kaiser Konrad, director de Defesanet, escribió luego de entrevistar al general Carvalho: "La Operación Frontera Sur II quiere pasar un mensaje al gobierno de Lugo, de que los militares brasileños están atentos a la situación enfrentada por los brasiguayos, que están sufriendo con las invasiones de tierras y las amenazas de perder sus propiedades legalmente adquiridas".

Brasil y la "agresión extranjera"

El 2 de octubre, Lula promulgó el decreto 6.952 que reglamenta el Sistema Nacional de Movilización, destinado a enfrentar una "agresión extranjera". El decreto señala que la expresión incluye "amenazas o actos lesivos a la soberanía nacional, la integridad territorial, al pueblo brasileño o a las instituciones nacionales, aunque no signifiquen invasión del territorio nacional".

Un editorial de Defesanet asegura que la aprobación del decreto supone un claro mensaje a los países vecinos: "Una agresión o persecución a los ciudadanos brasileños residentes en Paraguay (brasiguayos), así como en la región de Pando, en Bolivia, y una nueva amenaza de corte del suministro de gas y la toma de instalaciones y empresas brasileñas operando en otros países, caracterizarán a partir de ahora agresiones externas, y una respuesta militar de Brasil pasa a tener amparo legal".

Se trata de la afirmación de una potencia emergente como Brasil, de que sus fronteras se trasladan allí donde están sus intereses nacionales. Parece evidente que todas las grandes potencias se construyeron de ese modo, en una actitud que siempre se ha denominado "imperialismo". Tal vez por eso muchos sudamericanos sienten que está construyendo su propio "patio trasero".

Referencias: Defesanet: revista electrónica sobre Defensa, www.defesanet.com.br Foro Boliviano sobre Medio Ambiente y Desarrollo, www.fobomade.org.bo Javier Santiso, "La emergencia de las multilatinas", Revista de la CEPAL, No. 95, agosto de 2008. Samuel Blixen, "La creciente extranjerización de la economía uruguaya", Brecha, 28 de noviembre de 2008. Raúl Zibechi, "Brasil y el difícil camino hacia el multilateralismo", IRC-Programa de las Américas, 21 de febrero de 2006. Ricardo Canese, "La recuperación de la soberanía hidroeléctrica del Paraguay", Ombligo del Mundo, Asunción, 2007. Prensa Paraguay: ABC (www.abc.com.py) y Ultima Hora (www.ultimahora.com).

Fuente: DIARIOS DE URGENCIA Nº 1141. 25 de diciembre de 2008.

jueves, 25 de diciembre de 2008

CAPITALISMO DESCONECTADO DE RECURSOS NATURALES EN CRISIS


Comparto este fragmento de un material que intenta explicar las razones del ciclo económico, sus crisis recurrentes, y el carácter de la actual y global crisis sistémica del capital financiero mundial. "Capitalismo desconectado" sintetiza el autor francés. Para tener en cuenta, y ver de qué otra forma podemos volver a conectar a la humanidad y su medio ambiente. ¿Hay otros sistemas que hoy pueden solucionar la fórmula?

Por Jean-Claude Milner. Ex presidente del Collége International de Philosophie. Libération, 8 de octubre de 2008. AGENCIA AFP. PUBLICADO SUPLEMENTO CASH. PAGINA 12. ARGENTINA.
Todo el mundo lo dice: asistimos a la conjugación de dos crisis, la crisis financiera y el aumento de las materias primas, especialmente de las fuentes de energía. Más allá de la tautología “hay crisis porque hay crisis”, se explica menos claramente por qué la coyuntura ha dado un giro espectacular, sobre todo en los Estados Unidos.
Examinemos en primer lugar la crisis financiera. La burguesía europea se preocupa de la seguridad del ahorro. La burguesía americana razona en cambio en términos de seguridad del crédito. Lo cual quiere decir concretamente la posibilidad de obtener fácil y rápidamente un préstamo. La ley del sistema es que se puede comprar un bien con dinero que no se tiene, porque se debería poder recuperar fácilmente el dinero de la deuda revendiendo el bien que se compró gracias a un préstamo. No solamente se puede reembolsar la deuda, sino además embolsar una plusvalía. El mecanismo es viejo. Un personaje de Billy Wilder lo resume en Sunset Boulevard: “Compré un rancho. Tomé prestado de mi seguro de vida para garantizar el préstamo. Este año, debo hipotecar mi rancho para pagar mi seguro de vida”. Las subprimes sólo han llevado el proceso al extremo. Esquematicemos: en Europa occidental, la última palabra es del patrimonio. Se podría decir que el crédito es el medio de constituirse un patrimonio. En los Estados Unidos, es lo contrario; el patrimonio es el medio de obtener un crédito. En resumen, el crédito es considerado un creador de valor por sí mismo.
Para que esto sea verdad, es necesario que nunca haya depresión. Desde el traumatismo de 1929, el sistema americano hace de todo para evitarlo. Desde 1940, su mayor medio es esa forma particular de intervención estatal que es una política de armamento. El enorme presupuesto militar americano no tiene como única función la de permitir intervenciones armadas; es también y sobre todo una forma de sostén permanente a la economía. Contrariamente a lo que se dice, el capitalismo americano es un capitalismo de Estado, salvo que el Estado no es ni un empresario ni un propietario, sino el mayor cliente. Nada es más estúpido entonces que sorprenderse por verlo intervenir en tiempos de crisis, porque incluso en tiempos normales interviene. La mano invisible, tras el crédito invisible, es él.
Vayamos ahora al segundo aspecto, las materias primas. Durante casi dos siglos, se ha podido establecer como axioma: supremacía capitalista y dominio de los recursos naturales van de la mano. Sin embargo, este vínculo no tiene nada de lógicamente necesario. Teóricamente se pueden separar el uno y el otro. Esta posibilidad teórica se realizará prácticamente desde los años ‘70. Las reservas petrolíferas americanas se agotan, los países productores se autonomizan. El capitalismo americano cambia de modelo. Desde entonces la supremacía capitalista se desconectará de los recursos naturales. Es una verdadera cesura en la historia del capitalismo. Su efectuación ha podido variar. En el lugar dejado abierto por la desconexión, se ha instalado la innovación tecnológica (opción japonesa, que acaba por fracasar), se ha instalado sobre todo estos últimos años la financiarización, opción de los Estados Unidos. Antaño se hablaba de un complejo militar-industrial, hoy se debería hablar de un complejo militar-financiero. Lo que acaba cerrando el círculo, ya que Wall Street descansa sobre el crédito. El crédito descansa sobre la ausencia de depresión. El presupuesto militar trata de volver la depresión imposible. En el horizonte de la depresión imposible, las herramientas financieras no tienen otro objetivo que el de prolongar y volver más complejo el recorrido entre los bienes materiales y la plusvalía. Cada etapa de esta prolongación crea supuestamente valor. Cuanto más complicado es el recorrido, supuestamente es más fecundo: el que domina el recorrido, domina la creación de valor.
Es este capitalismo, fundado sobre el crédito y liberado de los recursos naturales, el que arde hoy. ¿Por qué arde? Todo el mundo acusa a las subprimes. Con razón sin duda. Pero hay otras razones. Primera razón, a escala de los Estados Unidos. Si el capitalismo americano es militar-financiero, si los pedidos militares alzan una barrera contra la depresión y al mismo tiempo garantizan la creación de valor, entonces una condición debe ser respetada: no hay que servirse demasiado del ejército para fines de conquista. El gran error de los neoconservadores habrá sido el de creer, tras Léo Strauss, que los Estados Unidos tenían por misión ética corregir ese error histórico que constituía la derrota del Imperio alemán en 1918. Ellos concluyeron que el ejército americano, como el ejército prusiano, era principalmente un arma. Grave error, el ejército americano es secundariamente un arma y en primer lugar un medio económico. Como dejaba entender Colin Powell, lo que hay en juego en las cosas militares es demasiado serio para arriesgarlo en una guerra.
Segunda razón, a escala del mundo. Los poseedores de los recursos naturales ya no aceptan la desconexión. Quieren la supremacía. Es el discurso común de Chávez y de Rusia. Si Al Qaida sigue una lógica, es esta: el petróleo reina sobre el mundo. Ahora bien, algunos países musulmanes reinan sobre el petróleo, luego, etc. Segundo razonamiento: lo que opera la desconexión, es el capitalismo financiero. Las Twin Towers son el símbolo del capitalismo financiero, luego, etc. La crisis del capitalismo desconectado tiende a devolver el poder a los propietarios de la naturaleza. Sin embargo, la obra todavía no ha sido interpretada. La desconexión también se encuentra fuera de los Estados Unidos. En Europa y Asia, especialmente. Privada de recursos naturales, China ha elegido, a su vez, un capitalismo fundado en el crédito, gracias al cual transforma su mano de obra barata en yuans. A pesar de sus diferencias, India y Japón funcionan también según el régimen de la desconexión parcial o total. Si el sistema americano debiera hundirse, arrastraría tras él a la mayor parte de los países desarrollados o emergentes. Permanecería como protagonista el capitalismo ruso que obedece a una lógica estrictamente opuesta: (a) sobreabundancia de materias primas; (b) control por el Estado de su inserción en el mercado. Europa acepta tácitamente este futuro. ¿Pero China? ¿Y Japón? ¿Y la India? No está claro.

martes, 23 de diciembre de 2008

JOSÉ SARAMAGO: HAY QUE PERDER LA PACIENCIA


José Saramago. Publicado en La Nación. Argentina. Es curioso cómo nosotros vivimos en una época, afortunadamente para todos, en que todo se puede debatir. Llegamos a la felicidad del ágora donde la gente va y discute todo lo que hay para discutir en la vida personal y en la vida comunitaria y humana. Parece que es así y no lo es, porque hay un tema que no se toca y es precisamente el fundamental -o debería de serlo-, porque constituye las bases, los cimientos, la sustancia misma de la relación humana. El tema que no se toca es la democracia. Podemos tener la seguridad de que ahora mismo se está discutiendo de todo en congresos y seminarios, pero apuesto, con una convicción que viene de lejos, que en ningún lugar se está planteando esta sencilla pregunta: ¿es esto una democracia?; ¿por qué no lo es?, si la conclusión es esa, que a mi juicio es la más sensata. Esto que llaman democracia no lo es. Todos sabemos que vivimos bajo una plutocracia. Son los ricos los que gobiernan. Aristóteles, el discípulo de Platón, en su Política, escribió algo muy interesante: en una democracia bien entendida, el gobierno de la polis debería ser un gobierno en el que la mayoría de sus componentes fueran los pobres, porque ellos son la mayoría de la población. Eso, añadía Aristóteles, no significa que los ricos no deban estar representados, por supuesto que sí, pero en proporción. Las cosas que se pueden enunciar desde la ingenuidad porque Aristóteles era un ingenuo, ni siquiera en su tiempo esto se podía poner en práctica. O sea, que llamar democracia a algo que no lo es, parece una vergüenza, yo por lo menos me siento avergonzado de ver el desplante, el descaro con que la palabra democracia pasa por todas las columnas de los periódicos, por las ondas de la radio, por las bocas de los políticos, por nosotros todos.

Nadie se importuna deteniéndose un minuto para preguntarse si lo que está diciendo es verdad. Con esa palabra, democracia, se nos están ocultando cosas que no tienen nada que ver con lo que significa y propone. ¿Para qué sirve un ciudadano en una situación como esta? Para votar. Y cuando vota se nos dice, bueno, hasta la vista, dentro de cuatro años vuelve. El ciudadano ha votado a un partido, no importa cuál, no se le pide nada más durante esos cuatro años, al cabo de los cuales vuelve a sonar la campana -la campaña- y a votar. Luego, como borregos y carneros nos ponemos todos en fila para introducir un papel en la urna, (vaya palabra, urna) que en principio expresa nuestra voluntad política y nuestro mandato para que se cumpla un programa, pero deberíamos saber que de ese papel se hará el uso que entienda aquel o aquellos que van a gobernar ante nuestra indiferencia.

¿Cómo se resuelve esto? Por un lado, toda la parafernalia de la democracia -los himnos, las banderas, los cargos públicos- se nos presenta como una pirámide muy bien compuesta, de acuerdo siempre con el resultado de la expresión de la voluntad popular, cuando en realidad esa pirámide lo que hace es aplastar a la sociedad, condicionarla -si les parece muy fuerte lo de aplastar- y reorientarla según los intereses del que manda. El problema es muy sencillo, voy a usar una expresión de cuyo significado histórico todos estamos aquí informados: hoy se puede decir sin calumniar a nadie que los gobiernos son los comisarios políticos del poder económico. Esto es un poco duro, sobre todo si conocemos las connotaciones que la expresión "comisario político" conllevaba en los años treinta o cuarenta del siglo pasado en la Unión Soviética. Pero bueno, eso es lo que me parece que hacen los gobiernos, preparar el terreno para las decisiones económicas a gran escala, multinacionales, pluricontinentales. O nacionales, si así se aconseja. En este escenario ¿qué hacemos? No lo sé, pero quedarnos mirando, como el poeta, que decía que "sabio es quien se contenta con el espectáculo del mundo", eso sí que no.

En mi novela Ensayo sobre la lucidez, cuando pongo una ciudad en pánico, por la afirmación de conciencia cívica de los ciudadanos el 83 % vota en blanco, y el sistema se tambalea. Recuerdo que en la presentación de ese libro en Lisboa, el ex presidente Mario Soares, a quien invité para presentarlo y debatir el contenido, me suelta a boca de jarro, "pero vamos a ver ¿usted no entiende que un 15 % de votos en blanco sería un fracaso de la democracia?". Y yo le contesté "¿y usted no entiende que el 50 % de abstención es el fracaso de la democracia?".

Porque eso es lo que está ocurriendo, que la abstención cada vez es mayor, aunque claro, para la abstención todo el mundo tiene explicaciones: llovía, no llovía, estaban en la playa Y no pasa por la cabeza de los señores que nos gobiernan que esa desidia puede significar algo más La presencia de un voto en blanco podría decir otra cosa: yo soy elector, he venido aquí a votar, pero como no me gusta nada de lo que estos señores me proponen y hacen, vengo a decirlo de la única manera que puedo decirlo, votando en blanco. Porque si no tomamos medidas de responsabilidad cívica, la democracia se transforma en caricatura de sí misma. ¿Hasta dónde llegamos? Cambiaremos, sí, de gobiernos, pero ¿cambiarán las políticas?, ¿la democracia política será también económica y cultural? ¿Qué cambiamos cuando cambiamos de gobierno? ¿Los índices macroeconómicos se transforman? ¿En beneficio de quién? ¿Para qué? En fin, aunque sepamos que nada decisivo va a cambiar, sigamos la rutina, cumplamos nuestro deber cívico, pero seamos conscientes de lo que estamos haciendo y de lo que están haciendo con nosotros.

Porque, amigos, ya lo sabemos, el mundo democrático está dirigido por organismos que no son democráticos, que algunos, en un alarde de corrección política, dicen que son "ademocráticos": el Fondo Monetario Internacional no es democrático, la Organización Mundial del Comercio no es democrática y el Banco Mundial no es democrático, no votamos a nadie para estas instituciones, por lo tanto las democracias son gestionadas por poderes no democráticos. Y mientras esto no quede claro en nuestras cabezas, vamos a seguir igual. El otro día tuve una idea que si puedo voy a tratar de poner en marcha para la próxima reunión del llamado G-8: que en la misma ciudad o en una ciudad cercana a la que sirva de sede para la reunión de los ocho países más ricos del planeta, se reúnan, en los mismos días, los ocho países más pobres del planeta, exigiendo de los medios de comunicación una cobertura igual. Desde ya lanzo la idea, por si quieren sumarse.

Es que hay unas cuantas cosas que tenemos que hacer. La primera es perder la paciencia. Y manifestarlo en cualquier circunstancia. En el epígrafe que pongo en uno de mis libros, que por otra parte es inexistente, llamado el Libro de las voces, hay cuatro palabras que no me parecen baladíes: "aullemos, dijo el perro". Pues bien, ya hemos hablado demasiado, es hora de aullar. Si no queremos ser los corderos que ni siquiera pueden balar, si nos dejamos llevar, si incluso sabemos que nos llevan y no hacemos nada para contrariar a quien nos lleva, entonces se puede decir que merecemos lo que tenemos.

Salvaremos el mundo con estas reflexiones u otras semejantes? A lo mejor no, creo que estamos llegando al final de una civilización, los valores cambian a una velocidad increíble. Y se presentan tiempos de oscuridad. El fascismo puede regresar y podemos llegar a la paradoja, que debía de haber sido prevista, de tener, por ejemplo, una Unión Europea con un país donde el pueblo decida elegir un gobierno fascista. ¿Qué haremos después?, ¿pedir por favor que no sea fascista? [...]

De verdad creo que hay que hacer algo, por lo menos que reforcemos en nuestra conciencia la voluntad de no dejar que nos engañen, y no tenemos que emplear mucho tiempo en saber dónde, cuándo y cómo nos están engañando. El engaño, la mentira, es el rey de la Tierra. Recordemos lo que ha pasado en Irak, cómo se preparó esa guerra. Cuando ocurrió la invasión de Irak, o antes de ella, en España se manifestó en la calle un millón de personas. A mí me parece muy bien, pero ¿qué pasa después de una manifestación? La gente enrolla la pancarta, vuelve a casa, se sienta delante del televisor, cambia sus zapatos por unas zapatillas cómodas y la vida continúa, porque al día siguiente no puede haber otra manifestación, aunque sí siga habiendo miles de muertos y continúe la destrucción sistemática de un pueblo, de millones de personas.

En cualquier caso, hay una manifestación cotidiana que deberíamos llevar a cabo sin tregua: el desprecio por aquellos que, gobernándonos supuestamente en nuestro nombre, engañan a diario. Voy a dar un ejemplo del engaño más flagrante: todos sabemos que vivimos en un período en que el empleo precario es la norma. ¿A quién se le ocurrió pasar de la promesa del pleno empleo al empleo precario? ¿A un gobierno? ¿A un gobierno que dijo, por ejemplo, en campaña electoral "esto hay que cambiarlo, hay que imponer el empleo basura frente a la antigualla del empleo estable" y dicho esto por un gobierno y votado animosamente por los ciudadanos, los otros gobiernos del mundo lo imitaron? ¿Así ha sido? ¿No parece más lógico pensar que el Poder Económico (hay que encontrar alguna fórmula para que se noten las mayúsculas cuando nos referimos al Poder Económico) ha hecho saber a los gobiernos que la situación tenía que cambiar, que necesitaban las manos libres para hacer y deshacer de acuerdo a sus intereses? Y como antes dije, el gobierno, alegre comisario político del poder económico, se apresuró a redactar las leyes necesarias para que en una operación de anestesia absolutamente extraordinaria, sin que la gente se diera cuenta, se pasara de la promesa del pleno empleo al empleo precario o movilidad laboral, excelso hallazgo que bien merece el reconocimiento de todos. Me sigo preguntando y les pregunto: ¿Alguien aquí es capaz de acordarse cuándo ocurrió esta operación? No. La amnesia está instalada. Ha sido la operación más sutil y más canalla, y a la vez más inteligente a la que hemos asistido casi sin darnos cuenta. Bueno, ahora están rizando el rizo, llega la deslocalización. ¿Para qué pagar salarios altos si puedo poner mi fábrica, mi empresa, en otro país donde se pagan salarios más bajos, los horarios laborales son más largos y, lo que es más curioso, las leyes de trabajo del país donde me he deslocalizado no pueden intervenir? Es el reino del arbitrio total del Poder Económico. Con mayúsculas, sí.

Nosotros no podemos hacer una revolución, ya lo sé. ¿Una revolución con ideas?, ¿con palabras? Ahí está el problema, porque mientras la derecha ha sido siempre la derecha, la izquierda ha dejado de ser izquierda. No vale la pena darle más vueltas.

Cuando la izquierda cambia de nombre y de símbolos y corre hacia el centro parece que no se da cuenta de que se está acercando a la derecha y eso hace que todos los países, hablo de Europa, que tienen gobiernos socialistas, en realidad no tengan gobiernos socialistas, tienen gobiernos que son de partidos que se llaman socialistas, pero entre el nombre y la realidad, media el abismo. [...] Y no hablo de España porque, a pesar de todo, el gobierno socialista español compensa la política económica neoliberal de la que necesariamente no puede escapar, con funciones sociales importantísimas. Es decir, la fisonomía de España ha cambiado, aunque en lo que toca a la economía, España no es una excepción en el concierto general.

No tenemos ideas de izquierda. No las hay. Después de un período, en los años sesenta, en que se pensó que volviendo a masticar a Marx alguna cosa se extraería, se acabó concluyendo que la lectura de Marx no es necesaria ni indispensable, porque el mundo ha cambiado de tal manera que Marx no lo reconocería. Marx hoy sería otro, porque otro es el tiempo. Ya no estamos en la misma galaxia que formó a Marx y la mayoría de los que estamos aquí, vivimos otra era, quizá la "Cibernética", no sé.

Antes, cuando pensábamos que ser de izquierda era lo máximo a lo que un ciudadano debería aspirar y que, por ser de izquierda, uno mismo se reconocía más potencia cívica, caíamos en el tópico de decir que la derecha era estúpida. Y lo hemos dicho todos muchas veces. Pues bien, hoy quiero decirles que no conozco nada más estúpido que la izquierda. Y miren que siento tener que decir esto. Pero así lo veo, ya está bien de vivir de fantasía imaginando que la historia equilibrará lo que en el presente es una evidencia. No:lo que estamos viviendo unas veces es fruto de la complicidad y de errores cometidos antes, y otras veces una intención deliberada de dejar la chaqueta que se usaba y pasar a vestir otra. Cambiaron todos, sobre todo los partidos socialistas. Ha sido una operación cosmética impresionante. Decir que se es "demócrata de izquierda" es una redundancia, porque si se es de izquierdas, se es demócrata. En principio, un demócrata de derechas tiene que tener ideas de izquierda, porque si lucha lealmente y respeta a los adversarios es un interlocutor válido. En cualquier caso, no necesitamos vivir bajo un régimen autoritario para tener motivos de protesta, de reivindicación. En los regímenes democráticos también se cometen abusos de todo tipo que deberíamos ser los primeros en denunciar y combatir. Lo que está mal en la democracia es el hecho de que no la critiquemos. Y porque no la criticamos, corremos el riesgo de perderla. Incluso puede ocurrir que el último golpe contra la democracia le sea asestado en nombre de la "democracia"...

SARAMAGO Nació en 1922 en Azinhaga, Portugal, y fue Premio Nobel de Literatura 1998. Es autor de Memorial del convento, La balsa de piedra y La caverna

Fuente: Polémico, incisivo, el escritor portugués analiza las actuales democracias, detrás de las cuales ve la sombra inmensa del poder económico trasnacional. En un contexto en el que las ideologías se han devaluado, critica a la izquierda y reflexiona acerca de las actitudes que los ciudadanos pueden adoptar para ir más allá del mero acto de votar.

(Fragmento de la intervención de José Saramago en la I Cita internacional de la literatura iberoaméricana, organizada por la Fundación Santillana y realizada en España en junio del año pasado).

CIENCIA Y NEGOCIOS MONOPOLICOS: Problemas, fascinaciones y oportunidadeS


Pat Mooney. ALAI AMLATINA, 19/12/2008, Toronto.- Hace 30 años la humanidad tenía un problema, la ciencia tenía una fascinación y la industria tenía una oportunidad. Nuestro problema era la injusticia. Las masas de hambrientos crecían y al mismo tiempo la cantidad de campesinos y agricultores menguaba. La ciencia, mientras tanto, estaba fascinada por la biotecnología, la idea de que podríamos manipular genéticamente los cultivos y el ganado (y la gente) para insertarle características que supuestamente superarían todos nuestros problemas.

La industria de los agronegocios vio la oportunidad de extraer las enormes ganancias latentes en toda la cadena alimentaria. Pero el sistema alimentario tremendamente descentralizado les impedía llenarse los bolsillos. Para remediar esta enojosa situación había que centralizarlo.

Todo lo que la industria tuvo que hacer fue convencer a los gobiernos de que la revolución biotecnológica podía poner fin al hambre sin hacer daño al ambiente. Pero, dijeron, la biotecnología era una actividad con demasiado riesgo para pequeñas empresas y demasiado cara para investigadores públicos. Para llevar esta tecnología al mundo, los fitomejoradores públicos tendrían que dejar de competir con los fitomejoradores privados. Los reguladores y controles antimonopolios tendrían que mirar para otro lado cuando las empresas de agroquímicos se apoderaran de las empresas de semillas, que a su vez compraron otras empresas de semillas. Los gobiernos tendrían que proteger las inversiones de las industrias otorgándoles patentes, primero sobre las plantas y luego sobre los genes. Las reglamentaciones de inocuidad para proteger a los consumidores, ganadas arduamente en el transcurso de un siglo, tendrían que rendirse ante los alimentos y medicamentos modificados genéticamente.

La industria obtuvo lo que quiso. De las miles de compañías de semillas e instituciones públicas de mejoramiento de cultivos que existían 30 años atrás, ahora sólo quedan 10 trasnacionales que controlan más de dos tercios de las ventas mundiales de semillas, que están bajo propiedad intelectual. De las docenas de compañías de plaguicidas que existían hace tres décadas, 10 controlan ahora casi 90 por ciento de las ventas de agroquímicos en todo el mundo. De casi mil empresas biotecnológicas emergentes hace 15 años, 10 tienen ahora los tres cuartos de los ingresos de esa industria. Y seis de las empresas líderes en semillas son también seis de las líderes en agroquímicos y biotecnología.

En los pasados 30 años, un puñado de compañías ganaron el control sobre una cuarta parte de la biomasa anual del planeta (cultivos, ganado, pesca, etcétera), que fue integrada a la economía de mercado mundial.

Actualmente, la humanidad tiene un problema, la ciencia tiene una fascinación y la industria tiene una oportunidad. Nuestro problema es el hambre y la injusticia en un mundo de caos climático. La ciencia tiene una fascinación con la convergencia tecnológica a escala nanométrica, que incluye la posibilidad de diseñar nuevas formas de vida desde cero. La oportunidad de la industria radica en las tres cuartas partes de la biomasa del mundo que, aunque se usa, permanece fuera de la economía de mercado global.

Con la ayuda de nuevas tecnologías, la industria cree que cualquier producto químico que hoy es fabricado a partir del carbono de combustibles fósiles puede hacerse a partir del carbono encontrado en las plantas. Además de cultivos, las algas de los océanos, los árboles de la Amazonia y el pasto de las sabanas pueden ofrecer materias primas (supuestamente) renovables para alimentar a la gente, hacer combustibles, fabricar aparatos y curar enfermedades, a la vez que eludir el calentamiento global. Para que la industria haga realidad esta visión, los gobiernos deben aceptar que esta tecnología es demasiado cara. Convencer a los competidores de que corren demasiado riesgo. Hay que desmantelar más reglamentos y aprobar más patentes monopólicas.

Y tal como ocurrió con la biotecnología, las nuevas tecnologías no tienen por qué ser socialmente útiles o técnicamente superiores (es decir, no tienen por qué funcionar) para ser rentables. Todo lo que tienen que hacer es eludir la competencia y las alternativas y coaccionar a los gobiernos para que se abandonen a su control. Una vez que el mercado está monopolizado, poco importa cuáles son los resultados de la tecnología.

Pat Mooney: Premio Nobel Alternativo y director del Grupo ETC. El texto prologa el informe "¿De quién es la naturaleza?: el poder corporativo y la frontera final en la mercantilización de la vida", disponible en www.etcgroup.org

Más información: http://alainet.org

ACTIVISTAS BRASILEÑOS PROPONEN "MUDAR" DE MODELO


Intelectuales y activistas brasileños y brasileñas proponen y sustentan la necesidad de cambiar definitivamente de un modelo económico neoliberal agroexportador de materias básicas, hacia un modelo de desarrollo eonómico interno con equidad e integración social. Comparto el material presentado al Presidente del Brasil, Ignacio Da Silva.

Brasil: Es hora de cambiar

João Pedro Stedile, José Antônio Moroni, y Nalu Faría. ALAI AMLATINA, 17/12/2008, Sao Paulo.
Nos reunimos con el gobierno federal para presentar las alternativas construidas por más de 50 entidades.
Nuestro país tiene una importante oportunidad de aprovechar la crisis económica mundial para dejar atrás la actual política económica neoliberal y tomar medidas para adoptar un nuevo modelo de desarrollo nacional, basado en la distribución de la renta, generación de empleos y fortalecimiento de la industria y del mercado interno, mejorando las condiciones de vida del pueblo brasileño.
La crisis demuestra en todo el mundo que el neoliberalismo no tiene condiciones para sustentar el desarrollo social, ambiental y económico, siendo necesario aplicar medidas de regulación de la economía y fortalecimiento del Estado. Quebró el modelo económico caracterizado por la hegemonía del capital financiero, altas tasas de interés, superávit primario y prioridad del sector exportador.
No encontraremos la solución en políticas que refuercen o suavicen los problemas del neoliberalismo, apoyando bancos y grandes empresas, sino con iniciativas que apunten a cambios estructurales. En Brasil, necesitamos reducir inmediatamente las tasas de interés y controlar el movimiento del capital especulativo, impidiendo la libre circulación, instituyendo cuarentenas y taxaciones.
El gobierno debe revisar la desgastada orientación del FMI, uno de los responsables de la crisis, que llevó a establecer el superávit primario. El Tesoro Nacional gastó, en los primeros cuatro años del gobierno Lula, cerca de R$ 600 mil millones por concepto de los intereses de la deuda pública. Tenemos que usar esos recursos para construir escuelas y contratar profesores para universalizar el acceso a la educación pública.
En las grandes ciudades, es urgente hacer inversiones en transporte público, hospitales y viviendas populares, llevando a cabo una reforma urbana. En el campo, la producción de alimentos de la agricultura familiar y campesina necesita recibir inversiones públicas, junto con el fortalecimiento de la pequeña y mediana propiedad y la realización de la reforma agraria.
El gobierno debe establecer metas de generación de puestos de trabajo formales, dentro de un amplio programa público, reaccionando al aumento del desempleo causado por la crisis. A la vez, para dar fuerza al mercado interno y garantizar el consumo, deben aumentar el salario mínimo y los beneficios de la Seguridad Social, distribuyendo la renta.
Esas medidas sólo serán viables si los recursos públicos son invertidos con responsabilidad. Los subsidios para salvar bancos y empresas especuladoras -que ganaron mucho dinero con el neoliberalismo- sólo refuerzan las contradicciones del modelo que entró en crisis.
Es una incoherencia que aquellos que siempre defendieron el mercado como el "dios regulador" recurran al Estado en un momento de dificultad. Los bancos públicos, como el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), Banco de Brasil y Caja de Ahorros Federal, no tienen que socorrer el gran capital y sólo deben aprobar préstamos con la garantía de desempleo cero.
Estamos preocupados también con la ofensiva predatoria sobre los recursos naturales, que aumenta en tiempos de crisis, porque proporciona acumulación rápida.
No podemos aceptar las propuestas irresponsables del agronegocio que pretende cambiar la legislación ambiental, reduciendo las áreas de preservación en la Amazonia y en lo que resta de la mata atlántica. Las grandes empresas del la rama petrolífera han puesto el ojo en una gigantesca área de alta mar, llamada del pré-sal, y quieren mantener el régimen de concesión, impidiendo cambios legales que garanticen la soberanía nacional.
Los responsables de la actual crisis económica son los países centrales y los organismos dirigidos por ellos, como la Organización Mundial de Comercio (OMC), el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Defendemos un nuevo orden internacional, que respete la soberanía de pueblos y naciones. Brasil necesita fortalecer la estrategia de integración regional, dando atención principal al MERCOSUR, a la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y a la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA). Con ello, por ejemplo, podríamos sustituir el dólar en las transacciones comerciales por monedas locales en toda América Latina, como recientemente hicieron Brasil y Argentina.
Nos reunimos con el gobierno federal para presentar estas alternativas, construidas por más de 50 entidades. No estamos preocupados por las elecciones, sino por el futuro del país. Queremos contribuir al debate para que el pueblo brasileño se movilice por un nuevo modelo económico para enfrentar la gravedad de la crisis.
No podemos perder esta oportunidad de hacer los cambios necesarios que requiere nuestro país. (Traducción ALAI).
João Pedro Stedile, 54 años, economista, es integrante de la Coordinación Nacional del Movimiento Sin Tierra (MST) y de la Vía Campesina de Brasil.
José Antônio Moroni, 45, filósofo, es miembro del INESC (Instituto de Estudios Socioeconómicos) y director de la ABONG (Asociación Brasileña de ONGS).
Nalu Faría, 50, sicóloga, es coordinadora general de la Sempreviva Organización Feminista (SOF) e integrante de la Secretaría Nacional de la Marcha Mundial de las Mujeres en Brasil.

lunes, 22 de diciembre de 2008

DESAPARECER


"Cada vida que segaron y cada cuerpo del que se deshicieron sigue hundiéndose en el agua, sigue sin poder hablar, sigue acusándolos. Si uno afina el oído, se escucha. La Justicia debe ser ciega, no sorda."

Por Sandra Russo. PAGINA 12. ARGENTINA. Justo cuando parecía que la coyuntura se comía todo el presente y que en la agenda argentina lo más importante era saber si la clase media va a consumir lo suficiente como para que las grandes empresas no eliminen puestos de trabajo, la Cámara de Casación puso su regalito en el árbol. Del árbol de Navidad de la Cámara no cuelgan ángeles ni pelotitas doradas. Cuelgan desaparecidos.

No deja de ser escalofriante lo que somos, todavía. Y lo que somos todavía obliga a poner al Poder Judicial en primer plano, algo que todavía no se ha hecho. El Ejecutivo y el Legislativo son diariamente interpelados por la opinión pública. El Judicial, en cambio, se cierra sobre sí mismo, agazapándose tras la majestad de la justicia. Pero esa majestad recae sobre la Justicia en sí, no en los jueces, que son humanos, falibles, tienen ideología, puntos de vista y a veces hasta la pretensión de generar irritación política.

Y una vez más los desaparecidos siguen desapareciendo. Y hay que recordarle a la Justicia que los desaparecidos siguen desapareciendo, que nunca dejarán de hacerlo, que Jorge Julio López también sigue desapareciendo, acoplado a destiempo a los miles y miles. Mientras la sociedad está pendiente del violador de Recoleta y mientras la derecha fogonea con la inseguridad, un gesto judicial obsceno casi pone en la calle a la patota que se jactó de los vuelos de la muerte. Están probados. Los cuerpos de las Madres y las monjas francesas secuestradas, torturadas y asesinadas por Astiz, Acosta y los otros, que aparecieron enterrados en el cementerio de Lavalle, cerca de Santa Teresita, fueron la evidencia de que los prisioneros de la ESMA eran dopados y arrojados al mar. Los cuerpos de esas víctimas aparecieron flotando en las costas hace muchos años, y las autoridades locales los enterraron allí como NN. Hace tres años los antropólogos forenses identificaron a esas víctimas y les devolvieron su identidad y su historia.

La figura del desaparecido, sobre cuya no-entidad se expresó alguna vez casi exultante Jorge Rafael Videla, es de un cinismo criminal tan fuerte que es incomprensible cómo la Justicia tiene el mal tino de salteársela. La propia Cámara de Casación debería haberse echado parte de la responsabilidad sobre sus hombros por sus prolongadas dilaciones, por los cuatro años en que no hizo avanzar los juicios. El Poder Judicial, que durante la dictadura no vio, no escuchó, no falló ni hizo justicia al respecto, tiene agujeros negros. Agujeros llenos de mugre vieja. Están drenando.

Hemos pronunciado tanto la palabra “desaparecido” que a veces nos suena repetitiva, antigua, machacada. Habrá que oponerle a ese sonar neutralizado, una vez más, la vida arrancada que esa palabra encubre. Ese plus de sadismo, ese condimento patológico que impregnó diez años de la historia argentina y que dejó salir lo putrefacto que hay entre nosotros.

Un desaparecido no deja de desaparecer. Así lo han padecido los familiares. Es una muerte sin conclusión. Una muerte cuyo duelo no es posible. Una muerte sin responsables. Una treta cobarde para no rendir cuentas. Con el argumento hipócritamente garantista de la Cámara de Casación, que el juez Fayt hizo propia, la Justicia accede a jugar el juego de los homicidas, como si se tratara de cualquiera de los miles de procesados que esperan su sentencia. Estos no son cualquiera. Para que éstos estén presos hubo una lucha que duró décadas, y cuyos protagonistas se han trazado la línea de la dignidad: llevarlos a la Justicia, ofrecerles juicios justos, el derecho a defensa sobre el que ellos mismos defecaron cuando tuvieron el poder de las armas y el poder político concentrado, y decidieron por la vida y la muerte de tanta gente.

No puede quedar libre quien todavía sigue cometiendo día tras día el mismo delito. Nunca dijeron qué hicieron con los prisioneros. Nunca colaboraron. Nunca confesaron sus crímenes. En los casos en los que se llegó al juicio oral, hemos visto y escuchado que volverían a hacerlo. No hace falta. Lo siguen haciendo. Cada vida que segaron y cada cuerpo del que se deshicieron sigue hundiéndose en el agua, sigue sin poder hablar, sigue acusándolos. Si uno afina el oído, se escucha. La Justicia debe ser ciega, no sorda.

domingo, 21 de diciembre de 2008

JUAN GELMAN: EL LAMENTO DEL CABRON


"Los históricos olvidos de la historia que perpetra W. Bush tienen precedentes muy antiguos. Hace 25 siglos, la sangrienta oligarquía de Los Treinta prohibió en Atenas por decreto recordar la derrota militar que le infligiera Esparta. Hoy, la repetición de las versiones oficiales torna innecesarios los decretos."
Por Juan Gelman. CONTRATAPA. PAGINA 12. Es el título de una conocida canción del trío español de rock pesado Orthodox, pero nadie piense mal: se refiere al macho cabrío o cabra muy grande y no el adjetivo en que el uso común ha convertido al sustantivo. Uno de los versos de la letra dice “oye al cabrón que llora”. Claro que, en castellano, es difícil separar las dos acepciones. El cabrón-caprino estuvo presente en la mitología y las religiones desde tiempos muy lejanos. Artemisa lo consideraba un animal sagrado y un atributo dionisíaco. En el Antiguo Testamento es símbolo de la adoración de falsos dioses (Isaías, 13:21 y 34:14). El sumo sacerdote del templo de Júpiter tenía prohibido tocarlo. Pero éstas son divagaciones.
El presente artículo se refiere más bien a declaraciones recientes de W. Bush. Cuando un periodista de TV le preguntó cuál era, a su juicio, el mayor fracaso de su gestión, el mandatario saliente explicó (abcnews.go.com, 1-12-08): “Lo que más lamento de mis dos presidencias serían las fallas de (los servicios de) inteligencia en Irak”. Dicho de otra manera: los servicios de espionaje le informaron que Saddam Hussein tenía un arsenal de armas de destrucción masiva (ADM) y no le quedaba otro remedio que desatar la guerra. No se compunge por lo que hizo, que cuesta ya más vidas estadounidenses que el atentado contra las Torres Gemelas y un número de víctimas iraquíes que tal vez asciende a centenares de miles, sino por lo que presuntamente le hicieron. Que el victimario se haga la víctima es un viejo tic de nuestra civilización y exige mucho olvido, propio y ajeno.
El 7 de octubre del 2002, W. advertía en Cincinnati que “no se debe permitir al dictador iraquí que amenace a EE.UU. y al mundo con venenos, enfermedades terribles y gases y armas atómicas”. Ya olvidaba entonces que ocho meses antes un informe de la CIA no encontraba “evidencias de que Irak esté comprometido en acciones terroristas contra EE.UU. desde hace casi una década, y que está asimismo convencida de que el presidente Sa-ddam Hussein no ha proporcionado armas biológicas o químicas a Al Qaida y grupos afines” (The New York Times, 17-2-02). Es que la decisión de invadir Irak se había tomado ya en Camp David durante el fin de semana que siguió al 11/9.
El presidente Bush acentuó su no responsabilidad en la entrevista de la cadena ABC: “Mucha gente arriesgó su reputación y dijo que la posesión de ADM era una razón para derribar a Saddam Hussein. No sólo personas de mi administración opinaron así, muchos miembros del Congreso, antes de mi llegada a Washington D.C., en el debate sobre Irak, y muchos líderes de naciones de todo el mundo se basaron en los mismos datos de inteligencia... y yo habría deseado que la inteligencia hubiera sido diferente, supongo”. Dicho de otra manera: W. no tuvo más remedio que plegarse a la idea imperante sobre Saddam. Qué desmemoria: Thomas Ricks, corresponsal de guerra del Washington Post, relató en su libro Fiasco (The Penguin Press, Londres, 2006) que sólo cinco parlamentarios habían leído la evaluación clasificada de la comunidad de espías. Habrán encontrado luego –se supone– que la Casa Blanca había mutilado el texto del informe que se hizo público para convencer al pueblo estadounidense del peligro iraquí: desaparecieron advertencias y pruebas contrarias a lo que Bush quería demostrar (New Republic, 30-6-03). Un olvido más qué le hace al tigre.
El mensaje del gobierno norteamericano se volvió cada vez más intimidante en el 2000: el 26 de agosto, el vicepresidente Cheney –que mucho hizo para ocultar la realidad– subrayaba en Nashville que Saddam poseía “un arsenal de armas terroríficas que constituyen una amenaza para nuestros amigos de toda la región y que podrían someter a EE.UU. y a cualquier otra nación al chantaje nuclear”. Los analista de la CIA no estaban de acuerdo: en general daban por buenos los resultados de las inspecciones de la Organización Internacional de Energía Atómica acerca del programa nuclear iraquí: no existía, según el organismo de la ONU. Hasta el departamento de inteligencia del Pentágono elaboró una evaluación que señalaba: “No hay información fidedigna acerca de si Irak está produciendo o almacenando armas químicas o si ha restablecido, o se propone restablecer, sus instalaciones de producción de armas químicas” (www.dia.mil, septiembre 2002). La Casa Blanca no tomó en cuenta el informe: su voluntad política no quiso.
La invasión de Irak y Afganistán obedeció a planes de los “halcones-gallina” muy anteriores al 11/9 y su olor a petróleo y designios imperiales se extendió por el planeta. Los históricos olvidos de la historia que perpetra W. Bush tienen precedentes muy antiguos. Hace 25 siglos, la sangrienta oligarquía de Los Treinta prohibió en Atenas por decreto recordar la derrota militar que le infligiera Esparta. Hoy, la repetición de las versiones oficiales torna innecesarios los decretos.