martes, 14 de abril de 2015

PEÑA IRALA ARRESTADO EN NUEVA YORK

Minimizar y relativizar la captura del sospechado asesino del hijo del doctor Joel Filártiga en Nueva York, el inspector de policía Américo Norberto Peña Irala, quien huyó a los Estados Unidos, se transformó en un asunto oficial y de estado. A juzgar por el diligente, preciso, y pícaro informe confidencial que el alto representante alterno del Estado Paraguayo ante las Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York, Luis González Arias, redactó a Su Excelencia Alberto Nogués, ministro de relaciones exteriores de la dictadura de Alfredo Stroessner.
La nota es de fecha 6 de abril de 1979, y por los fragmentos legibles, dice que él hizo cuanto pudo y analizó como pudo. (Sin esforzarse mucho, hasta las últimas consecuencias, pero sin sudar mucho).
González Arias, se apresuró a enviar a Alberto Nogués unos recortes de prensa del diario New York Times del 5 y 6 de abril de 1979, que referían “al escándalo” del arresto por parte de autoridades norteamericanas del “ex policía” Américo Norberto Peña Irala a efectos de extradición, por el asesinato de Joelito Filártiga el 30 de marzo de 1976, en el Paraguay, quien tenía 17 años.
El fino olfato del alto representante alterno de la dictadura, le permitió hilvanar avances interpretativos del hecho, quien no duda en describir que “todo tiene una motivación política”. Y que la denuncia y arresto del tal Peña Irala (quien debería haber vivido impune y discreto en Estados Unidos, siendo un agente de la dictadura), según sus fuentes muy dignas de crédito, tan dignas que no merecieron identificarlas ni ante su ministro, se debieron a gestiones hechas por “opositores políticos al régimen stronista”, encabezadas por un inefable Gilberto Olmedo Sánches (sic).
En defensa del policía Peña Irala, aguzó la pluma el tal González Arias, al decir que el arresto y la posterior información a toda la prensa, habría sido realizada con toda aparatosidad (obviamente, no con la delicadeza y decoro que se merecería un agente del régimen de Stroessner).
Pero, para mayor desconcierto, afirma el alto representante, las autoridades norteamericanas de Inmigración se apersonaron ante él en su propia oficina del Consulado a objeto de que él asista a la audiencia de imposición de medidas ante el Juez, en donde el denunciado policía Peña Irala y su esposa hicieron declaraciones.
De acuerdo al sereno y sopesado análisis de González Arias, todo este escándalo se debería tanto a activistas de Estados Unidos como a “opositores”, con el perverso interés de inmiscuir a las autoridades paraguayas en el tema, decidió no asistir a la tal audiencia, dejando sólo a Peña Irala y que se las vea.
Argumentó su ausencia en que él desconocía el tema, y que eso pertenecía a la jurisdicción norteamericana, ya que se trata simplemente de un caso en que habiendo expirado la visa, el señor Peña habría permanecido unos meses de más.
Para el astuto y diligente alto representante, no cabía la posibilidad de que Peña Irala estuviera siendo arrestado con fines de extradición por una denuncia de asesinato, y menos, descubierto caminando impune por las calles de Nueva York, por la propia hija del doctor Joel Filártiga. Esas cosas no pasaban en la dictadura, ni por su delicada mente.✔

Federico Tatter.
14 de abril de 2015. Asunción, Paraguay.

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