domingo, 6 de septiembre de 2015

ZARANDAJAS DE “PONCHO PYTÁ”


@Fedetatter ‪#‎relatosbreves‬ #paraguay
La dictadura paraguaya (1954-1989), aún en forma tardía y con grandes concesiones, fue observada por órganos internacionales competentes en derechos humanos, como la CIDH de la OEA, y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en la segunda mitad de la década de los setentas.
A través de informes reservados, éstos organismos fueron elevando el tono de sus informes, al compás de la elevación del tono de la nueva política de los Estados Unidos de América bajo administración demócrata que amplió y generalizó la exigencia de los derechos humanos. Ya no solamente para los enemigos comunistas, sino ahora también, para los aliados anticomunistas en pleno patio trasero.
La dictadura anticomunista de Stroessner y la ANR, debieron poner barbas en remojo, y con el despliegue de sus agentes civiles y militares en relaciones exteriores, buscaron bloquear el impacto de estos informes para ganar tiempo, esperando que volvieran las mieles con un futuro gobierno republicano en la Casa Blanca, sus mejores viejos amigos de viejas andanzas.
El 16 de mayo de 1977, bajo el código 319/77/MR (exactamente diez días antes de la aprobación por parte de la CIDH en su 41 período de sesiones de un informe sobre los derechos humanos en el Paraguay que tardó en parir 17 años), el representante permanente de Paraguay ante las Naciones Unidas, con oficina en 211 East 43rd Street, Suite 1104, de la ciudad de Nueva York, Francisco “Poncho Pytá” Barreiro Maffiodo, informó extensamente a su ministro de Relaciones Exteriores, Alberto Nogués, acerca de la respuesta verbal que él realizó como representante de la Misión Paraguaya, a la División de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra, Suiza.
No olvidemos que “Poncho Pytá”, fue la segunda pluma intelectual más filosa que llenó de contenido las páginas del órgano oficial del partido, el diario “Patria” (fiel acompañante de la represión dictatorial), en compañía y sólo un peldaño por debajo del primer espadachín y soldado del partido, Ezequiel González Alsina.
“Poncho Pytá”, con la fiereza y el tacto de elefante en cristalería que siempre lo caracterizó, respondió verbalmente a un informe presentado en las Naciones Unidas por la Comisión de Investigación sobre los derechos humanos en el Paraguay fechada en setiembre de 1976, integrada por los señores Ben S. Stephansky y Robert J. Alexander (ambos integrantes de la Liga Internacional por los Derechos Humanos, con sede en Nueva York, y que entre sus autoridades se hallaba la señora Frances R. Grant, secretaria general de la Asociación Interamericana pro Democracia y Libertad), y que fue remitido por la propia ONU, a la Misión de la dictadura para su conocimiento y su pronta respuesta, bajo el código 215/1 PARAG, el 4 de mayo de 1977.
La respuesta verbal encargada a “Poncho Pytá”, número 12/NU/77, fue acompañada para ilustración de la nomenclatura de las Naciones Unidas, por copias de las leyes paraguayas número 294 de defensa de la democracia, número 323 de garantías de fueros y número 209 de la defensa de la paz pública y de las personas. Faltó poco para que les entregara también ejemplares del diario oficial del partido colorado, “Patria”, para que esas gentes de los derechos humanos de las Naciones Unidas, se enteraran, de qué se trataba el carácter de la democracia en las épocas de su general de acero.
“Poncho Pytá” defendió a su jefe, atacando. Definió a los investigadores como “...dos señores norteamericanos, que tienen muchos títulos, pero ninguno de ellos les autoriza a intervenir en las cuestiones internas del Paraguay”. Sigue, con que el informe que presentan estos dos señores, no es más que “...una larga y peregrina y torpe información … que canalizaron cuanto cuento o fábula corra por cualquier resquicio del mundo contra el Paraguay … Estamos en presencia de verdaderos escarabajos, bien pagados, tal es la pequeña diferencia, que recogen estiércol contra determinados gobiernos que no están dispuestos a transigir con el terror y la subversión, que no están dispuestos, tampoco a que se aniquile la paz, el orden y las conquistas propias de la civilización...”.
En setiembre de 1976, las cárceles del Paraguay estaban llenas de presos políticos, algunos, con sus familias enteras, como el campo de concentración de Emboscada, habilitado ese mismo mes.
Y “Poncho Pytá” sigue su defensa, atacando al informe y a los redactores del mismo cuando dice que: “Y estos señores con una soltura y diligencia increíbles hablan del Paraguay y de todas las cosas divinas humanas, como si allí hubieran vivido toda su vida. Claro que ellos no hacen sino repetir cuanta “zarandaja” se les dijo por bocas de personas interesadas en sembrar el odio y el rencor entre paraguayos”.
“Poncho Pytá” desconocía que los informes de derechos humanos tienen varias fuentes, las documentales, que negó el estado paraguayo sistemáticamente durante años, las visitas “in loco” que siempre negó el estado paraguayo y las testimoniales que dieron las víctimas de los hechos denunciados.
Y finaliza informando que: “Esta misión acompaña a esta nota el texto de la ley de defensa de la paz pública, incorporada al código penal paraguayo. Esta ley reprime las actividades comunistas y subversivas en nuestro país. En el Paraguay no se puede hacer proselitismo marxista leninista ni predicar el odio entre paraguayos. Y esta ley es simplemente la aplicación concreta de la disposición establecida claramente en la Constitución Nacional sancionada en 1967, y que fue aprobada sin discusión por los cuatro partidos políticos del Paraguay: Asociación Nacional Republicana o partido colorado (partido de gobierno) y tres partidos de oposición: Partido Liberal, Partido Liberal Radical y Partido Revolucionario Febrerista”.
Estas leyes liberticidas 294 y 209, derogadas luego de 1989, sumadas al artículo 79 de la Constitución Nacional de 1967, que validó 35 años de estado sitio, fueron los “garrotes judiciales” del terrorismo de estado, que fueron utilizados en forma simultánea al “Tejuruguái”, la “pileta”, al encierro prolongado, a las ejecuciones extrajudiciales y las desapariciones forzadas. El lado oscuro de la era negra del Paraguay, que estos agentes dictatoriales, conociendo los hechos, se dedicaron durante años, a mantener en la impune oscuridad. Su herencia, hoy día sigue los mismos pasos de las zarandajas de “Poncho Pytá”.

Federico Tatter.
27 de agosto de 2015. Asunción del Paraguay.

(*) Este relato está acompañado por la copia de un fragmento de la nota número 319/77/MR del 16 de mayo de 1977, de la Misión Permanente del Paraguay ante la Naciones Unidas, con sede de Nueva York, firmado por su titular, Francisco “Poncho Pytá” Barreiro Maffiodo.
(*) Relato corregido por Eugenia de Amoriza. Muchas Gracias por su inestimable e interminable paciencia.

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