domingo, 6 de septiembre de 2015

LA RESERVADA IMPOTENCIA EN DERECHOS HUMANOS

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Este relato es una continuación de otro, que versó acerca de los tropezados antecedentes que la propia CIDH, de la OEA, citó en un informe sobre la situación de los derechos humanos en el Paraguay en 1977, aprobada su sesión número 58, del 26 de mayo de 1977 (OEA/Ser.L/V/II.41, doc.5 rev. 1, 27 mayo 1977, Original: español, RESERVADO).
La Comisión, escribió en el mismo que, debió investigar con más libertad y tiempo, “in loco” (en el sitio de los hechos), denuncias graves recibidas desde sus primeras sesiones en 1960. Pero no lo pudo hacer correctamente, por continuadas sostenidas dilaciones, chicanas. Decimos nosotros, también, por obvias interferencias de la dictadura, sus agentes y aliados en la ONU y la OEA.
Esta es una historia de tropiezos, complicidades de estados y agentes varios. Es una historia de un comportamiento ondulante de las políticas de estado de democracias liberales de viejo cuño, como la norteamericana, que pusieron más interés en la guerra fría continental que en las violaciones a los derechos humanos perpetradas por los aliados y amigos. Esta condescendencia de estado, prohijó atroces dictaduras cívico-militares de oligarquías de ultraderechas, y a las que se les permitió durante décadas usar el “carnet democrático”, que en el caso particular del Paraguay stronista, fue de “democracia sin comunismo, y de unidad granítica de los fuerzas armadas, el estado y el partido”.
Como un reconocimiento explícito de la impotencia de la Comisión para investigar a fondo, su informe registra un apartado al que llama, de la Fuentes de Información.
En él dice que para la elaboración del Informe de 1977, la Comisión se ha visto privada del auxilio de varias de las más seguras y útiles fuentes de conocimiento directo, cuales son: “...la inspección u observación “in loco” y los datos, documentos, referencias e informes que suministra o que se supone debe suministrar el propio gobierno del país interesado (Paraguay)”.
Reconoce que: “Acaba de transcribirse con minuciosidad el largo proceso de las gestiones que la Comisión realizó a fin de obtener el asentimiento del gobierno del Paraguay para la visita que hubiera podido ayudar a clarificar tantos hechos, o a enfocar la situación dentro de sus rigurosas proporciones … Las comunicaciones dirigidas a través de los años, en muy pocas ocasiones merecieron una respuesta. Las solicitudes que con carácter de especial y urgente se formularon a las autoridades paraguayas, y que en algunos casos se concretaban a hechos tan modestos como el envío de un documento o una ley, tampoco fueron atendidas”.
En este punto, es preciso resaltar, que estas dilaciones de la dictadura, por años guardadas y mantenidas en el estricto ámbito diplomático de estados y organismos internacionales, al momento de ese informe de 1997, llevaban ya 17 años. Casi con la absoluta seguridad de que esa displicencia, no tendría, como en efecto ocurrió, la más mínima consecuencia política para la dictadura y sus aliados hemisféricos. Esa dilación, sólo afectó y gravemente a las miles de víctimas que en el sistema interamericano veían la única tabla de salvación a sus miserias. La guerra fría fue altamente beneficiosa para la dictadura. Desastrosa para las víctimas.
Incluso hoy, en pleno 2015, aún se sorprenden algunos visitantes del occidente europeo, cuando toman conocimiento “in loco” de las barbaridades del stronismo tantos años ocultadas, y que fuera tan “tolerado” por sus “pundonorosos” gobiernos de doble estándard, que a la sazón mantenían una alianza automática transatlántica, con la gran democracia y gran potencia militar del norte americano. Esas mismas democracias europeas, que aceptaron como “amigo de mi amigo” a las dictaduras latinoamericanas, también sostuvieron bárbaras dictaduras coloniales y neocoloniales en África, Medio Oriente, Asia, Oceanía, sin movérseles un milímetro, el pétreo rostro, sin ser cuestionadas por su “amigo americano” en lo fundamental.
La política continental de encubrimiento de la guerra fría, pudo más. Hasta que esas grandes democracias, como la del norte, dieron un viraje, especialmente a partir de la administración Carter, que inició su mandato el 20 de enero de 1977. Ella, introdujo a los derechos humanos como herramienta de presión dentro de la agenda de la política exterior interamericana y global. Así los derechos humanos, anteriormente exigidos sólo a los adversarios políticos y militares globales, comenzó a ser utilizada, también para “corregir” a las propias monstruosidades aliadas. El mundo estaba cambiando. La CIDH, traccionada por una nueva visión del mundo, con el viraje norteamericano, también cambió. Al punto que no se entendería el informe CIDH de 1977 sobre Paraguay (que se dilató 17 años), sin el viento de cola de James Carter en la Casa Blanca.
El informe culmina su parte inicial, con el registro de graves alegaciones en relación al tratamiento que la dictadura dio a la “tribu Aché”. Y dice: “Es ésta una pequeña comunidad que ha logrado mantenerse en su tradicional manera de vida y de la que se dice por consiguiente, que constituye hoy un grupo cultural característico dentro de la nación paraguaya. Las denuncias pretenden que el gobierno del Paraguay ha tolerado a sabiendas graves abusos contra dicha tribu hasta el punto de que su supervivencia como colectividad ha llegado a ponerse en peligro”.
En dos próximos relatos, abordaremos las conclusiones y recomendaciones del Informe CIDH 1977, que sobrellevara tantas impotencias en su urgente cometido original. Tardar 17 años para decir que es difícil investigar, explica en parte, por qué los mismos se elaboraron en forma “reservada”.

Federico Tatter.
2 de agosto de 2015. Asunción del Paraguay.
Relato corregido por Eugenia de Amoriza. El aguante es lo más. Gracias.

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