martes, 18 de noviembre de 2008

PARAGUAY: CLAVES DEL ESTADO STRONISTA


EL TERRORISMO DE ESTADO EN EL PARAGUAY - V PARTE -

Si nos situamos en clave actual, veremos que muchas de las características del particular régimen stronista desde 1954 en adelante, ni están superadas, ni podemos considerarlas del pasado, puesto que en base a las investigaciones realizadas en el marco de la Comisión de Verdad y Justicia, en búsqueda específica de su modus operando, su lógica, se encontraron documentadamente metodologías que aplicadas en dictadura, siguieron utilizándose en la transición de 19 años hasta la actualidad, con más sigilo, y fueron detalladas en 238 conclusiones, 178 recomendaciones, oficialmente presentadas el 28 de agosto de 2008:

· Las características más aberrantes del régimen stronista fueron su condición de totalitario, que controló el comportamiento de la mayoría de la población paraguaya en todo el territorio nacional y con gran interés sobre los ciudadanos paraguayos en el exterior, y el de aplicador del terrorismo de estado en forma institucional y permanente. El Estado paraguayo, que formalmente debió velar por la seguridad de todos los ciudadanos y ciudadanas de la nación, se conviertieron durante la dictadura, en una máquina que aplicó terror planificado y altamente arbitrario sobre su propia población, especialmente sobre la población civil y atrozmente sobre los más indefensos, niños, mujeres, indígenas, campesinos. El régimen fue totalitario porque ejerció su dominio sobre el conjunto de la sociedad paraguaya abarcando ámbitos de lo público y lo privado. Las instituciones republicanas formales fueron subordinadas hasta quedar prisioneras de una doctrina corporativizante que, de hecho terminó anulando su independencia, y concentrando las decisiones estratégicas en un solo mando unificado y arbitrario.

· El Plan represivo fue establecido desde la más alta instancia del poder local de la dictadura alineado automático al poder hegemónico hemisférico, encuadrado en la “guerra fría” con la aplicación de la “Doctrina de Seguridad Nacional” y bajo el paradigma de la “democracia sin comunismo” para concretar la destrucción de toda organización o individuo que se oponga a ella, para concretar por tanto, la perduración en el poder político del régimen, así como garantizar la acumulación económica corporativa local y extranjera mediante la apropiación de los recursos naturales y del producto del trabajo, sometiendo a la mayoría nacional a la aprobación en silencio sin la menor resistencia posible. Además de las legislaciones represivas, existió un permanente asesoramiento norteamericano que comenzó con la creación de la Dirección Nacional de Asuntos Técnicos (DNAT), en 1956, el acceso de casi 1.000 cuadros militares a la Escuela de las Américas (SOA) en el Canal de Panamá, y el asesoramiento de las misiones militares norteamericana, brasileña y argentina, taiwanesa, coreana, sudafricana, durante las dictaduras. No obstante, las fuerzas policiales y de seguridad del stronismo, pudieron instruirse también en institutos de las llamadas democracias afianzadas de Europa Occidental.

· La pertenencia del Estado paraguayo a una alianza continental anticomunista en el marco de la guerra fría, le permitió al régimen recibir soporte logístico y político para la estructuración del aparato represivo y para la implementación a nivel nacional de la Doctrina de Seguridad Nacional, (DSN). Esta doctrina se extendió como el paradigma hegemónico desde los Estados Unidos de América y creó conceptos como los de “enemigo interno”, “guerra sucia” y “guerra de baja intensidad”, “guerra preventiva contra la subversión“, que sirvieron como fundamento para una persecución continua y masiva de los sectores opositores al régimen stronista. Y aún cuando el terrorismo de estado se ha establecido en muchos países del mundo y Latinoamérica, con similar o mayor atrocidad, por períodos acotados de tiempo, ha sido voluntad explícita del régimen stronista el utilizar el terrorismo de estado en forma permanente y preventiva, a la vez que intentaba ser reconocido por la comunidad internacional y los principales aliados occidentales, como el mejor modelo mundial exportable de democracia segura sin comunismo.

· El Objetivo estratégico del aparato represivo como herramienta de sostenimiento en el poder de la dictadura, fue la aplicación del terror planificado poniendo bajo objetivo militar, mediante la estrategia represiva contrainsurgente, a toda la población civil organizada o no, y a los paraguayos en el exilio en forma prioritaria, convirtiendo todo el país en blanco potencial en términos contrainsurgentes y declarando como “enemigo interno” a toda persona que pensase o pudiera pensar de forma diferente, o a toda organización social que cuestionara sus principios, se opusiera a sus designios, o no estuviera vigilada por el sistema de informantes oficiales u oficiosos. En consecuencia, bastaba una acusación de cualquier “pyragué” (informante-delator en guaraní), del más alto rango o el más bajo, para que el aparato represivo activara sus sistemas de alarma, cumpliera la órdenes genéricas ya emanadas, y se pusiera en marcha contra las personas que resultaren blanco de las delaciones. Las acciones represivas, incluso tenían carácter preventivo y de testeo permanente de la aceptación o rechazo del régimen, mediante detenciones individuales y razzias periódicas de amenaza ejemplificadora.

· Dentro del plan ideológico, el régimen obstruyó la conciencia crítica y por ende anuló la ciudadanía, logrando su cometido al grado extremo tal que el modo oficialista de ser paraguayo, el único tolerado y fomentado (“ser colorado es la mejor manera de ser paraguayo”) impuesto por la dictadura influyó en las personas hasta formar parte forzosa de la cultura, perdurando en forma hegemónica mucho tiempo después de la caída del régimen hasta la actualidad. Este elemento ideológico de la dictadura no fue independiente del terror ejercido con un carácter ejemplarizante sobre las víctimas directas e indirectas, el terror se extendió a toda la población hasta doblegarla e integrarla a un sistema de delación permanente, imposición del pesimismo, la resignación y la complicidad. La aplicación del terrorismo de estado en su fase ideológica tuvo un triple carácter: a) movilización constante de contingentes civiles del partido oficial, b) alineamiento permanente en las propias filas oficialistas, c) ampliación y extensión del terror ejemplarizante sobre el resto de la población y la estigmatización social de las víctimas, sus familias y su propia comunidad. Estas tres acciones fueron posibles a través de equipos oficiales de propaganda que justificaron, argumentaron las medidas represivas aplicadas, a la vez que contrarrestaron las posturas contrarias tanto a nivel nacional e internacional.

· Las acciones represivas obedecieron a una rígida cadena de mandos altamente centralizada, vertical, obediente e institucional del estado paraguayo, desde el máximo comando estratégico, hasta la base de la pirámide represiva, el agente policial, el soldado, el miliciano y el delator encubierto, el “pyragué”. La mayoría de ellas fueron planificadas con mucha antelación –años incluso-- a través de un complejo y superpuesto sistema de inteligencia y contrainteligencia, y vastas redes de informadores especiales y encubiertos. Las acciones operativas de la represión contaron con una capacidad de maniobra rápida y fluida, que siempre y sin excepción alguna, tuvo en su cúspide de responsabilidad a un comando estratégico dirigido por el general Alfredo Strossner, comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de la Nación, presidente de la República y presidente honorario del Partido Colorado. Los superiores de la cadena de mando tanto civiles como militares fueron responsables de perpetrar en forma coordinada y planificada violaciones de derechos humanos en diversos grados, desde los seguimientos y apresamientos arbitrarios, torturas, prisiones prolongadas, hasta la desaparición forzada de personas y ejecuciones extrajudiciales, expresión atroz del terrorismo de Estado, por su carácter continuo.

· El aparato represivo estuvo integrado institucionalmente a la estructura oficial del estado paraguayo, su estructura logística y operativa fue altamente coordinada entre las distintas unidades militares y policiales, en todo el territorio nacional. Las labores de inteligencia, contrainteligencia y operaciones fueron provistas por las distintas unidades especializadas de las Fuerzas Armadas y su red de informantes, y por la Policía Nacional y su red de informantes. Tanto las Fuerzas Armadas como la Policía Nacional contaron con la colaboración de servicios de inteligencia extranjeros y con el apoyo logístico y operativo de milicianos del Partido Colorado.

· En su aspecto económico y social, el modus operandi represivo fue funcional a la conservación de la pirámide de concentración de riqueza y exclusión de la mayoría ciudadana. El poder de la dictadura se basó en el aparato militar, policial y partidario oficial en la cúspide, acompañado y acompañando a las grandes corporaciones de intereses económicos y sociales, que obtenían beneficios por encima del mercado con la cercanía al poder. El sistema de delación y control horizontal integrado al sistema represivo, vigiló todo intento de organización del colectivo mayoritario excluido y oprimido de la población del país. El control sobre los ciudadanos paraguayos en el exterior fueron emplazadas, como una prioridad de estado, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y sus dependencias, embajadas, consulados, representaciones, agregadurías.

Después de iniciales purgas con graves violaciones de derechos humanos dentro de los propios cuadros de las Fuerzas Armadas, la Policía y el partido oficialista, el aparato represivo se reconstruye de la siguiente manera: con un alto nivel de colaboración y división del trabajo con un mando estratégico en cabeza de Alfredo Stroessner, y tanto las Fuerzas Armadas como la Policía Nacional a través del III Departamento de Investigaciones (DIPC), y la Dirección Nacional de Asuntos Técnicos (DNAT), realizaron tareas de inteligencia, contrainteligencia y operaciones. Además, los militares, los policías y los agentes civiles de la administración pública, pertenecieron sin excepción y en forma obligatoria al partido oficialista. El aparato represivo logró su consolidación cuando obtuvo un grado importante de disciplina interna de sus unidades de acciones de inteligencia, operación, ideológicas y psicológicas, eliminando al mínimo cualquier indicio de autocrítica o no alineamiento de los agentes estatales o paraestatales encargados de aplicar las medidas represivas.

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