domingo, 15 de febrero de 2015

LA RICA MEMORIA DE MALENA

Este relato es de Malena Ashwell. Pero, por azares del destino y la tecnología, me tocó colaborar en su redacción. ¿Cómo ocurrió esto?
Todo surgió, cuando Malena indicó en la red social que le había gustado una reciente narración breve de Fernando Robles, acerca de su Serie “El cautiverio de los Genios”.
Haciendo memoria de anteriores conversaciones, con ella mantenida años atrás, secundé su aprobación, y le sugerí que ella misma nos relatara un trozo de sus experiencias. Asintió, y por un mensaje privado, envió con el permiso para hacerlo público, cuanto sigue.
Comenzó Malena Ashwell: “Esto ocurrió en Enero 1965, primero fuimos a parar a Investigaciones. Luego nos trasladaron a Trinidad”.
Continúó su relato. “Querido Federico. Te envío una historia que me conmovió. Dadas las condiciones en la cárcel, es que se produjo la primera y única visita de mi padre, quien había venido de Washington, D.C., cuando se enteró que yo estaba en la cárcel Stronista. Y ocurrió lo siguiente. El policía que me acompañó me informó con tono amenazador, alertándome que no hablara ni una palabra de lo que me había ocurrido ni a mí, ni a otros. Me llevó junto a mi padre y me sentó frente a él. Yo le dije a papa, en Inglés, que se necesitaba un médico, que algunas compañeras estaban muy mal, que había una que orinaba sangre. Que tratara de denunciar en el exterior las condiciones de las prisioneras políticas. También, agregue al final que teníamos hambre. Dicho sea de paso, nuestra celda se encontraba al lado de las prisioneras comunes. Y todas escuchábamos a niños llorando. Al día siguiente, llegaron a la celda kilos de las comidas más deliciosas que papá pudo encontrar en el Bolsi.
Cuando abrímos los paquetes, quedamos salivando. Pero, cuando ya estábamos por comer, una compañera (creo que fue Gloria Estragó), ordenó que esperemos. Y dijo lo siguiente. Que lo correcto sería enviar toda la comida a las prisioneras comunes. Y solicitó que pusiéramos su proposición a una votación. Todas. Toditas, votamos por enviarles a las presas comunes la comida. Finalmente, a pesar del hambre, nunca pasamos un día tan feliz y satisfechas. Es lo que recuerdo en este momento, acerca de ese momento”.
Así, Malena Ashwell, concluyó. “Olvidé añadir, que las prisioneras comunes, corrían de nosotras. Por ejemplo, un día que chocamos en el baño, como si tuviéramos la plaga. Pues creían que los comunistas ‘se comían a los niños vivos’. De las otras cosas, me cuesta mucho revivir y recordar”.
Gracias por tu rica memoria Malena.

Relato: Malena Ashwell.
Colaboración: Federico Tatter.
15 de febrero de 2015. Asunción, Paraguay.

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