lunes, 3 de octubre de 2016

¿QUÉ FUÉ DE DON MILCIADES EN 1958?

Por Federico Tatter @Fedetatter ‪#‎relatosbreves‬ ‪#‎eranegra‬ ‪#‎paraguay‬ ‪#‎UNAnotecalles‬ ‪#‎Paraguaynotecalles‬ ‪#‎Memorianotecalles‬
La brutalidad policial en el Paraguay tiene larga data y es fibra medular de nuestra historia. Como nunca instalada como punta de lanza del sistema de control social, en consenso de historiadores, desde 1947 primero, y a grados superlativos, luego de 1954, desde el huevo mismo del stronismo que empolló en escenario de alta arbitrariedad.
Ello nos puede ayudar a explicar, por qué aún hoy, ya adentrados y semiadultos, en pleno siglo XXI, con mandatos desganados de ser un estado pleno de derecho, y a sesenta años de la era negra del Paraguay, aún existan nostálgicos con poder de decisión del “gatillo fácil”, del tejuruguay, de la cachiporra, del maltrato, de la “correción a guachazos”, de la humillación pública, del apresamiento para averiguación de antecedentes por simple antojo y deseo de imposición, hasta del asesinato abierto. Todo, sin posteriores consecuencias legales, a manos de uniformados, o civiles con placas para quitar la vida en forma impune a cualquier desafortunado.
Primero. El relato oficial montado para ocultar un asesinato. El Oficial Inspector O.P.T.I. Carlos F. Schreiber informó a la propia Jefatura de Policía, y ésta a su vez, elevó tanto al Excelentísimo Señor Presidente de la República como así también al Ministro del Interior, sobre los hechos acaecidos entre el 25 de mayo y el 1 de junio de 1958 que culminaron con la muerte de don Milciades Alcides Bareiro, un plomero de 29 años de Campo Grande.
¿Quién no conoce la trayectoria posterior oscura de ese tal oficial, transformado años más tarde, en un altivo comisario Jefe de Orden Público que ostentó hasta el día de su también trágica muerte por ahogamiento en aguas del Río Paraguay, un uniforme similar a la Gestapo nacionalsocialista, con todo y fusta?
Éste oficial, que regenteaba una olería policial, informó “detalladamente” desde Campo Grande, el 3 de julio de 1958 en la nota número 61 al Jefe de Orden Público, en pleno centro de la ciudad acerca de la muerte en su jurisdicción del ciudadano paraguayo Milciades Alcides Bareiro, casado y mayor de edad, de profesión plomero, “...y cuyo fallecimiento culpa a esta repartición policial, según parientes del finado, de que fué a consecuencia de maltratos sufridos cuando fué detenido el mismo día 25 de Mayo del corriente año, por ebriedad y desorden, siendo las 02:30 horas de la madrugada por los Agentes patrulleros del 2° Turno, quienes los condujo a ésta. Posteriormente el día siguiente Domingo 26, siendo las 11.20 horas, fué remitido a la Comisaría Seccional 7a. A raíz de una captura recibida más antes de la misma, por supuesto hecho de estafa. El mencionado finado salió de ésta en su estado normal, sin ningún rastro de golpe, excepto un golpe que sufrió el mismo en la mandíbula lado derecho, cuando quiso zafarse de los agentes que lo conducía y que cayó al pavimento, pero eso fue nada más que superficial”.
La historia tiene claros registros de la amabilidad policial y especialmente de la tenebrosa “Séptima” durante esos años negros.
La esposa del desafortunado Milciades, realizó una denuncia del grave estado luego de su detención arbitraria, logrando que fuera remitido, siempre detenido, el lunes 27 de Mayo en horas avanzadas de la noche al Policlínico Rigoberto Caballero.
También la historia tiene registros del sucio y obligatorio papel encomendado a sus médicos para encubrir la brutalidad policial, muchos se amoldaron y enriquecieron en compensación, unos pocos se resistieron en ese nosocomio de la muerte.
Detalla el registro policial, que el detenido fue dado de alta y remitido nuevamente a la “Séptima”. Y muy extrañamente, pasando por alto las denuncias y pedidos de captura que sobre el citado habrían pesado con antelación para justificar su detención, fue puesto en libertad.
Sigue el informe confidencial del Oficial Schreiber diciendo que “...Transcurrido los días tuvimos conocimiento de que el nombrado Bareiro había fallecido el día Domingo 1° de Junio del corriente año, siendo las 04:00 horas de la mañana...”.
Segundo. El relato de la profesional que recibió y atendió al plomero Milciades hasta su muerte y exigió una autopsia, que le costó el cargo y probablemente marcó toda su vida, dedicada a la medicina y a la documentación de las atrocidades del terrorismo de estado stronista. La profesional, fue la doctora Gladys Meilinger, quien luego se casó con Rodolfo Sannemann, y terminó siendo toda su familia, víctima de la Operación Cóndor.
Gladys, nos relató en su libro "Paraguay en el Operativo Cóndor", de agosto de 1989, en el Capítulo “El comienzo de una larga historia”: “...Según referencias de los familiares el delito de Milciades. fue su vitoreo que molestó y fue motivo de su apresamiento, tortura y muerte posterior. Internado en la guardia del doctor Valerio Fernández, -en conmoción cerebral por traumatismo múltiple- y falleció en mi guardia. Los familiares necesitaron el certificado de defunción para sepultar el cadáver. Pero, mientras el paciente se encontraba hospitalizado pero ya fallecido, hubo una gran reacción popular en Campo Grande, lugar de residencia de Milciades Bareiro y coincidentemente del doctor Valerio Fernández, éste último candidato a Presidente de la Seccional N° 3 del Partido Colorado, y aquel, también, afiliado al mismo partido. La efervescencia reinante en el lugar por el acercamiento de las elecciones o mejor de las votaciones en las seccionales partidarias, el apresamiento de Milciades, la tortura, la pérdida del conocimiento y la lucha del médico de guardia por no firmar el certificado de defunción generó una gran confusión... en Campo Grande. La verdad es que nadie en la seccional partidaria y los familiares allegados conocían la orden recibida del jefe de la Policía de la Capital Coronel Ramón Duarte Vera, para que se emitiera el diagnóstico de “infarto del miocardio". El doctor Valerio Fernández y yo nos opusimos a firmar el certificado falso. En cuestión de minutos y como única autoridad por ser Jefe de Guardia llevé el cadáver a la sala de Anatomía Patológica para realizar la autopsia, la que estuvo a cargo del Profesor doctor Juan Boggino y cómo testigos numerosos estudiantes de medicina presentes en el lugar. El resultado macroscópico de la autopsia decía: "no se observan lesiones externas de traumatismo. Dentro de unos días entregaremos el resultado del examen microscópico”.
Continuó Gladys, “...El resultado macroscópico de la autopsia le entusiasmó y alegró al jefe de Policía, quien a pesar del uso y abuso de la cachiporra vieja, no tenía conocimiento de la característica principal de este elemento de tortura, que es la de no dejar lesiones traumáticas externas visibles sino lesiones internas graves como estallidos de órganos, lesiones vasculares importantes dependiendo siempre del lugar golpeado”.
Finalizando, “...El Coronel Duarte Vera convocó a una reunión urgente en el Policlínico a toda la plana mayor de la Policía, a todo el personal médico, odontológico, farmacéutico y paramédico. El que no acudía a la reunión debía rendir cuentas o justificar su ausencia directamente al convocante. El Director del Policlínico era un número más entre los convocados. Nunca he visto tanta gente reunida en el hospital, ese día de mi guardia … Puntualmente, a la hora indicada comenzó la reunión. El Jefe de la Policía leyó un "memorándum" dando órdenes profesionales a los médicos, estudiantes de medicina, odontólogos y enfermeras, haciendo críticas a los trabajos que el personal realizaba en la Institución. Algunos ejemplos bastarían: "Aquí se sacan las muelas sin éter. Aquí, se le hacen curaciones a los enfermos heridos sin el remedio colorado. Aquí, todos los funcionarios deben afiliarse al Partido Colorado. Aquí, hay mediquillos sin moral y sin conducta, que por querer erigirse en presidente de seccionales hacen estas cosas, pues. Estas cosas significaba el no querer firmar un certificado de defunción falso”.
En agosto de 2008, la Comisión de Verdad y Justicia, cincuenta años después de los hechos, confirmó nuevamente "la ejecución extrajudicial" del plomero Milciades Alcides Bareiro, que el 25 de mayo de 1958 pasó frente a la olería policial de Campo Grande: “...Milciades Alcides Bareiro, había sido apresado por el inspector Carlos Schreiber, jefe de la Olería. Schreiber habría torturado al joven causándole varios golpes en la cabeza … los médicos encargados de la autopsia dictaminaron que Milciades había muerto a causa de los traumatismos cerebrales que habría sufrido en su apresamiento”.
Hoy, en pleno 2016, quieren darle potestades de arresto, y obviamente amedrentamiento y guacheo, sin orden judicial alguna, a un órgano de estado armado, sobre la población civil, sin mediar orden judicial alguna. Si lo de ayer, fue fascismo puro, hoy es su herencia, postfacismo.

Federico Tatter.
Asunción, 24 de setiembre de 2016.
Corregido por Eugenia de Amoriza.

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