sábado, 16 de mayo de 2015

LAS FELONIAS OFICIALES DE CARLOS JORGE

El Caso Napoleón Ortigoza, o el “Complot de los capitanes”. Fue quizá la última purga de militares institucionalistas y mendezfleitistas en actividad que coronó el control absoluto del partido de gobierno y las fuerzas armadas por parte del primer anillo del stronismo. Según el Capitán de Caballería Hilario Ortellado, la puja por escalar el poder político dentro del ámbito militar produjo fuertes disputas que fueron subiendo de tono. La generación de Ortellado y Ortigoza, era la de los primeros oficiales recibidos durante un gobierno colorado luego de la casi desaparición de la oficialidad militar como consecuencia de la revolución de 1947. Estos eran la generación de 1951. Jóvenes oficiales que rápidamente ocuparon mandos importantes sin contar con la edad y experiencia necesarias. El círculo stronista se había creado, se estaba consolidando y se estrechaba día a día. El ascenso de Andrés Rodríguez, como veloz aspirante al primer anillo stronista, molestaba la posible sombra de su ayudante, el Capitán Napoleón Ortigoza.
Algunos destacados de ese primer anillo en formación eran, José María Argaña Ferraro, Carlos Jorge Fretes Dávalos, Leopoldo “Popol” Perrier, Pedro Julián “Pipi” Miers, entre otros. Esta selección dentro de la selección, compartía encuentros y fiestas en el Batallón Escolta Presidencial, Mburuvichá Roga, y con posterioridad, encuentros privados.
Durante la denuncia de complot y asesinato del cadete Benítez, fueron purgados, destituidos, desplazados, detenidos, humillados y torturados decenas de militares. Uno de ellos, tal vez el militar de mayor jerarquía y mando de tropa, que ayudó al ascenso de Alfredo Stroessner, el Mayor Virgilio Candia. Éste, fue detenido, y aunque no fue torturado, fue obligado a presenciar todas las torturas de sus camaradas, como castigo.
Napoleón Ortigoza, Escolástico Ovando Alvarenga, Hilario Ortellado Jiménez y Hernán Falcón fueron torturados, y tras una farsa judicial con declaraciones extraídas bajo torturas (según el propio Ortigoza, unos de los abogados que tomaban declaraciones era un tal Wildo Rienzi), fueron condenados a largos años de cárcel, pero en realidad, cumplidas en instituciones policiales. Como militares, debieron prestar detención en un cuartel militar, y así decían los papeles (Destacamento militar de Villa Hayes), pero en verdad, fueron alojados durante años en diversas dependencias policiales. Una de ellas, la propia Comandancia de la Policía, donde mandaron construir cuatro celdas en el centro mismo del cuartel. Finalmente, Ortigoza fue trasladado a la Guardia de Seguridad, hoy Agrupación Especializada, sitio de entierros clandestinos, al mando del General Galo Longino Escobar y anteriormente al mando de su padre Juan Manuel Escobar, que contaba con una fuerza combinada de militares y policías de reserva, llamados “verde mate”, ni verde olivo ni caqui.
La mentira mil veces repetida, fue transformada en verdad oficial a cielo abierto y propalada a cuatro vientos. Obviamente los militares del primer anillo del stronismo que se beneficiaron de esta purga, entre los que se encontraba Carlos Jorge Fretes Dávalos, sabían muy bien los entretelones. Así como sabían que el hijo de Alfredo Stroessner, el cadete Alfredo “Freddy” Stroessner Mora, fue compañero de banco del Cadete Anastacio Alberto Benítez en el Liceo Acosta Ñú.
Pero a Carlos Jorge, le tocó volver a mentir 25 años después, estando Napoleón Ortigoza aún preso, y a un mes y pocos días de obtener su liberación, el 20 de diciembre de 1987. ¿Cómo, por qué y en qué circunstancias volvió a mentir Carlos Jorge?
En 1987, Carlos Jorge, ya era general de brigada en situación de retiro, y cumplía altas funciones como embajador del Paraguay en Sudáfrica. El 9 de noviembre de 1987, escribió al subsecretario de Relaciones Exteriores, Francisco “Poncho Pytá” Barreiro Maffiodo, informando que redactó un firme comunicado de prensa para salir al paso de denuncias de Amnistía Internacional acerca de la frágil situación de salud de Napoleón Ortigoza y anteponer las “verdades del stronismo”.
Su comunicado publicado en el Pretoria News, el 2 de noviembre de 1987, inició así: “Al gobierno del Paraguay le molesta, aunque no le sorprende del todo, el hecho de que la prensa izquierdista –tanto dentro como fuera del país- intente una vez más distorsionar la imagen verdadera de la República del Paraguay. Esta vez se trata del asunto de Napoleón Ortigoza, ex capitán del ejército, quien fue degradado y condenado por la justicia militar, por haberlo encontrado culpable del asesinato de un joven cadete militar, Anastacio Alberto Benítez”.
Ahonda Carlos Jorge, que ciertos periódicos afirman que Ortigoza estuvo detenido en un instituto paramilitar perteneciente a la policía de Asunción y que han existido irregularidades en torno a su detención, y que las mismas no pasarían de ser “…barbaridades distorsionadas de la prensa izquierdista poco escrupulosa cuya meta principal parece ser la de promover los objetivos del comunismo en cualquier oportunidad, sin preocuparse absolutamente por la exactitud de los informes”.
Y remató Carlos Jorge: “El sistema judicial paraguayo es completamente imparcial y el país goza de una paz y tranquilidad como en pocas partes del mundo. Hay libertad de culto, de prensa y un gran respeto a la vida y la dignidad humanas”. Y justamente se animó a escribir semejante felonía, un integrante del anillo de personas como Colmán, Perrier, Miers y otros. Justamente él.

Federico Tatter.
11 de mayo de 2015. Asunción, Paraguay.

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