domingo, 19 de octubre de 2008

QUEDA CLARO: ESTE MUNDO YA NO SERA IGUAL

Comparto un artículo y una serie de entrevistas a economistas que sintetizan en dos páginas casi 100 años de historia política y económica relacionada al centro del mundo en su relación a Latinoamérica y sus diversas naciones con sus características y asimetrías. No hay recetas aquí. Si una certeza. Se acercan oportunidades que vienen madurando desde hace años también, al igual que la crisis, la burbuja hipotecaria o la gran burbuja del capital financiero que ha gobernado el mundo las últimas décadas. Y estas oportunidades tienen que ver con la posibilidad real de un nuevo período de autodeterminación nacional, regional y continental sudamericano donde se deberá redefinir todas las relaciones sociales entre sí y con el estado, así como el rol del nuevo estado que deberá surgir del nuevo pacto o estado de relaciones de fuerza, como quiera llamarse. El neoliberalismo ha muerto. Un nuevo sistema aún no ha surgido. El capitalismo salvaje, el descontrol de los capitales sin ninguna regulación, la soñada desaparición del estado del ámbito económico y el fin de la historia de los años 90, con la monumental consecuencia de más de la mitad del planeta con hambre, sin empleo, sin vivienda, sin tierra, sin salud, sin educación; y por otro lado el gran casino de inmoral riqueza que se pensaba a sí mismo como autogeneradora de ilimitada riqueza y desigualdad, hoy no pasan de ser un cercano recuerdo de una pesadilla.

También ha muerto el pensamiento único, el unilateralismo. Aunque aún no surga claramente la forma que adoptará el nuevo orden multilateral. No obstante, les recomiendo, 15 minutos de estos materiales de prensa, verdadero esfuerzo de intentar interpretar nuestros días venideros.

Oportunidad para América latina

Por Raul Zibechi. De La Jornada de México. Especial para Página 12 de Argentina. La crisis que está atravesando el sistema no tiene precedentes inmediatos que permitan hacer comparaciones y adelantar posibles rumbos. La más cercana, la de 1929, se produjo cuando aún no se había instalado el casino financiero que hoy hace agua y el conjunto de la economía giraba en torno de la producción industrial y la acumulación ampliada de capital. Sin embargo, algunos procesos nacidos durante aquella crisis pueden servirnos como elementos de reflexión, si coincidimos en que no se trata de una crisis más, sino de la de mayor envergadura desde la Gran Depresión.

La primera es que el mundo no volverá a ser igual. Podemos esperar cambios sistémicos que, muy probablemente, representarán un golpe a la hegemonía de Estados Unidos y el nacimiento de un mundo multipolar. La crisis del ‘29 propició el fin del liberalismo, el ascenso de los fascismos y las guerras, el fin de la hegemonía británica y una mutación en el sistema capitalista que duró casi medio siglo, con la creación de los Estados de Bienestar con base en la alianza y negociación entre estados, empresarios y sindicatos. Sentó las bases de lo que Eric Hobsbawm denomina “edad de oro” del capitalismo. Fue el período de mayor crecimiento económico, con base en un desarrollo endógeno con la creación de amplios mercados internos, la universalización de la seguridad social, el pleno empleo, una relativa paz social y la concesión de ciertos derechos a sectores más o menos amplios de la población mundial. Fue el mayor esfuerzo realizado nunca para integrar a las “clases peligrosas”, como señala Immanuel Wallerstein.

La segunda cuestión es que los países de América latina, y de modo particular los de América del Sur, no siguieron el guión establecido por los países centrales. En este continente no tuvimos fascismos triunfantes ni guerras entre naciones, y la crisis del ‘29 propició el distanciamiento del centro del sistema, llevando a varias naciones a no pagar sus deudas externas. Salvo excepciones, entre las cuales Colombia parece la más destacada, la crisis mundial enterró el dominio de las oligarquías terratenientes que se habían afianzado desde la colonia. Con mayores o menores conflictos políticos y sociales, el desplazamiento de los sectores entonces dominantes abrió una nueva era para los países dependientes. Los estados nacionales se convirtieron en importantes actores económicos con la creación de empresas monópolicas en la explotación de hidrocarburos y otros bienes comunes, ferrocarriles, servicios de agua, electricidad y telefonía, y la intervención en áreas estratégicas como comercio exterior, banca y ramas de la industria. Los regímenes de Juan Domingo Perón, en Argentina, y de Getúlio Vargas, en Brasil, fueron quizá los mayores emergentes de estos procesos que combinaron soberanía con desarrollo nacional mediante la sustitución de importaciones.

El tercer cambio de larga duración fue la transformación de las principales características de los movimientos antisistémicos. Esto se concretó en el tránsito de los sindicatos por oficios a los de masas, organizados por ramas de producción. En aquéllos, el protagonista principal fue el obrero, que dominaba un oficio casi artesanal, autodidacta, partidario de la acción directa en pequeños sindicatos y que disputaba con el patrón el control de la organización del trabajo en el taller. Los nuevos sindicatos fueron formados por obreros recién llegados del campo, sin previa experiencia organizativa, con pocos años de escuela y sin capacitación profesional, que habitualmente obtenían en la experiencia directa en la fábrica fordista. Con los sindicatos de masas nació una profusa burocracia especializada en la negociación salarial y de las condiciones de trabajo, con estrechas vinculaciones con el Estado y el mundo de la política profesional.

Como se sabe, las revoluciones de 1968 quebraron el consenso y la paz social en los Estados del Bienestar. Los que no estaban incluidos en los beneficios, o sea las camadas menos calificadas de la clase obrera, las mujeres y los jóvenes de los sectores populares, los indígenas, afrodescendientes y otras “minorías”, rompieron los diques de la contención y el disciplinamiento. Los de arriba reaccionaron trasladando sus capitales hacia la especulación financiera. Durante las dos décadas neoliberales, vivimos y sufrimos la mutación de la acumulación real en acumulación por desposesión, en robo descarado que se apoya en la guerra y el autoritarismo.

La crisis actual llevará a los estados sudamericanos a promover cambios que impidan que el incendio financiero se convierta en crisis social. Como sucedió luego de 1929, buena parte de estos cambios serán presentados como políticas progresistas, aunque son cambios necesarios para la conservación del sistema. La unidad política regional, una moneda sudamericana y pactos regionales y nacionales requerirán de nuevas instituciones. Algunas ya existen, como Unasur, el Banco del Sur y las políticas sociales, porque la transición hacia el “consenso progresista” comenzó antes de la crisis en curso. América del Sur será uno de los grandes bloques del mundo multipolar.

Crisis

Por Natalia Aruguete. Especial para Página 12 de Argentina. La última semana los mercados financieros de las potencias económicas oscilaron entre rebotes alcistas, posteriores a los multimillonarios rescates de bancos, y bajas generalizadas frente a lo que se presenta como una inminente recesión con impacto en países periféricos. En ese dramático escenario, el presidente George W. Bush, con cada vez menos poder político, avanza en medidas de nacionalización parcial de bancos, pero renegando de esa estrategia, lo que agudiza la crisis. Mientras, en Europa los gobiernos lograron una mínima coincidencia para encarar la debacle bancaria luego de una sucesión de improvisaciones que profundizaron el derrumbe. En ese contexto de elevada incertidumbre se empieza a plantear la necesidad de dar respuestas globales a una crisis global que excedió al sector financiero. Además, la posibilidad de diseñar una nueva estructura financiera internacional. Para analizar los efectos que la debacle en distintos países y regiones, el tipo de estrategias impulsadas para enfrentarla y sus consecuencias, Cash consultó a cinco economistas extranjeros sobre la crisis más devastadora que se ha vivido desde el crac de 1929.

John Foster

profesor de la Universidad de Oregon (Estados Unidos)

¿Qué opina de la decisión del Departamento del Tesoro de comprar acciones de los principales bancos?

–Esa propuesta significa, dentro del contexto estadounidense, un acto de absoluta desesperación como complemento de una serie de acciones cada vez más desesperadas. Es el indicador de que la crisis está fuera de control. El procedimiento operativo estándar cuando hay una crisis crediticia mayúscula es activar el rol de prestamista de última instancia y que el Banco Central inunde la economía con liquidez, mientras rescata a una gran cantidad de instituciones que amenazan con hundir el barco. A pesar de esta crisis financiera masiva, hoy –14 meses después– el gobierno de Estados Unidos sigue asistiendo frenéticamente con montos cada vez más grandes, intentando absolutamente todo lo que está a su alcance.

¿Cree que es una buena estrategia?

–Para combatir una crisis de este tipo y magnitud que apenas pudo haberse imaginado existen diversas herramientas. Hace unos días, los bancos centrales del mundo redujeron las tasas de interés. Nada ha funcionado. Las caídas de los mercados continúan. El contagio financiero se esparció globalmente, con toda Europa y ahora Japón arrastrados en la caída. En los Estados Unidos, donde la propiedad privada probablemente sea más sacrosanta que en cualquier otra parte del mundo, se habla de algún tipo de nacionalización de los bancos. En los círculos financieros lo llaman “cambio de régimen”.

¿Qué quieren decir?

–Significa el fin del neoliberalismo y el incremento de agresivas intervenciones del gobierno en la economía. Es un claro reconocimiento de que no se trata de una crisis de liquidez que puede ser resuelta inyectando más dinero en el mercado financiero o bajando las tasas de interés. Es una crisis de solvencia, donde la situación patrimonial de las instituciones financieras de los Estados Unidos y del Reino Unido fue aniquilada por el valor decreciente de los préstamos que poseen.

¿Podrán evitar así una destrucción masiva de capital?

–Lo dudo. Probablemente sea muy tarde para estabilizar. Se ha llegado demasiado lejos. La raíz de la cuestión es que toda la economía “atlántica” está en problemas. El consumo está colapsando en los Estados Unidos, que representa más de dos tercios de la demanda total y una buena parte de la demanda mundial.

¿Qué tipo de políticas deberían impulsarse?

–Nos enfrentamos a una de las mayores crisis de la historia del capitalismo. A lo largo de décadas, la economía de los Estados Unidos ha debilitado drásticamente las condiciones de la mayor parte de la población, que es la raíz de todo el problema. La meta debe ser clara: poner primero el empleo, la alimentación, la vivienda, la salud, la educación y las condiciones ambientales de aquellos que son la base de la sociedad.

Reinaldo Gonçalves

profesor de Economía Internacional de la Universidad Federal de Río de Janeiro (Brasil)

¿Por qué que el impacto de la crisis internacional fue tan fuerte en Brasil?

–En el gobierno de Lula se reforzaron estructuras de producción y patrones de inserción internacional retrógrados, lo que aumentó la vulnerabilidad externa estructural de Brasil. La crisis de los años ’90 se focalizó en los flujos financieros para algunos mercados. Actualmente la crisis también deriva de problemas en la esfera real, con repercusiones en las esferas comercial y tecnológica.

¿Es posible impulsar políticas comunes del Mercosur?

–No creo que sea posible una coordinación porque hay muchas diferencias de política macroeconómica en la región. Uno de los problemas esenciales de Brasil es la fluctuación cambiaria. Brasil estaba con un problema grave por la sobrevaluación del real, que la Argentina no tiene. Fue un error grave del gobierno de Lula, que Paraguay también cometió. La depreciación del real es resultado de esta crisis. El problema es que Brasil sigue siendo muy dependiente de Estados Unidos. Su vulnerabilidad comercial, productiva y financiera es aún muy alta.

Dentro de la región, la Argentina depende mucho de Brasil.

–Sin dudas la Argentina tendrá problemas por la reducción de la tasa de crecimiento de Brasil. En términos reales, América latina será la región que más sufrirá los efectos de la crisis, es decir, donde más bajará la tasa de crecimiento en razón de su vulnerabilidad externa. Los estadounidenses tienen una crisis con la cuestión financiera y real, nosotros la tenemos en las esferas financiera, real, comercial y cambiaria. Pero en Brasil, el efecto será mucho más importante que en otros países que lograron mantener la tasa de cambio efectiva real más o menos estable.

Kostas Vergopoulos

investigador de la Universidad de París VIII (Francia)

¿Cuáles son los rasgos del sistema financiero que provocaron esta crisis?

–Estamos en presencia de una crisis no sólo financiera sino económica, social, política y cultural. El sobreendeudamiento del sector inmobiliario de Estados Unidos fue un catalizador, pero el problema hoy es profundamente económico. La economía en su conjunto llegó a un grado máximo de distorsión estructural. La economía americana, y toda la economía mundial, están esencialmente enfermas.

¿Por qué?

–Porque no está basada en la producción sino en la deuda. Es ficticia y está sobreendeudada. Vivimos hace tres décadas en una economía que no tiene existencia real.

¿Existe una coordinación de los gobiernos de la Unión Europea?

–No hay coordinación. Las respuestas, en su mayoría, son nacionales. Hay repuestas europeas, pero las respuestas nacionales son más importantes que las europeas.

¿Cómo caracteriza esas respuestas nacionales?

–Las medidas que están tomando los diferentes países tienen como efecto un agravamiento de la desconfianza. Todo el mundo habla de crisis de confianza intrabancos, pero no es sólo entre bancos. Si la crisis se sigue profundizando, a pesar de las medidas que se tomen, es porque la crisis de confianza toca a los gobiernos, a los partidos opositores y al sistema político en su conjunto. El modelo de intervención del Estado que presentaron el presidente Bush y el Departamento del Tesoro es para salvar principalmente a los bancos. Es la primera vez en la historia que durante una crisis de endeudamiento los gobiernos intervienen para fortalecer a la parte más fuerte del problema; no sólo en Estados Unidos, también en Europa. Entonces, la orientación de los gobiernos no genera confianza en los ciudadanos.

¿Qué actores cree que saldrán beneficiados?

–Las instituciones más fuertes. Los Estados son una mediación: intervienen para nacionalizar las instituciones más débiles, pero en poco tiempo es posible que éstas pasen nuevamente a instituciones privadas. Es un momento de concentración máxima a través de la crisis, que la aprovechan los más fuertes.

José Luis Calva

miembro del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM (México)

¿La crisis financiera derivará en una mayor concentración del sector a nivel mundial?

–Tiene un efecto contradictorio. Las cinco “estrellas” de Wall Street desaparecieron igual que las Torres Gemelas. Otras grandes fortunas se están reduciendo porque parte de la riqueza acumulada son activos financieros. Puede ser que al final de este cataclismo pueda haber una economía menos concentrada.

¿Cómo interpreta la absorción de algunos bancos por parte de otros más grandes?

–La crisis financiera no ha terminado y vemos efectos contradictorios. Por un lado, un efecto de concentración y, por otro, un efecto de descentralización. Es importante para nuestros países porque hay mayor peso de las entidades financieras de los países en desarrollo, de China, India, bancos latinoamericanos. Un factor en contra de la centralización. El fundamentalismo de mercado está en una crisis severa y eso va a hacer que los proyectos de integración regional puedan tener un mayor impulso. Puede haber una fuerza centrípeta y también una fuerza centrífuga. A lo mejor esta última es la más importante. Wall Street ya no seguirá teniendo el papel preeminente que tuvo antes de la debacle.

¿Cómo evalúa el rol de los organismos internacionales de crédito?

–Néstor Kirchner dijo hace años que los organismos debían volver al papel que les asignó Bretton Woods. Y ahora están regresando: el FMI llama a mantener la demanda agregada global. A eso se agrega la decisión del FMI y el BM de dejar abierta una cartera de más de 200 mil millones de dólares para poder ayudar a los países desarrollados, pero no para salvar banqueros sino para mantener la demanda agregada. El presidente del BM llama a tener fondos disponibles para sostener la demanda agregada mundial en los países en desarrollo, si éstos no pudieran con sus propios recursos. Es un cambio que han tenido los organismos financieros en todo el curso del año. Otro aspecto muy importante es que el partido Demócrata regresa al gobierno y a América latina le ha ido bien con los demócratas en el pasado. Tienen una visión de mayor cooperación con América latina.

Seongjin Jeong

profesor de Economía de la Universidad Nacional de Gyeongsang (Corea del Sur)

¿Qué particularidades existen en el impacto de la crisis en los países asiáticos?

–La crisis golpeó fuertemente a los países asiáticos en contraposición a la “tesis de desacoplamiento”. Este año la bolsa asiática se derrumbó con mayor dureza que la de los Estados Unidos. Los capitales financieros del Norte ya habían tomado enorme cantidad de dólares de Asia para financiar su crédito exhausto, originando un colapso simultáneo de las monedas asiáticas y del mercado de valores.

¿Cuál es la diferencia con la crisis de 1997?

–En el período anterior a la crisis de 1997 las divisas asiáticas estaban unidas al dólar estadounidense. Hoy se sacrificó el valor de las monedas asiáticas para mantener el dólar. Luego de 1997, se adoptó un estándar global, en especial en la apertura del mercado de capitales, que privó a la mayoría de los países asiáticos de un medio político para controlar los movimientos volátiles de capitales financieros del Norte. Además, las dependencias financiera y de la exportación aumentaron sustancialmente en la mayoría de los países asiáticos, volviendo más vulnerables sus economías a la crisis actual.

¿Cree que disminuirá la tasa de crecimiento de esa región?

–Desde 1997, los principios fundamentales de las economías asiáticas se debilitaron en vez de fortalecerse, como lo muestran su inferior rentabilidad, inversión y crecimiento. Así cada vez resulta más probable una “segunda recurrencia” de la crisis asiática de 1997. Cualquier rescate desde los países desarrollados parecido al de la crisis de 1997 no será potable para los países asiáticos, porque aquéllos son el epicentro de la actual crisis. Los países avanzados tomarán y forzarán a las economías asiáticas a pagar el precio por la crisis económica global actual sencillamente porque son los seguidores más fieles del estándar global.

¿Qué medidas debería impulsar los países asiáticos?

–Resulta desafortunado que algunos países asiáticos, en especial el gobierno ultra liberal de Lee Myung-bak de Corea del Sur, busquen desregulaciones financieras anacrónicas con políticas que permiten a los conglomerados ser dueños de bancos, cuando la mayoría de los países del Norte se desvían del mercado capitalista neoliberal y adoptan políticas de regulación estatal y nacionalización. China difícilmente sea una salida para los países asiáticos u otros países involucrados en la crisis económica global actual, dado que desde los ‘90 adoptó estrategias de crecimiento neoliberal y dependientes de la exportación. Por cierto, jugó un papel crucial en el desequilibrio global al acumular excedentes comerciales enormes y bonos del Tesoro norteamericano. Sólo será necesario una pequeña desaceleración del crecimiento de China para disparar la crisis económica en otras economías asiáticas.

¿Cuáles serán las efectos?

–Si la crisis asiática de 1997 resultó de la crisis del estatismo, la actual y la “segunda recurrencia” de la crisis de 1997 implican la quiebra del neoliberalismo. Lo que se necesita ahora no es seguir las recientes medidas estatistas del Norte sino trascender la oposición binaria del estatismo y el neoliberalismo y avanzar hacia un anti y post capitalismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario