miércoles, 25 de marzo de 2015

SON UNA URTICARIA

Recordemos. El metódico inquisidor Manfredo Ramírez Russo, instruyó sistemáticamente al embajador paraguayo en el Vaticano, Juan Livieres Argaña, para menoscabar y finalmente serruchar la autoridad de los obispos contestatarios como Ismael Rolón y Aníbal Maricevich.
El stronismo promovió el cambio de obispos y buscó el nombramiento de adictos stronistas como obispos en el propio Vaticano, con el objetivo de tomar el mando completo de la Iglesia Católica en el Paraguay.
En la nota confidencial 112/77 del 6 de setiembre de 1977, avisó que el provincial de los jesuitas Padre Antonio González Dorado, viajaría a Roma por cinco o seis semanas. Momento para que Livieres Argaña lo abordara para remarcar, que no aceptarían más el retorno al Paraguay de los jesuitas contestatarios expulsados, desde la época crítica de Farré, hasta la época de Sanmartí y Munárriz. Producen urticaria al stronismo político y religioso.
Casi todos ellos, para el régimen, fueron sindicados como los principales promotores del “teatro protestatario”, y las “Ligas de academias literarias”, entre otros actos subversivos, como las Ligas Agrarias Cristianas y la OPM.
El oficio detalla. Si estos “súbditos” siguen con su forma de pensar subversiva, es mejor que se queden en sus países y no vengan al Paraguay. No queremos que se rearme el brazo ideológico del sector radicalizado de los jesuitas, que felizmente hoy está fuera del país, sentencia Manfredo.
Continúa dando órdenes a Livieres Argaña señalando que en 1977, si bien hay un clima de mejoría en las relaciones Iglesia-Estado, expresado en el informe confidencial anterior 111/77, y sólo porque no hay agresiones directas visibles, es preciso que el embajador le indique directamente al Provincial Jesuita, de que aún “subsisten motivos urticantes”. ¿Cuáles eran?
La urticaria stronista estaba producida por varias razones: uno, el semanario Sendero; dos, la posición de Ismael Rolón; tres, los demás obispos radicalizados, en especial Monseñor Maricevich; cuatro, las fricciones con algunos colegios católicos que por vía de la catequesis insisten en el contenido ideologizado de sus enseñanzas (y sin control ideológico del estado y el partido); y por último, como apretada síntesis, los religiosos extranjeros, que por su libre expresión y sus antecedentes, pueden seguir creando problemas de rebeldías en el Paraguay.
Por lo menos para la última urticaria, la presencia extranjera en la Iglesia, especialmente jesuita, Manfredo Ramírez Russo y Raúl Peña, diseñaron una solución. La coordinación represiva interna.
El Ministerio de Educación (Raúl Peña), estableció una gran coordinación con el Ministerio del Interior (Sabino A. Montanaro), con el Departamento de Investigaciones de la Policía (Pastor Coronel), y con el II Departamento de Inteligencia de la Jefatura del Estado Mayor (Benito Guanes Serrano, Alejandro Fretes Dávalos), de tal forma que todos los religiosos que ingresen al Paraguay, deban transitar un sólo canal para obtener su radicación, sin excepciones. Así, se unificarán los informes detallados de cada uno de los extranjeros que desean ingresar previamente. Se construirán fichas individuales. Y se abrirán carpetas de antecedentes de todos y cada uno de ellos. Nadie se escapará a ser seguido y observado. Sin una observación previa de su hoja de vida, no les será permitido el ingreso. Es alta la coordinación entre estas oficinas, remarca el inquisidor Manfredo Ramírez Russo.
Sin dudas, varias instituciones del estado, incluido el actual MEC, han de conservar esos "legajos represivos urticantes".✔

Federico Tatter.
24 de marzo de 2015. Asunción, Paraguay

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