viernes, 5 de diciembre de 2008

PARAGUAY: MEMORIA HISTÓRICA NO ES SOLO EL PASADO


Comparto esta entrevista a un político e intelectual, que ha puesto entre otros objetivos, la lucha por la recuperación de la memoria histórica en España, y por cierto en Latinoamérica, como una herramienta eficaz para la acción en el presente, para la transformación radical del presente hacia una sociedad más abierta progresista, solidaria y moderna, que reconozca el terrorismo de estado como el modo de dominación implantado y reconozca que miles de paraguayos y paraguayas, en la más absoluta indefensión e inferioridad fueron capaces de ofrecer resistencia, dignificando la existencia en el presente y para siempre a la nación. La memoria histórica, se ha comprobado como un instrumento de lucha para la remoción de los obstáculos a la transformación democrática de nuestras sociedades, que han salido de procesos dictatoriales, hacia transiciones sin rumbo, transiciones conservadoras que han hecho retroceder los procesos, o peor aún hacia transiciones que han reproducido el mismo esquema de dominación dictatorial bajo una pantalla democrática, pervirtiendo todo el sistema y desilusionando profundamente a toda la sociedad. Así como una herramienta que servirá para la reparación integral a las víctimas de la dictadura, reparación moral que necesariamente cubrirá en forma extensiva a toda la sociedad, que tendrá el derecho de conocer la verdad de aquello que el propio estado planificó y ejecutó en su contra, conocerá a los verdaderos héroes civiles, y permitirá que las nuevas generaciones den justo valor a un sistema que no viene dado ni es inmutable, sino que es necesario construirlo y transformarlo todos los días.

Esto ocurre hoy día en el final del 2008 en el Paraguay, precisamente por llevar a cabo una pseudo transición que lleva casi 20 años, sin contemplar la recuperación de la memoria histórica como una política pública de estado. Hoy varias organizaciones de la sociedad civil luchan para revertir este proceso de "olvido planificado u orquestado desde los factores reales del poder", que no hace más que perpetuar el conservadorismo y las prácticas de la dictadura "que algunos quieren decir del pasado", pero que se siguen manifestando en el presente con absoluta impunidad. A profundizar pues. Federico Tatter.

LA MEMORIA HISTÓRICA NO ES SOLO EL PASADO

CORREO SEMANAL. ULTIMA HORA. PARAGUAY. El diálogo con el dirigente político español Alfonso Guerra es un repaso del legado de las dictaduras, la importancia de reivindicar a las víctimas y conectarse con los jóvenes para tener un futuro mejor.

Alfonso Guerra es, sin duda, uno de los políticos de mayor trayectoria en su país y, a la vez, un hombre interesado en el pasado, en esa historia esquiva. Desde hace años trabaja al frente de la Fundación Pablo Iglesias del Partido Socialista Obrero Español en esa línea. Los paraguayos le debemos un reconocimiento muy especial, ya que fue, junto a María Gloria Giménez y Augusto Roa Bastos, uno de los impulsores de las Jornadas por la Democracia en el Paraguay, realizadas en febrero de 1987 en Madrid. Este evento fue el primero de gran impacto internacional que desveló ante la comunidad internacional el régimen de terror que oprimía a nuestro país. Su papel en la transición española a la muerte de Francisco Franco fue también decisivo como dirigente del Partido Socialista Obrero Español y luego como vicepresidente del Gobierno junto a Felipe González.

—¿Cuál es el legado más terrible de dictaduras como la de Franco en España, Pinochet, Stroessner, Somoza?

—El legado más terrible de estas dictaduras es la influencia en la mentalidad de los ciudadanos. Las dictaduras desde el punto de vista de la cultura no termina cuando desaparece el dictador. Yo digo que para una dictadura como la que tuvimos en España y lo mismo vale para Paraguay, una dictadura que dura más de 30 años, tiene después una influencia de 100 en la cultura de una sociedad.

Hay hábitos que se crean bajo la dictadura que uno no los suprime por decreto. Creo que eso es lo peor. Claro que también hay un legado que es el contrario, el de la gente que resistió, la que fue al exilio, la gente que guardó las esencias de un principio democrático. Ese es un legado político, cultural y moral que la gente joven debe recoger. El no haberse puesto de rodillas frente a una dictadura, ésa es una semilla que prende en mucha gente. Legado por legado, claro, es lo que hace que la sociedad se encuentre en ese contraste, el que le da la gente que resistió y luchó y el legado mental que le han introducido sobre todo a través de los colegios que han cumplido años bajo la dictadura, se tienen que desprender de él. Pero ese es un proceso muy lento. Hay que ser muy tenaces y fijarse objetivos claros.

—Usted fue protagonista de las Jornadas por la Democracia en Paraguay en el 87. ¿Cómo las recuerda?

—Las recuerdo con nostalgia y con pasión. Yo me metí en ese lío luego de asistir a la toma de posesión del presidente José Sarney en Brasilia y vi cómo una sala repleta de jefes de gobierno –algo tuve yo que ver– silbaba cuando mencionaban la presencia de Stroessner en el recinto. Y yo me sentí muy contento. Pero al día siguiente busqué los periódicos y ningún diario del mundo trajo una sola línea. Y yo me dije: cómo es posible que nos movilicemos en la calle por la dictadura en Chile, por la guerra de Vietnam... aquí hay una dictadura y nadie dice nada. Ya de vuelta a Madrid tomé contacto con María Gloria Giménez y hablamos sobre la posibilidad de armar una reunión a ver si intentamos que toda la gente que está en el exilio pueda participar. Y ver si podemos sacar alguna gente del interior del país. ¿Y con quién lo hacemos...? Podría ser Roa Bastos, me dice ella. Por supuesto, le digo. Yo era un admirador de Roa Bastos, de Yo el Supremo. Total que invitamos a la gente y nos reunimos con ella. Alguna no pudo salir, no le dieron el pasaporte, como fue el caso de Humberto Rubín. Y dije en mi discurso: ustedes van a estar aquí un día, dos, tres, no sé cuántos, pero de aquí no salimos hasta que no haya un acuerdo frente a Stroessner. Y a los tres días salió un documento. Creo que fue un grano de arena que ayudó a traer la libertad al Paraguay. Y esto es lo que me liga mucho a Paraguay y hace que me sienta un poco paraguayo. A mí este país me gusta mucho. Lo único que no me gusta es que este país tiene una velocidad de marcha muy lenta, debería ser superior. Esto es algo de responsabilidad de los poderes públicos, de los partidos políticos, pero también de la sociedad. No pueden los paraguayos seguir tan parados. En lo que yo pueda ayudar, lo haré.

—Tuvo oportunidad de tratar a Roa Bastos. ¿Cómo lo recuerda?

—Roa Bastos era un personaje inclasificable. Un gran intelecutal, un escritor soberbio y luego un personaje de una libertad personal enorme. Un poco él hacía lo que quería. Él era educado, incluso diplomático en las relaciones con los demás, pero luego hacía lo que le daba la gana. Tenía un sentido del humor muy corrosivo, él desnudaba a la gente, la despellejaba con una gracia infinita. Y yo le decía: "estoy muy contento contigo escuchando todo eso, pero me da miedo irme al cuarto de baño, pues me tocará a mí el despelleje". Hice una amistad profunda con él. Sus obras forman parte de un conjunto de obras que yo admiro mucho, las que tratan del dictador, que se inicia con Valle Inclán, luego Miguel Ángel Asturias, Augusto, García Márquez, Vargas Llosa, todas ésas que definen al dictador latinoamericano. Siento una gran melancolía de no poder ya hablar con él.

—Desde la Fundación Pablo Iglesias ustedes encaran un trabajo de memoria importante. ¿Cómo hacen para llegar a los jóvenes?

—Le podría sorprender si le digo que la facilidad de conectarnos con ellos ha sido extraordinaria. En el 2000 yo organicé una gran exposición fotográfica sobre el exilio español, vinieron miles de personas, vi a ancianos que lloraban, pero vi también a jóvenes llorar, porque posiblemente eran nietos de aquella generación que salió al exilio. Es lo que llamo "el dolor digerido de los nietos", están interesados en saber qué pasó en aquellos años. Y hemos ido mucho a colegios también.

La Ley de Memoria Histórica y un debate abierto en España sobre la reivindicación de las víctimas del franquismo

—Sabemos que usted es uno los impulsores de la Ley de Memoria Histórica. ¿En qué consiste?

Es el remate de reparación de las víctimas de la dictadura. Con anterioridad, en el Gobierno tomamos la disposición de ayudar económicamente a todos los que sufrieron cárcel bajo la dictadura de Franco. Después tomamos la medida de dar ayudas de pensión y seguridad social a todos los españoles del exilio. Ya no quedan muchos, pues los años han pasado, pero había que hacerlo. En España hubo muchos asesinatos durante la guerra civil y después de la guerra, asesinaban a la gente y la dejaban tirada en las cunetas. Entonces, la ley permite la búsqueda y rescate de esos esqueletos para que la familia los pueda llevar al cementerio y ponerles unas flores. Hay un sector de la derecha que dice "esto es abrir las heridas de la guerra" y yo digo "pero si es lo contrario, se trata de cicatrizar las heridas". Y procedemos a la reparación moral de todos los juzgados en tribunales militares. Antonio V. Pecci: apecci@uhora.com.py

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