domingo, 20 de agosto de 2017

ATRACCIÓN FATAL A PRIMERA VISTA

Por Federico Tatter #relatosbreves #memorianotecalles #unanotecalles #ucanotecalles

En la revista Nueva Sociedad número 39, de noviembre-diciembre de 1978, (p. 97-106), el escritor y periodista uruguayo Daniel Waksman Schinca, publicó un artículo intrigante bajo el título de: “El eje entre Sudáfrica y el Cono Sur Americano”. (http://nuso.org/articulo/el-eje-entre-sudafrica-y-el-cono-sur-americano/).
Disparó que a comienzos de 1974, los racistas sudafricanos y los regímenes fascistizantes del vértice sur de nuestro continente, vivieron un típico “amor a primera vista”, con un mutuo encandilamiento inmediato. Indudablemente, una atracción fatal, acelerada por grandes intereses a ambos lados del Atlántico.
Comenzó así: “...tanto en Santiago como en Montevideo o en Buenos Aires la explosión de ‘sudafricanofilia’ se produjo inmediatamente después de instaladas las respectivas juntas castrenses”.
Pero, ¿cuáles fueron las razones de tal deseo incontenible de “apareamiento”?
Waksman Schinca, considera que la excepción fueron los militares brasileños, que contaron con una diplomacia tradicionalmente más habilidosa, que ya estaba trabajando y reconociendo a gobiernos no colonizados del continente africano, y especialmente, aquellos de habla preferente portuguesa.
No obstante, Waksman, acentúa que: “...El primero en formalizar con bombos y platillos la relación privilegiada con el régimen del apartheid fue Alfredo Stroessner. Su atracción fatal por Sudáfrica no puede constituir en realidad mayor motivo de sorpresa … En abril de 1974, haciendo caso omiso de todos los esfuerzos internacionales por disuadirlo y alegando necesidades del desarrollo, Stroessner viajó oficialmente a Pretoria. Para John Balthazar Vorster, mundialmente aislado, ésta fue una victoria diplomática interesante: nunca antes un jefe de estado latinoamericano había recibido su hospitalidad”.
Como muestra de agradecimiento, Pretoria prácticamente le regala el dinero necesario para la construcción de un fastuoso (e infausto) edificio enclavado en el barrio asunceno de Sajonia, para levantar, con mármol de Carrara, nada más y nada menos que el Palacio de Justicia (donde Astrea fue violada y ultrajada masivamente durante 35 años del stronismo, y no deja de ser mansillada en la pseudo narcoplutocracia que la sucedió, y que los tontos ingenuos y avivados por demás, aún gustan llamarle “transición a la democracia”).
Pero, muchos tratos y fatos sobre y bajo mesa, se tejieron con el telón de fondo de los tales mármoles de la “diplomacia de la chequera” sudafricana. Uno de ellos, fue el papel del Paraguay como triangulador de productos sudafricanos, entre ellos armas, que Pretoria tenía vedados en los mercados internacionales por mandato de las Naciones Unidas.
Al contrario de las demás dictaduras del cono sur, que recibían consejos de “bajo perfil y poca exposición pública con los racistas”, el stronismo, también aislado mundialmente, hacía lo posible para darle el mayor boato a sus nuevas “relaciones carnales”.
Siempre de acuerdo a Waksman, el controvertido menú, incluyó la necesidad del régimen sudafricano, de tener en Sudamérica, una posible guarida, si avanzaban triunfantes en África los movimientos de liberación y descolonización nacionales. Es decir, estaba en marcha un proyecto de emigración de grandes contingentes de colonos blancos racistas de Sudáfrica, Namibia y Rhodesia. Y ello implicó el “trabajo” de varios medios de prensa locales para crear un ambiente receptivo.
Así, Waksman, cita al diario ABC Color del Paraguay que en octubre de 1977 razonaba asi: “...Europa no tiene lugar para esa gente, ni la querrá por razones ideológicas … (en Paraguay), constituirán, selectivamente hablando, la mejor inmigración que pueda pretender un país”. (Extraña posición ideológica racista del medio de comunicación en línea directa con la dictadura que sólo siete años más tarde, por diferencias, más comerciales que políticas, terminaría cerrándolo).
Todo cambia de color, con la asunción en Estados Unidos de James Carter y su política de estado a nivel global de defensa de los derechos humanos.
Las dictaduras conosureñas se sienten traicionadas, y aún, con la claudicación estadounidense, deciden continuar su cruzada anticomunista y pro racista, a tal punto que la reunión de la WACL realizada en la ciudad de Asunción en 1979, habría sido financiada, en forma secreta, por la propia Sudáfrica, y en la misma, las dictaduras se erigieron como “...el faro de occidente, mientras caracterizaron al gobierno demócrtata norteamericano como el ‘cartercomunismo’ … Somos anticomunistas con o sin los Estados Unidos”.
Según Waksman: “...Los regímenes ultras de ambos Conos Sur (perdidamente enamorados), se sienten así convocados a una especie de misión sagrada: lo que está en juego no es pura y simplemente su propia supervivencia, sino el destino mismo de la humanidad”.
En este amorío delirante de corte fascista surgen proyectos de nuevas alianzas, y de dónde echar el nuevo nido de amor al que llamarían “quinto mundo”, conformado por la China Nacionalista (Taiwán) y Sudcorea en Asia, Sudáfrica y Rhodesia en África, y todos los estados hispanoamericanos fustigados so pretexto de los “derechos humanos” por reaccionar contra la insurgencia marxista.
Finaliza Waksman, con una fina mirada futurista, de que esa atracción fatal, llevó a diseñar incluso, una “alianza del Atlántico Sur”, con proyectos de inmigración masiva de racistas blancos a Sudamérica (en el caso paraguayo, el ofrecimiento estuvo directamente dirigido al poblamiento del Chaco paraguayo), y la unión de los “dos Conos Sur” en una fantasía delirante fascistoide a finales del siglo XX.
¿Dónde hubo fuego, cenizas quedan?

Federico Tatter.
20 de agosto de 2017.

Corregido por Eugenia de Amoriza.

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