domingo, 11 de enero de 2015

TERCA VASTEDAD (I)

Al abordar más de 120 casos de nuestra reciente y aún no superada dictadura, hemos visto que, aun cuando algunos pocos de ellos hayan sido más conocidos y difundidos, incluso como leyendas idealizadas, muchos otros (los más), hasta el día de hoy se encuentran soterrados, en las penumbras, esperando ser relatados y considerados. ¿Cómo no buscar darle sentido a aquello que falta?
La recopilación e intento de análisis caso por caso como una unidad en sí misma dentro de un contexto, ayudó a trazar líneas de interpretación, pero siempre muy precarias, fronterizas y movedizas. En todos ellos, siempre aparecieron los rastros de esos “otros”. Fue casi imposible obviarlos. Fue imposible no verlos. Siempre se cruzaron en el camino. Hicieron zancadillas a todas las creencias, a todos los guiones prefabricados, y a todos los preconceptos. “Los invisibles”, siempre nos dieron señales de su existencia soterrada. Allí mismo, donde el régimen obtuvo su mayor logro, la invisibilidad extendida en el tiempo y asumida como casi “lo natural” de nuestra forma sesgada de ver y sentir.
Esa invisibilidad tuvo ayudas. La creencia pagana de la existencia de casos “paradigmáticos” o “representativos”, que al solo hecho de relatarlos repetidamente, todos los demás, devendrían relatados por añadidura, “invisibles incluidos”. Pero claro, a condición de que siguieran bien “invisibles”. ¿Cómo relatar la vastedad del terror, sino a través de la vastedad misma?
Esa opresión fue tan vasta y extendida, que interpela al guion más pintado. Acorraló en forma creciente a toda una sociedad hasta puntos infrahumanos ¿Podemos no ver las huellas de esa inhumanidad en nuestros agitados días?
Ejemplos del pasado reciente. Expulsión del cuerpo social, represión, muerte física o civil. Persecución de la libertad de pensamiento, de la opción sexual, de la preferencia cultural, de la vestimenta y el aspecto físico. Desplazamiento forzado de comunidades originarias. Catalogación de la población civil toda, como objetivo de la doctrina de la seguridad nacional y su guerra de baja intensidad, sucia, secreta, preventiva, permanente. Hasta moldear “a garrotazos” el carácter nacional paraguayo, si vale la expresión. ¿Cómo no relatar esa vastedad, aun a costa de las creencias? 

Federico Tatter
Enero de 2015. Asunción, Paraguay.

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