Además de fuera de época, está absolutamente fuera de foco con la modernidad, la democracia, el siglo XXI, y la sociedad del conocimiento. Fuertemente arraigado en nuestro país, solamente por la sobre-existencia más allá de su ciclo biológico del autoritarismo y el conservadorismo, ambos de matriz militarista-chouvinista.
El pretendido retorno del militarismo al centro de la vida política, responde a una clara escuela filosófica y política de intervención y supremacía del estamento militar por encima de la vida civil, por encima de la sociedad, sea como administrador (malo y corrupto) de la cosa pública, así como también árbitro (más que arbitrario y discrecional) de la vida política durante gran parte el siglo pasado, plagado de gobiernos cívico-militares de corte netamente antidemocrático y cuartelero. Estos regímenes cuarteleros, han sido constructores del atraso y el factor principal del anti-desarrollo nacional.
Las democracias modernas del siglo XXI y el estado de derecho, tienen hoy lugares técnicos-científicos muy específicos y altamente especializados para las instituciones militares, policiales y de seguridad, todos muy claramente subordinados a las autoridades legítimas civiles.
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