viernes, 16 de abril de 2010

MALAVENTURA, NOMBRE PARA UN TORTURADOR

Publicado por: Mario Rubén Alvarez | Viernes 16 Abril 2010 | 09:04Hs. Ultima Hora. En la cultura popular paraguaya mestiza, hay una especie de piedad por los muertos. Âgâ omano rire ivuénone, suele escucharse acerca de algunos que desbordan maldad en cada uno de sus parpadeos. Y, de hecho, al morir, la indulgencia colectiva les otorga el perdón de sus pecados. Por eso en los velorios suele haber un reiterado lugar común: "Imarangatueteva´ekue niko ko karai". No importa que haya sido un aña mbaraka de marca registrada.

Debajo de esa actitud subyace el criterio de que el finado ya no podrá seguir haciendo daño. Y que, por lo tanto, lo mejor que puede hacerse es dejarlo en paz para que se arregle como pueda en el Más Allá.

A no todos los fallecidos, sin embargo, les alcanza esa bendición posmórtem. Aquellos que han violentado los límites de la razón, del respeto a las personas y han denigrado a sus semejantes hasta extremos de crueldad que las palabras no alcanzan a reproducir, siguen siendo en muerte lo que fueron en vida.

Los torturadores forman parte de la reducida lista de gente a quienes no alcanza la tolerancia que se otorga al común de los viajeros a la eternidad. Han sido bestias, siguen siendo tales y continuarán en esa categoría hasta la consumación de los siglos y la cabalgata final de los cuatro jinetes del Apocalipsis.

No pueden ser seres humanos los que ahogan, picanean, cuelgan, violan, castran, azotan y, por último, matan a quienes tienen la desgracia de quedar al alcance de sus garras para ser despedazados, descuartizados, destrozados y aniquilados.

La reciente muerte de Alberto Buenaventura Cantero, aquel que fuera despiadado jefe de la sección Política del Departamento de Investigaciones, es una ocasión propicia para hacer memoria acerca de una gavilla que respondía con barbaridades las órdenes del sanguinario dictador Alfredo Stroessner.

Antes que Buenaventura, debió llamarse Malaventura. Hubiera estado más identificado con su ser y no hubiera deshonrado al patrono de Yaguarón usando su nombre en vano. De llamarse Malaventura - desgracia, infortunio, mala suerte- , hubiera estado más cerca de lo que realmente era para sus víctimas y ni siquiera le sobraría una rendija para disimular lo contrario.

Cantero tenía su oficina sobre la calle Presidente Franco, al lado de la de su jefe, que también llevaba una contradicción desde la pila bautismal: se llamaba Pastor y era un lobo siempre al acecho de verdaderos y falsos - aquellos a quienes la dictadura les colocaba el sambenito siendo colorados, liberales, dirigentes estudiantiles, sindicalistas y otros luchadores por la causa de la libertad- comunistas.

Allí, con una sonrisa que no podía disimular su cinismo, Can tero (un can entero, las 24 horas, en cualquier parte, sin vacaciones), hablaba con alguien a quien reprochaba por leer libros prohibidos y peligrosos que "atentaban contra la paz que vive la República" y promueve "ideologías foráneas cuyo único objetivo es destruir la convivencia entre paraguayos". Estos encomillados son de La voz del coloradismo.

- Cuáles, por ejemplo... - se atrevió a contrapuntearle el que estaba sentado ante él más muerto que vivo.

- Por ejemplo... El comunismo en las Misiones... Cómo va a leer una obra así...

- Pero si es de Blas Garay, un colorado que, claro, no era como ustedes porque era digno, inteligente y honesto... por eso lo mataron a los 26 años...

Para qué le dijo eso. Malaventura saltó de su asiento, se puso furioso, llevó la mano a la cintura y bramó:

- ¡Guardia! Venga y lleve al calabozo a este que quiere saber más que nosotros. Ñandéngo la ñamandáva y nadie va a venir a discutirnos en nuestra casa... Reikuaáma rejapoarâ...

Ni olvido, ni perdón. Sí la condena perpetua de recordar sus actos para que otros no se atrevan a repetirlos.

Enlace: http://blogs.ultimahora.com/post/3135/34/malaventura,-nombre-para-un-torturador.html

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